POR ARGENTUM.
Beatriz Paredes Rangel le ha entendido al juego de la política, por eso mismo se ha mantenido durante toda su vida dentro del presupuesto. Buenos dividendos han obtenido de sus dotes de oradora; claro, con un discurso que ahora se ve desactualizado, un tanto acartonado, no acorde con las nuevas formas de una comunicación más directa y llana, cuyo diseño en parte se debe a las redes sociales.
Beatriz, o Bety para sus amigos, que sabe aparentar muy bien su verdadera condición económica, ha sabido amasar fortunas al amparo del poder político.
También ha negociado derrotas: pueden preguntárselo a los tlaxcaltecas por si quieren más datos de sus comportamientos políticos en aquella entidad federativa. En las negociaciones sostenidas con el poder, ha mostrado el pragmatismo suficiente para obtener beneficios a cambio.
Ahora está metida a fondo para disputarle los votos a Xóchitl Gálvez, solo que en un terreno disparejo, utilizando, seguramente, sus buenos oficios para vender caros sus servicios.
Sabe perfectamente que no tiene la aceptación que en sus mejores momentos pudo haber tenido.
Ahora no triunfaría ni siquiera para presidenta de su sección electoral. Su tiempo político ya pasó.
Debe preocuparse por su salud física; no se le ve en las mejores condiciones. Los tiempos no pasan en balde, dejan profundas huellas.
Consiguió los votos (o como se les llame) con el apoyo de la Confederación Nacional Campesina.
Por lo que se puede observar, a distancia, es un juego armado con Alito para derrumbar a la puntera Xóchitl. Quieren quedar bien con el gran poder. No hay que olvidar que a Alito le han incautado bienes. Obviamente no los quiere perder, haría cualquier cosa para recuperarlos. Alito no sabe de compromisos políticos. Solo sabe que todo lo que haga o deje de hacer, es para acrecentar sus intereses políticos y económicos.
Por su parte, a Beatriz le urgía salir del ostracismo político derrumbando a Xóchitl para abrirle el paso a su amiga Claudia.