Disfrazado de “Casualidad”

Disfrazado de “Casualidad” el 

Crimen Político Recorre México

NIDIA MARIN

En el México de 2023 se usan disfraces y a los crímenes políticos los visten de “casualidades”, pero como dijera Albert Einstein “Dios no Juega a los Dados” o como dicen muchos mexicanos “no me veas la cara de pen…tonto”.

Las “casualidades”, sobre las causas de los tácitos asesinatos de los mecenas de Adán Augusto López y Marcelo Ebrard, (el primero disfrazado de accidente y el segundo de ataque del crimen organizado), se van cayendo a pedazos.

No, no son chiripazos, ni albures o eventualidades, sino acciones derivadas del efecto de odio fomentado desde el zócalo y salpicado hacia diversos grupos, como resultado de la adelantada confrontación política por la Presidencia de la República que, en el pasado mes de julio (el día 5) que acaba de concluir, cumplió dos años, ya que desde entonces el presidente destapó a las primeras “corcholatas”: Ebrard y Claudia.

Hoy vemos sangrientos resultados. 

¿De parte de quién? 

Por lo pronto la pregunta no tiene respuesta en el caso de los mecenas muertos: 

El primero, el 28 de julio pasado por la noche al estrellarse en el Golfo de México la avioneta Cessna 650 Citation VII que minutos antes había despegado del Aeropuerto “Heriberto Jara”, de Veracruz, en la que viajaba Daniel Flores Nava operador político (y aseguran que “mecenas”) de Adán Augusto López una de las más recientes “corcholatas”. 

El segundo, sucedido dos días después, el 30 de julio, en la Autopista del Sol, en el tramo Chilpancingo-Puente Solidaridad (kilómetro 232), en el municipio Eduardo Neri del estado de Guerrero, donde fueron baleados el empresario José Guadalupe Sánchez Brito -amigo y bienhechor de Marcelo Ebrard- y su hijo José Manuel, mientras que la esposa del primero y madre del segundo resultó herida. 

En este segundo caso, Guerrero hoy vive una ola generalizada de asesinatos derivados de las confrontaciones entre bandas del crimen organizado, las cuales se observa participan activamente en política, ya que (de acuerdo a Latinus) el empresario Sánchez Brito era el tío de Rubén Hernández Fuentes, esposo de la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda.

El asunto es que… cero y van dos, más allá de los que se acumulen en lo que resta del año 2023 y en los primeros seis meses de 2024.

Es absurdo, en estos casos, culpar a la casualidad o al destino. Voltaire, filósofo y escritor francés señalaba acerca de lo que llamamos casualidad: no es ni puede ser sino la causa ignorada de un efecto desconocido. 

Actualmente, los filósofos dicen que el destino está relacionado muy directamente con la teoría de la casualidad. Esta afirma que si toda acción conlleva una reacción, dos acciones iguales tendrán la misma reacción.

Pero, ciertamente, como ellos mismos señalan: “Nada existe por el azar, todo tiene una causa, y si tiene una causa estaba predestinado a existir desde el momento en que la causa surgió”.

En México, conforme transcurren los días y se acerca más la fecha de que se tome la decisión sobre quién será el abanderado de Morena para buscar la Presidencia de la República del 2024 al 2030 y quién obtendrá el apoyo mayoritario en el Frente Amplio por México para competir, la tensión se acrecienta y los enemigos ya iniciaron a tener actuaciones fuera de la ley, sea disfrazados de accidentes o de ataques del crimen organizado.

Lo que se consideraba el peor proceso electoral en cuanto a la sangre derramada ocurrió durante el que culminó en 2018 para elegir al actual mandatario, cuando decenas de políticos cayeron asesinados, un gran porcentaje de los cuales fueron masacrados por integrantes del crimen organizado.

Dicen quienes saben, que “la violencia electoral surge particularmente en situaciones en las que las elecciones ofrecen una posibilidad genuina de cambiar las relaciones de poder existentes”. Es verdad, lo estamos viviendo y las pruebas están a la vista.

Como escribiera en el CIDE Víctor Antonio Hernández Huerta: 

“Cabe mencionar que la política electoral criminalizada, en la que hay un uso intencional de la fuerza por grupos criminales para influir en la política, es predominantemente un fenómeno local. La política electoral criminalizada puede ocurrir a nivel nacional o regional, pero se requiere un Estado de derecho débil y una limitada rendición de cuentas ante la sociedad civil para que resulte atractiva para los grupos criminales.”

De ahí que insistamos en la frase de Einstein (de donde por cierto surgió el título del artículo denominado “Los Dados de Dios” que esta periodista escribe en Misión Política desde hace más de dos décadas).

 Sí, “Dios no Juega a los Dados”. 

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