NIDIA MARÍN
Y las crónicas de desastres anunciados se escriben en México. La falta de cultura de mantenimiento, sea en el área petrolera, en el Metro de la capital de la República o en los aeropuertos, por ejemplo, son la constante y cuya consecuencia son decenas de muertos, heridos y desaparecidos.
No hay novedad alguna. Por el contrario, sigue la mata dando. Sí, los accidentes en las zonas petroleras mexicanas, por ejemplo, han sido el pan de cada sexenio. Sin ir más lejos, en lo que va del siglo XXI los cuatro gobiernos que ha tenido el país han dejado mucho que desear en el área de mantenimiento. Y claro los incendios y accidentes son la constante.
Es incomprensible esa desidia, sea por ahorro o falta de recursos o por lo que fuere, si las consecuencias de esas conflagraciones (sean o no accidentes) trae como resultado muertos, heridos y desaparecidos.
El más reciente ocurrió en la madrugada del viernes 7 del mes en curso en la plataforma Nohoch-Alfa en Cantarell, en la Sonda de Campeche. Hasta ahora se habla de 6 heridos y varios desaparecidos.
Pero no es ni el primero y, por desgracia, no será el último. Así lo ha señalado la historia en la materia no sólo en el siglo XX, sino en cada uno de los últimos 23 años.
Dicen que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) registró 4 mil 457 derrames de petróleo en aguas y tierras mexicanas, durante los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, ya que tenemos el triste promedio de 1.33 derrames mayores y mil litros de hidrocarburos al día, además de que hay, aproximadamente, 500 incidentes anuales.
Por ejemplo, en el sexenio de Vicente Fox ocurrió el incendio del buque-tanque Quetzalcóatl anclado en “Pajaritos” y en el mandato de Felipe Calderón, en 2007, la colisión de dos plataformas petroleras en el Golfo de México, con saldo de 18 muertos y dos desaparecidos; además, el huachicoleo hizo de las suyas en 2011 y hubo la explosión de un oleoducto en San Martín Texmelucan, con resultado de 30 muertos. El remate, fue en septiembre de 2012 cuando se incendió la planta de gas de Reynosa, Tamaulipas, que arrojó la cifra de 30 occisos.
El siguiente sexenio, de Enrique Peña Nieto tuvo lo suyo, con el fuego desatado en 2013 en Terra 123, otro más en 2015 en Abkatun “A”, así como en el área de compresión en 2016, entre otros muchos.
Este sexenio no ha cantado mal las rancheras. Ya son varios los accidentes.
¿Ejemplos?
En 2019 el incendio de un buque-tanque; 2020 incendio en el Akal, en Cantarell; 2021 otro en un gasoducto submarino y uno más en la Refinería de Minatitlán. Además, en abril, explosión en la Refinería Lázaro Cárdenas, de Minatitlán; otra más, en julio de 2021, en la plataforma Ku Sierra, en Campeche; en febrero pasado, en el equipo de perforación PM-119; en marzo en la Refinería de Salina Cruz; en mayo, en la de Minatitlán y también en la de Ciudad Madero y el de este mes de Julio en el de Cantarell. Suman ya más de 50 entre muertos, heridos y desaparecidos.
¿Y el mantenimiento?
Brilla por su ausencia.
Greenpeace ha señalado: “…los derrames de crudo en tierra y mar son unos de los más graves desastres que atentan contra la biodiversidad del planeta, puesto que ocasionan trastornos en el ecosistema por décadas y muchas de las veces causan daños irremediables, además de que “los costos de limpieza son altísimos”.
Esta asociación defensora del ambiente ha precisado también:
“La quema de hidrocarburos es la mayor causa de cambio climático en el planeta, que es, a su vez, el mayor problema ambiental al que nos enfrentamos cada uno de nosotros a escala planetaria.”
Apenas en marzo pasado Greenpeace advirtió que Pemex registraba de 2018 a 2021 la suma de 173 derrames y fugas de alto impacto ambiental. Y los estados que concentraban el 63% de esta problemática eran Tabasco y Veracruz.
Así es, pero no entendemos…