Apología de las Mentiras

 

 

* Está Demostrado que los Escrúpulos 

no son Parte del Presidente

 

*No hay que Creerle la Mitad de su Discurso y

la Otra Mitad, en Tela de Juicio

 

*La Realpolitik Sirve Para Hacer la Politiquería

Vedada Para el Resto de Políticos

 

*

EZEQUIEL GAYTÁN

 

Mentir es expresar una idea o un hecho deliberadamente con la intención de ocultar lo que se sabe, es callar la verdad con intenciones de engañar a alguien y conducir, por lo tanto, a erróneas conclusiones. La mentira es una afirmación consciente de que falseamos la realidad y por lo mismo encontramos en ella diferentes tipos y propósitos. De ahí que podríamos clasificarlas convencionalmente. Tal es el caso de las mentiras blancas, pues sirven en lo general con el propósito de salir del paso ante una persona y carecen de consecuencias; también están las piadosas que tienen como fin evitar herir susceptibilidades hacia alguna persona; hay otras que son intencionales y que llevan malicia o maldad con el objetivo de obtener beneficios y salir del aprieto; podemos incluir las exageradas ya que se refieren a la narración de los hechos que no ocurrieron como se relata; las conocidas como chismes sustentadas en rumores y murmuraciones respecto a interpretaciones de hechos no comprobados, ni demostrados; los plagios también entran en esta taxonomía debido a que es la apropiación del trabajo y esfuerzo de otros.

 

Desplegué seis tipos de mentiras y seguramente existen algunas más. Por ejemplo, la omisión que en esencia no es una mentira, pero que sus consecuencias son similares: la pérdida de confianza. De ahí que mentir tiene secuelas personales, sociales y psicológicas. Es más, los griegos tenían al dios Hermes que era el protector de los ladrones, los políticos y los comerciantes. Léase, el engaño como forma de interacción entre los seres humanos. 

 

Los políticos tienden a mentir debido a su deseo de llegar y mantenerse en el poder y argumentan que el fin justifica los medios, frase atribuida a Nicolás Maquiavelo y que es a todas luces una mentira. El caso es que, en efecto, la política es el arte del engaño y este se envuelve en disimulos de oropel. Tal es el caso, con alta frecuencia de las conferencias mañaneras. Que un político nos mienta es lo usual; es su modo de vida pública y por lo tanto sabemos que de todo lo que dice no hay que creerle la mitad de su discurso y la otra mitad hay que ponerla en tela de juicio.

 

Lo importante es estar conscientes de que los políticos nos van a mentir en cualesquiera de las acepciones arriba descritas y por lo mismo debemos recibir sus mensajes con la prudencia y mesura que el caso recomienda. Ellos saben que de entrada desconfiamos de ellos, por eso su estrategia es decir “soy un mal político porque creo en la verdad y yo no miento” o si se prefiere lo dicen con toda pompa y presunción “en Morena no mentir, no robar y no traicionar al pueblo” con lo cual se escudan en nobles principios y valores sociales y ese es paradójicamente su éxito. Más aun, es un partido que sabe que mentir apropiándose de dichos principios y valores es la clave de su éxito. Por ejemplo, el presidente López Obrador habla despectivamente de la oposición calificándola de hacer politiquería con lo cual él se desmarca de esa categoría y se dedica en la realpolitik a hacer politiquería.

 

Decir que la política es el arte del engaño es, efectivamente, un arte, pues seducir con mentiras repudiando simultáneamente a las mismas es una contradicción que bien envuelta encanta a quien escucha al político y la trampa se cierra. De ahí que la expresión “encantador de serpientes” se refiere a que, si un político es capaz de encantar y engañar a una serpiente, más fácilmente lo hará con la sociedad.

 

No mentir como lema de Morena es algo que las llamadas corcholatas tienen que repetir una y otra vez en sus ilegales precampañas. Van a remachar esa mentira que al decirla mil veces acabará por ser verdad. En otras palabras, la trampa está tendida y dirigida a una sociedad ávida de la verdad, por lo que caerá en el timo. Luego tal vez recapacite o al saberse burlada se sume al coro de partidarios a fin de no reconocer que fue engañada y viva en el autoengaño, que por cierto es otra forma de mentira.

 

Todos hemos recurrido a las mentiras si así nos convino. Nadie está libre de culpa y nadie puede arrojar la primera piedra. Pero no es lo mismo un presidente de la República que es responsable de la conducción de una nación a un individuo. Que quede claro, ambos somos responsables de mentir y debemos asumir las consecuencias. Las mentiras son condenables y vulnerables y la verdad siempre es incontrovertible. Por eso en política cuando se empieza a mentir ya no es posible detenerse y la mentira escala hasta que algún día se desplome estrepitosamente.

 

Hoy México vive una apología de mentiras y engaños por parte del presidente que es un mago de la política y de las tretas. Su fin es mantenerse en el poder y ya está demostrado que los escrúpulos no son parte de sus valores. Él seguirá mintiendo porque hasta el momento sus ardides le han dado resultados positivos, pero llegará el día en que la verdad triunfe.

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