VICTOR ALARCÓN OLGUIN
Ha fallecido uno de los mandarines más connotados que ha dado la política mexicana, como lo fue Porfirio Muñoz Ledo. Evocarlo igualmente me remite a asemejarlo con otro de los grandes de la historia, como lo fue Talleyrand en los aciagos años que van desde la Revolución Francesa, pasando por el Imperio napoleónico y llegando hasta la Restauración. Político y hombre de Estado en su condición más pura.
Muñoz Ledo difícilmente puede ser excluido de las decisiones políticas más relevantes que afectaron al país entre 1973 al presente. Medio siglo de presencia e influencia que le hicieron pasar por buena parte de los espacios del servicio público (secretario de Estado, embajador, legislador, líder partidista) e intelectual (profesor en la UNAM y El Colegio de México).
Para quienes tuvimos la oportunidad de conocerle en directo, Muñoz Ledo tenía una personalidad arrolladora. Había que ir siempre a su ritmo y como buen director de orquesta, te daba entrada para que le expusieras tus ideas, aunque igualmente te interrumpía para hacer comentarios o acotaciones que le permitieran seguir planteando su agenda.
En las dos ocasiones que participé como invitado en su programa Bitácora Mexicana en los años 2017 y 2019, precisamente esa fue la mecánica generada, y mismo que se realizaba en su casa situada en las Lomas. Sin duda disfruté ver su gran biblioteca, que esperemos sea preservada y puesta a disposición abierta al público, al igual que todo su acervo personal.
Ya habrá otra oportunidad para hablar más puntualmente de los aportes y trayectoria que Muñoz Ledo hizo a través de sus libros y desde luego en el ámbito de la acción política directa. Por vía de mientras, me quedo con el personaje que modeló muchas de las aristas de la transición hacia una democracia que sigue sin poder afianzarse en el país.
Víctor Alarcón es Profesor e investigador de la UAM.
Foto: archivo
