Libros Perdidos, Debates y Denuncias

Louis-Ferdinand Céline, Guerra. Ed. Anagrama (Barcelona), 2023. 167 páginas

 

DAVID MARKLIMO 

Muchas veces hay que preguntarse cómo es que un libro llega a ver la luz. ¿Cuál es su viaje desde que es escrito hasta que llega a una librería? Están los famosos casos de Vasili Grossman y su Vida y Destino (el primer libro que habla de los campos de concentración y el Gulag) y también el de Reinaldo Arenas.  En esa misma categoría, entraría ahora la novela Guerra, de Louis-Ferdinand Céline.

La peripecia del manuscrito es bastante novelesca. Con la liberación de Francia, en las postrimeras de la Segunda Guerra Mundial, al huir con otros colaboracionistas de los nazis, Céline dejó dos maletas en su casa repletas de manuscritos. Alguien las sustrajo, y su pista se perdió durante décadas, hasta que fueron entregadas por un personaje anónimo al periodista Jean-Pierre Thibaudat (crítico literario y cultural del diario paradigma de la izquierda francesa, Liberation) a cambio, de no publicar estos manuscritos hasta que la viuda de Céline muriera, cosa que ocurriría en 2019 a la edad de 107 años. Guerra es el primero de los textos en ver la luz, escrito entre las dos obras maestras que el autor publicó en el periodo de preguerra: Viaje al fin de la noche y Muerte a crédito. En Francia, el rescate de esta novela ha suscitado un gran acontecimiento literario y un fuerte debate sobre la memoria histórica. ¿Debemos separar el arte del artista que lo creó? ¿Es posible leer esta y otras obras de Celine sin recordar que fue antisemita y un declarado admirador de los nazis? ¿Hizo bien Thibaudat, progresista, publicando los textos de un autor que hoy sería catalogado como de extrema derecha? Son todos debates que, ahora mismo, en Francia se abordan y que dan para un debate mucho más profundo del espacio de esta reseña.

Escrita con el característico estilo visceral, brutal y radical de Céline, la obra retrata la guerra como enloquecido matadero, y en sus páginas se cruzan, con crudeza y voluptuosidad, la muerte y el sexo, el dolor y la sensualidad, la destrucción y la pasión. Veamos: Guerra, está situada en la Primera Guerra Mundial, y nos cuenta la historia del joven Ferdinand, brigadier en un regimiento de caballería y único superviviente de un ataque alemán en Bélgica quien, a causa de sus heridas, es trasladado a un hospital militar en la retaguardia, aunque cerca del frente, en la ficticia ciudad de Peurdu-su-la-Lys, donde trabará relación con personajes peculiares, como la jefa de enfermeras L’Espinasse, la complaciente camarera Destinée, su compañero de convalecencia Cascade y la mujer de éste, Angèle. 

Ahora bien, ésta no es una novela bélica al uso, si bien la guerra y, sobre todo, sus consecuencias están siempre presentes con su crudeza. Quizá sea más sensato describirla como una suerte de novela picaresca que narra la degradación moral -o no, según se mire- de un joven, hijo de una familia de la pequeña burguesía francesa, que cae en una vida digamos delincuencial … Es motivo de debate aquí si los delincuentes se hacen o, si por el contrario y como parece indicarnos la novela, existe un talento nato para el hurto y lo turbio. Dada la construcción de los personajes, no es de extrañar que el sexo esté muy presente a lo largo de toda la narración, con un erotismo bastante perturbado. 

Y quizá el mensaje es también muy claro: Céline denuncia la oposición a la sociedad burguesa, pues es ella la que había acabado por organizar esa guerra en la que morían sus hijos. De ahí el desprecio que siente Ferdinand hacia sus progenitores. Este desencuentro entre la conveniencia burguesa y la cruda realidad no muestra un aire trágico sino más bien cómico e hilarante. Esta es la vida que hay, esta es su realidad. ¿Merece ser vivida? Ahí queda la gran pregunta.

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