TEMAS CENTRALES
Miguel Tirado Rasso
Para que no se crea que, con este proceso,
Morena viola la ley, la 4T ideó
un proceso virtual en el
que el objetivo es el mismo,
pero no es igual.
El plan para la selección del candidato de Morena para la carrera presidencial sigue viento en popa. La estrategia diseñada en Palacio Nacional para el proceso de la sucesión, no dejó cabos sueltos. Etapas, tiempos, plazos y personajes, fueron cuidadosamente meditados y ajustados a la conveniencia del plan maestro, y, si con esto se viola la ley, pues que no nos vengan con que la ley es la ley. Como el proceso acordado por Morena es “democrático, incluyente y transparente”, solo faltó decir justo, según la 4T, debe prevalecer sobre cualquier norma y, “ay de aquella autoridad electoral que se atreva a descalificarlo o aplicar sanciones”. Porque, entonces, se las verán en la mañanera y, sí, es amenaza.
El destape de las corcholatas se dio en julio de 2021, cuando el gobierno de la Transformación no había llegado ni a la mitad de su período legal. Sorpresa para todos. Y, es que, a partir de ese momento, el gran elector se haría cargo de la conducción de su proceso sucesorio, al margen de la legislación electoral, marcando tiempos, sugiriendo método y destapando a quienes consideraba posibles candidatos a heredar su gobierno, con tres cartas sobre la mesa, y una más que se auto incluyó. Una especie de comodín.
Tres personajes, tres posibilidades. Un plan A con alternativas, B y C, para no incurrir en los errores del otrora inmencionable (En la sucesión de Carlos Salinas, tras el asesinato de su candidato Luis Donaldo Colosio, el PRI, léase el presidente Salinas, ante la falta de un plan B, tuvo que designar como candidato sustituto a alguien que nunca hubiera deseado.
La primera etapa de giras de las corcholatas, todavía con sus cargos, y aprovechando recursos públicos, se realizó de agosto de 2021 a junio de 2023. Placeo de introducción de los aspirantes por diversos estados de la República, bajo cualquier pretexto, cumpliendo compromisos de trabajo, dando conferencias sobre “prácticas de gobierno exitosas”, promoviendo la difusión de libros por sus autores, etc. Oportunidad para ir calentando las plazas y despertando el ánimo de posibles simpatizantes.
Apodar como corcholatas a los aspirantes oficiales, tendría sentido a futuro. Posicionar e identificar el mote con los destapados, para evitar llamarlos pre candidatos, por aquello de los actos anticipados de campaña y, por lo quisquilloso que son las leyes. A la fecha y tras dos años de aplicarles este apelativo, cuando se habla de corcholatas, no hay duda a quiénes se refiere y que están buscando.
La legislación y las autoridades electorales resultaban una piedra en el zapato para el manejo del proceso sucesorio a modo de la 4T. Había que ajustar el marco jurídico a los planes de Palacio, solo que las propuestas de reforma no tuvieron éxito. En la constitucional, porque los números no les alcanzaban para la mayoría calificada y, en el caso de las leyes secundarias, porque las prisas, la improvisación, la incompetencia y múltiples errores las hicieron inviables, jurídicamente.
A la autoridad electoral (INE), no se pudo eliminar ni adecuarla a conveniencia de la 4T. Sí se pudo, sin embargo, intervenir en el nombramiento de tres nuevos consejeros que sustituirían a dos muy incómodos, con los que, abiertamente, hubo enfrentamiento, sin posibilidades de diálogo. Con los nuevos consejeros se promovió una reunión, justo en la semana en que se echó a andar el proceso sui generis para la selección del candidato presidencial de Morena. Algo se habrá dicho en el convivio, que, a pesar de la flagrante violación a la ley electoral, la Comisión de Quejas y Denuncias del INE, decidió emitir medidas cautelares “light”, generosas y muy comprensivas, avalando el proceso electoral alternativo de Morena.
Para que no se crea que, con este proceso, Morena viola la ley, la 4T ideó un proceso virtual en el que el objetivo es el mismo, pero no es igual. En primer lugar, la terminología es diferente.
Los aspirantes son corcholatas, nada que ver con la palabra precandidato; compiten por la Coordinación de la Defensa de la Transformación, no vaya usted a creer que buscan la candidatura presidencial; sus giras son consideradas como recorridos; sus actos de campaña son meras asambleas informativas; en sus discursos y mensajes no pueden hacer promoción personal ni presentar propuestas, solo promocionar la democracia y los logros de la 4T.
Las corcholatas no podrán hacer llamados al voto ni manifestaciones con fines electorales. Deberán conducirse con austeridad, para que los 5 millones de pesos que, generosamente, les entregará su partido, les alcancen en sus 70 días de recorridos. El resto del financiamiento quedará sepultado en el misterio de la opacidad.
Morena ha creado un proceso virtual en la selección de su candidato presidencial, para evadir el cumplimiento de la ley y evitar sanciones. Lo grave es que, hasta ahora, la autoridad electoral parece estar viendo este proceso con gafas de realidad virtual.
Junio de 2023
Foto: Kabel-web