Por Miguel Tirado Rasso
Donald Trump anunció que la próxima semana, el día 18 para ser precisos, lanzará oficialmente la campaña para su reelección en la ciudad de Orlando, Florida, cuando al parecer, su popularidad no está en el mejor momento. De acuerdo al promedio de encuestas elaborado por la página Real Clear Politics, el presidente norteamericano perdería las elecciones de 2020 contra el candidato republicano Joe Biden. Éste le aventajaría por 8.1 puntos, pues mientras que Trump alcanzaría 40.6 por ciento de votos, el demócrata tendría 48.7 por ciento.
En relación a este pronóstico habría que aclarar, sin embargo, que se trata de meras proyecciones y especulaciones, porque, a la fecha, no está claro quién será el candidato demócrata en la próxima elección presidencial y, aunque el ex vicepresidente con Barack Obama, aparece como el mejor posicionado en estos momentos, todavía falta tiempo para la celebración de la Convención Nacional Demócrata que se realizará entre los días 13 y 16 de julio del año que entra, en la que los delegados de ese partido elegirán a sus candidatos a la presidencia y vicepresidencia de su país.
Del lado del Partido Republicano, las cosas son diferentes, ante el anuncio de Donald Trump de ir por su reelección. Su popularidad al interior del partido, sobre un 80 por ciento, le brinda un panorama de cierta tranquilidad y seguridad frente a quiénes han expresado su intención de disputarle la candidatura republicana. Sin embargo, algunos tropiezos como el cierre parcial del gobierno más largo de la historia, recurso que resultó infructuoso para conseguir los fondos para la construcción de su muro fronterizo, el polémico y no muy transparentado informe del fiscal Roberto Muller, sobre la posible colusión entre miembros de su equipo de campaña en 2016 y Rusia y un posible juicio político, siguen pesando en su contra, lo que no deja de ser materia de preocupación para el proyecto político del mandatario norteamericano.
En este contexto, el magnate inmobiliario, muy a su estilo, buscará por todos los medios, en primer lugar, asegurar la postulación para su reelección y, ya después, triunfar en la elección presidencial y en su estrategia para lograrlo, México resulta tema de campaña. Ha quedado más que claro, que este personaje no para en mientes cuando de alcanzar un objetivo se trata. Así, durante su campaña electoral de 2016, en su discurso de corte nacionalista arremetió contra nuestro país calificando a los inmigrantes mexicanos de violadores, narcotraficantes y criminales. Y planteando, como promesas de campaña, la expulsión de 11 millones de inmigrantes indocumentados, además de la construcción de un muro fronterizo que habrían de “pagar los mexicanos”. Discurso que, hasta la fecha, repite a la menor provocación.
Habría que ver con esta óptica las balandronadas sobre un arancel progresivo con las que nos amenazó por “no hacer nada”, según su punto de vista, para detener el flujo de inmigrantes hacia su país. Un riesgo calculado, porque de haberlo aplicado sus consecuencias las habría padecido también la población norteamericana y, lo más probable, es que, inclusive personajes republicanos, hubieran presionado para echar abajo semejante medida, ya no digamos únicamente lo demócratas.
Por otro lado, pudiera ser que la apuesta de Trump era que el Presidente Andrés Manuel López Obrador acabaría cediendo a sus pretensiones, ya que en diversas ocasiones, nuestro mandatario ha insistido, públicamente, en sacar la bandera de diálogo y paz y evitar cualquier confrontación con el gobierno estadounidense.
Desde luego, para nuestro país hubiera sido un golpe terrible a la economía, por lo que haber evitado su aplicación fue un buen resultado. Ahora bien, será importante conocer los detalles de lo que se acordó en la negociación, para medir su costo y sus consecuencias y evitar sorpresas. El mandatario estadounidense insiste en su despliegue twittero cotidiano, que hay algo más. “Firmamos y documentamos completamente otra parte muy importante del Acuerdo de Inmigración y Seguridad con México, uno que Estados Unidos ha estado buscando durante años. Será revelado en un futuro no muy lejano y necesitaremos el voto del órgano legislativo de México”, escribió. Y como nada de esto han comentado nuestras autoridades, hasta conocer si es que hay algo más o es parte de la estrategia del neoyorquino para consumo de su país, podremos saber cómo nos fue en esta negociación.
La disparidad entre las dos naciones y el estilo personal de gobernar de Donald Trump, hacen compleja y muy difícil la convivencia, por lo que se requiere contar con una estrategia que, con talento, permita aminorar el desbalance y mantener una relación de respeto. De otra manera, estaremos a merced de sus ocurrencias y necesidades y, su campaña electoral apenas comienza. Desafortunadamente, es de esperar que Trump acuda al recurso que le dio buenos resultados para ganar la presidencia en 2016, enfocando sus baterías en contra de México, con los mismos argumentos patrioteros que tanto gustan a sus electores.