Una Visita a “Las Yácatas” las Pirámides ¿Rectangulares?

*Allá en Tzintzunzan, Michoacán, Donde Sopla el Viento…Cerca del Lago de Pátzcuaro

*Sitio Cuyas Construcciones Fueron una Interpretación de la Diosa Paracuapeni

*Conocer Como se Plasmaba la Ideología en la Arquitectura

*Ahí Está “La Plaza Principal” con Dimensiones Similares al Zócalo de la CDMX 

*Por Estos Lugares se Efectuará la Segunda Edición de la K’uínchekua 

SUSANA VEGA LÓPEZ,

Enviada

TZINTZUNTZAN, Mich.- Aquí se llevaban al cabo las ceremonias religiosas más importantes del reino de los purépechas (también llamados tarascos); se realizaban sacrificios de personas porque estaban convencidos de que el sacrificio humano era uno de los medios para agradecer a sus dioses: Las Yácatas, palabra que significa “amontonamiento de piedras”.

Al llegar a Las Yácatas se advierten señales que indican que es un lugar o zona de pirámides, aunque no son las clásicas edificaciones terminadas en punta; éstas son rectangulares de un lado y redondas del otro; dependen ambas estructuras pues están conectadas. Son planas y fueron edificadas sobre una gran plataforma con una extensión de más de seis kilómetros cuadrados.

Así, al caminar por el lugar, de un lado se observa una gran pared y, del otro, cinco círculos que servían como centro ceremonial para ofrendar sacrificios para sus dioses y, también era lugar para realizar juicios.

Más allá se asoma el tercer lago más grande de México, Pátzcuaro, (el lago más grande es Chapala y, el segundo, Cuitzeo) que por su volumen y profundidad dio pie a un rico intercambio comercial de Tzintzuntzan y la región, apunta una placa del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

El viento no cesa en ningún momento; levanta las faldas, vuela sombreros. Dicen que todo el tiempo sopla el aire por lo que, cuentan que es posible que Tariaran -que significa “la casa del viento”- fuera el nombre de esta región antes de la llegada de los tarascos.

El azul de cielo, con sus blancas nubes, contrastan con el obscuro de las lajas amontonadas que forman las yácatas y el color ocre del pasto seco. Por allá, algunos árboles que se asoman al lago en lontananza.

PUEBLO POLITEÍSTA

Las Yácatas estaban dedicadas a varios de los dioses purépechas. Como estas construcciones son planas, es decir, pirámides sin punta, se sabe que servían como base de los templos, construidos en madera, por lo que no quedan vestigios. En estos templos se guardaban imágenes de los dioses de los cinco rumbos del universo: norte, sur, este, oeste y el centro donde estaba el dios del sol y el fuego, Kurhikuaeri (de quien se tiene la imagen). Más allá, Xaratanga, la diosa de la luna y otras deidades.

De acuerdo con las últimas interpretaciones, se dice que las yácatas, en su conjunto, simulaban la silueta de una de las deidades purépechas, ya que tenían la costumbre de plasmar su ideología a través de la arquitectura.

Es por eso que los investigadores aseguran que quizá las yácatas eran la interpretación de la diosa Paracuapeni porque aseguran que la vida del hombre se llevaba a cabo arriba, en la espalda de una diosa que estaba recostada boca abajo, viendo al oeste, con los brazos extendidos de norte a sur y los pies viendo al este.

Las Yácatas consta de la “Plaza Mayor”; el “Edificio B”; el “Osario”; el “Museo de Sitio” y una gran plataforma (de 450 metros de largo por 250 de ancho); un espacio plano construido a unos nueve metros de altura a nivel de piso, que se ha considerado como el lugar de concentración más grande de México.

EQUATA CÓNSQUARO

La “Plaza Principal” tiene dimensiones muy similares al Zócalo de la Ciudad de México y era punto de reunión de miles de personas que asistían para presenciar los diferentes tipos de sacrificios.

En la crónica conocida como “La Relación de Michoacán” se explica que una de las celebraciones más importantes que se realizaban en las ciudades tarascas era la fiesta de las flechas o “Equata cónsquaro”, también llamada “de impartición de justicia”. En ella se sacrificaba a los ladrones, bandidos, hechiceros, y a quienes no pagaban tributo a los dioses tarascos, se lee en una placa que se exhibe.

La fiesta de las flechas consistía en una ceremonia donde el gobernante llamaba a las personas que pueblo y caciques llevaban para ser enjuiciadas por haber cometido tal o cual delito, por lo que se afirma que era una especie de impartición de justicia general de todo el reino.

A estas reuniones no sólo llegaban los lugareños sino pobladores de otras provincias que eran dirigidos por los caciques quienes pedían, exigían, que se realizara un juicio para aquellas personas que se suponía no habían acatado las leyes o eran acusados por otras causas; de resultar culpables y dependiendo del delito, eran ejecutados enfrente de toda la asistencia.

También se enjuiciaba a los espías, cobardes, falsos hechiceros, malos médicos y malvivientes, entre otros.

TRATAMIENTO DE 

CUERPOS Y OSARIO

Algo un poco escalofriante es saber de otros monumentos o espacios como el llamado “Edificio B”, donde se supone que después de los sacrificios, los cuerpos eran tratados, procesados, toda vez que se han encontrado una gran cantidad de restos humanos que registran marcas de corte, lo que significa que fueron desmembrados, según la evidencia arqueológica.

Una vez tratados los cuerpos de las personas en sacrificio de las Yácatas y de las que fueron enjuiciadas se les trasladaba a el “Osario” (concentración de huesos), que se encuentra en la esquina norte de la zona.

También hay un museo de sitio donde se encontraron vestigios prehispánicos y coloniales, como casas para sacerdotes y guerreros. Cuentan que aquí habitaron los primeros españoles que llegaron a Tzintzuntzan, quienes se asentaron y atrincheraron en el centro una vez realizado un pacto con el gobernante (por lo que no hubo conquista) para después pasar a la colonización. Es por eso que dicen que nunca fue conquistada.

Otros vestigios arqueológicos del lugar se encuentran en zona privada por lo que no se puede hacer la investigación.

Los purépechas eran migrantes y a su llegada hacen alianza con los habitantes y se establecen alrededor del lago de Pátzcuaro donde -bajo el mando de Tariácuri el Cazonci (sacerdote y rey tarasco)- el señorío comienza su época de consolidación y expansión.

Esto fue hacia el año 1200 y poco a poco se le reconoce como una sociedad político-militar con la fuerza suficiente para iniciar invasiones y exigir tributo a los pueblos sometidos. Es cuando se construye Tzintzuntzan.

Fue hacia 1325 cuando dominan y empiezan las campañas de expansión hasta lograr un territorio bastante extenso que abarca todo lo que es Michoacán y lugares circunvecinos.

El momento de mayor apogeo de la ciudad fue después de 1450. Antes de morir el Tariácuri Cazonci dividió el señorío en tres ciudades: Tzintzuntzan (al frente con Hiquingare, su hijo); Ihuatzio (con su sobrino Hiripa); y Tzintzuntzan (con su sobrino Tangaxoan).

Fue Tangaxoan Segundo, el último rey purépecha luego de morir asesinado por Nuño de Guzmán que da fin al imperio tarasco.

PÁTZCUARO

Al ser Pátzcuaro la ciudad colonial que creció más, se desapareció cualquier vestigio arqueológico. Sin embargo, permanece en el mapa de interés histórico cultural porque en su gran lago cuenta con varias islas, una de ellas es la de Janitzio donde se conmemora el Día de Muertos de una manera muy especial, pues su “Animecha Kejzitaskua” (ofrenda a las ánimas) es muy peculiar. Se cuenta una leyenda muy romántica: el amor indestructible de la princesa Mintzita (hija del rey Tzintzicha) y el príncipe heredero de Janitzio Itzihuapa (hijo del rey Taré) quienes se enamoraron apasionadamente, pero su idilio no pudo ser por la llegada de los españoles quienes aprehendieron al padre de la princesa mismo que habló de un gran tesoro que estaba escondido, resguardado, bajo las aguas.

Se supone que al español Nuño de Guzmán (quien capturó al rey) se le prometió dicho tesoro que debía buscar el príncipe. Estaba resguardado por las sombras de 20 remeros espectrales. Itzihuapa, al sumergirse en las aguas, fue adormecido, murió ahogado y se convirtió en el guardián número 21 de dicha riqueza. Año tras año, el príncipe vuelve con la esperanza de ver a su amada. Dicen que es posible ver el alma de los dos amantes quienes prometen regresar al año siguiente a la luz de la luna llena.

IHUATZIO

Ihuatzio (palabra que significa “en la casa del coyote”) también cuenta con una pequeña zona arqueológica y forma parte del municipio de Tzintzuntzan, el cual limita con Quiroga, Huiramba, Pátzcuaro y Erongarícuaro. Sus primeros habitantes eran de lengua náhuatl con influencia tolteca hasta que llegaron los purépechas quienes dominaron la región.

Es este asentamiento, Ihuatzio, también existe una zona arqueológica. Fue la primera sede del asentamiento purépecha, grupo antagónico a los mexicas quienes nunca pudieron ganarles a pesar de su gran fama de guerreros invencibles.

Aquí hay una plaza principal delimitada por caminos elevados llamados huatziri; también hay cinco yácatas identificadas, construidas en forma mixta, con base rectangular y muros calzada. Dos de ellas se exhiben al público y otras tres, llamadas “Las tres Marías” donde los visitantes no tienen acceso. Sólo se exhiben siete estructuras de las 84 identificadas por los arqueólogos.

Se cree que los dos asentamientos más grandes y poblados del México prehispánico eran México Tenochtitlán y Tzintzuntzan, donde se sabe que la población alcanzó los 35 mil habitantes -con datos conservadores- pero todo parece indicar que eran más. El imperio purépecha también abarcó parte de Jalisco, Guanajuato y Guerrero.

Hasta el 1521, Tzintzuntzan («Lugar de Colibríes) era la capital, política, cultura y económica de pueblo purépecha.

Ahora, aquí, se realizará la segunda edición de la K’uínchekua por lo que se espera que Tzintzuntzan tendrá una gran fiesta a la que llegarán hermosas mujeres vestidas con trajes típicos; músicos de agrupaciones; cantantes de pirécuas, danzantes y jugadores de pelota michoacanos. Uno de sus escenarios será Las Yácatas donde se proyectará un video mapping que narrará cómo se hacían las ceremonias purépechas.

A la zona se espera la presencia de más de 400 artistas que ofrecerán espectáculos de manera gratuita. Sólo hay que solicitar los boletos en la página de michoacan.travel para que no te quedes con las ganas de verlos este 17, 18 y 19 de marzo. Los boletos son intransferibles y serán válidos únicamente para la fecha que indican. Por cierto, los lugares se asignarán al momento que llegues.

El ingreso a Las Yácatas iniciará a las 18:00 horas y se recomienda arribar por lo menos una hora antes del evento; consultar la ubicación de los estacionamientos aledaños -el acceso a la zona es únicamente peatonal-; llevar calzado cómodo, pues hay que subir a la gradería; abrigarse muy bien porque en la noche baja la temperatura; respetar los señalamientos dentro de la zona arqueológica y atender las indicaciones del personal a cargo.

Cabe señalar que se reserva el derecho de admisión a las personas que lleguen después de la hora señalada o no cuenten con boleto electrónico, así que si piensas ir, toma tus precauciones para presenciar esta gran fiesta.

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