El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, visitará China los días 5 y 6 de febrero por primera vez. Aunque la cita debería contribuir a estabilizar las relaciones bilaterales, sigue habiendo diferencias fundamentales entre los países, y ninguno de los dos está dispuesto a actuar en contra de sus propios intereses.
Las relaciones entre EEUU y China se deterioraron gradualmente desde que la anterior Administración estadounidense impuso aranceles a las exportaciones del gigante asiático. Poco a poco, el enfrentamiento se extendió de una confrontación comercial a los sectores financiero, tecnológico y militar. Con el tiempo, las élites políticas estadounidenses llegaron a un consenso interpartidista sobre la necesidad de mantener una postura firme frente a China. De socio comercial, China pasó a ser su principal rival geopolítico.
Con Biden en el cargo, las sanciones contra China solo aumentaron en ciertos ámbitos. Por ejemplo, fue firmada la ley Chips y Ciencia que proporcionaba 52.000 millones de dólares en subvenciones a las empresas que se comprometieran a no desarrollar sus operaciones en China. Además, el Departamento de Comercio de EEUU informó a principios de octubre que Washington había limitado el suministro a su territorio de mercancías de 28 compañías chinas que producen supercomputadoras y semiconductores.
Al trasfondo negativo para la visita de Blinken a China se añade también la consideración de EEUU de imponer un embargo total de los suministros de semiconductores estadounidenses a Huawei, así como prohibir las inversiones estadounidenses en empresas chinas de alta tecnología. Asimismo, cabe recordar las negociaciones en curso de EEUU con los Países Bajos y Japón sobre una prohibición conjunta del suministro de equipos de fabricación de chips a China, tanto como las acusaciones contra China de espionaje o robo de propiedad intelectual.
Economía
Según los comentarios de los expertos de think tanks estadounidenses, Washington cree que ahora es el momento adecuado para negociar con China, porque el país asiático se encuentra en una posición vulnerable por la ralentización económica asociada a las secuelas de la pandemia, la crisis del mercado inmobiliario y el bajo nivel de consumo interno. En efecto, la disposición de Pekín a negociar se expresa en que aboga por el abandono de la ideología de la Guerra Fría y el desarrollo de una cooperación pragmática basada en la igualdad, el respeto mutuo y el beneficio recíproco.
En vísperas de la visita de Blinken, aparecieron en el Diario del Pueblo chino una serie de artículos que explicaban los peligros para toda la economía mundial de que EEUU siguiera una política de ruptura de lazos con China. En los artículos se señala que la interdependencia económica entre Washington y Pekín alcanzó tal nivel que las barreras comerciales artificiales, incluso en la industria de los semiconductores, repercutirán en los fabricantes estadounidenses, provocando interrupciones en las cadenas de suministro mundiales. Las dos mayores economías del mundo, según el periódico, deben beneficiarse mutuamente de su desarrollo y seguir la tendencia mundial de globalización económica. Tanto más cuanto que, de todos modos, las barreras artificiales erigidas por EEUU no podrán frenar el desarrollo de China, indica uno de los artículos.
En general, tanto EEUU como China ven la próxima visita del secretario de Estado estadounidense como una oportunidad para impedir el estancamiento de la relación bilateral.
Nivel suficiente de estabilización de las relaciones
Dado que Washington, justo en vísperas de la visita, estaba hablando públicamente de nuevas restricciones tecnológicas y de inversión a China, EEUU parece estar listo para un enfrentamiento económico duradero, asimismo temiendo que no se produzca un choque militar directo o indirecto con Pekín.
A su vez, para China es importante frenar el impulso de las sanciones estadounidenses, al menos a corto plazo, para que la transición hacia su independencia económica y tecnológica sea más fácil y suave. En otras palabras, China está interesada en seguir cooperando con EEUU en la medida de lo posible. Sin embargo, Pekín también tiene su propia línea roja: Taiwán.
Tensiones en torno a Taiwán
En este contexto, cualquier acción estadounidense sobre Taiwán, ya sean los envíos de armas o las visitas de funcionarios estadounidenses a la isla, se considera un intento de cambiar unilateralmente el statu quo y sigue siendo uno de los factores definitivos para las relaciones bilaterales. Por lo tanto, la posible visita del nuevo presidente de la Cámara de Representantes de EEUU a Taiwán, y, además, sus anunciados planes de celebrar audiencias móviles en Taiwán, inflama aún más la situación en vísperas de la visita de Blinken. Pero, hasta ahora, los medios de comunicación chinos, insisten en que la cuestión de Taiwán es de interés primordial para el país y que no puede haber ningún compromiso al respecto.
El statu quo, que se ha mantenido durante muchos años, es la base sobre la que se asientan las relaciones chino-estadounidenses. Es probable que durante el viaje de Blinken, la parte china busque el reconocimiento público del compromiso de EEUU con el statu quo de larga data y el principio de una sola China.
Los estadounidenses, por su parte, esperarán los pronunciamientos de Pekín sobre el conflicto en torno a Ucrania.
Las tensiones en el estrecho de Taiwán fueron en aumento a principios de agosto pasado, luego de que la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, realizara una vista a la isla rebelde desoyendo las reiteradas advertencias de Pekín.
Poco después, China lanzó un amplio ejercicio militar que incluyó fuego real de largo alcance en seis zonas adyacentes a la isla rebelde.
Información: @Sputnik
Foto: Ramil Sitdikov