Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Dos años atrás, durante la reunión de la Celac realizada en Castillo de Chapultepec -el único reconocido en la Nueva España como parte de la cultura monárquica- y ante 33 representantes de sus respectivos gobiernos, surgió la idea: «La propuesta es ni más ni menos que construir algo semejante a la Unión Europea, pero apegado a nuestra historia, a nuestra realidad y a nuestras identidades”.
Por supuesto emergió de la bodega presidencial. Una propuesta compleja de instrumentar y solamente salió del ronco pecho para alborotar la gallera de aquellos países que sienten que Estados Unidos los tiene bajo el yugo del imperialismo yanqui.
Una forma de cimentar el edificio que ha querido construir el presidente mexicano: ser la voz de América Latina. Ser el líder amado, respetado y obedecido. En su mente ronda la idea de que de esa forma México regresaría a ser “el hermano mayor” y todos los países de la región le rendirían pleitesía. Con la fuerza del liderazgo, le haría frente a Estados Unidos y lograría, de acuerdo con la construcción mental que posee, los beneficios para los pobres, los que tanto exalta y exprime para sus fines electorales y ambición de prologar su poder frente a las débiles oposiciones.
Han transcurrido 18 meses desde que se planteó la posibilidad y en nada se avanza. Ha sido reiterada incluso en reuniones no presenciales con el propio presidente de Estados Unidos y hasta ahora no existe versión alguna de que en la Casa Blanca se atienda la sugerencia.
Cundo emergió de los recovecos mentales, en este mismo espacio le comenté que además de compleja en la instrumentación, crear un organismo multilateral a semejanza de la Unión Europea tiene demasiadas aristas.
Las ideológicas se pueden superar, no las económicas.
¿Cuál sería el primer gran problema por resolver? La creación de una moneda única, al estilo del euro, que no todos los miembros de la UE acataron, aunque sí la mayoría. El más importante en negarse a abandonar su poderosa moneda, fue el Reino Unido, cuya libra siempre ha estado por encima del valor del dólar.
El valor del PIB de los 33 países que conformarían en nuevo instrumento de unidad, es asimétrico con los de Brasil -la primera economía del Hemisferio Norte- y México. Por ello, la migración de millones de latinoamericanos hacia Estados Unidos en busca de una oportunidad de salvar la vida y mejorar su condición humana.
Nada fácil se antojaba y se antoja la tarea.
Para sorpresa del huésped temporal de Palacio Nacional, el nuevo mandatario de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, tiene una visión que supera a la del mexicano: hace diplomacia sin cacarear los enfrentamientos y toma decisiones que intentan resolver los graves problemas del gigante latinoamericano.
Sí, en una reunión celebrada en la Casa Rosada, la sede del gobierno de Argentina, país anfitrión de la reunión de la Celac y a la que no asistió el señor López “por tener otros compromisos” -igual dijo Nicolás Maduro, cuyo temor de ser aprehendido para llevarlo ante la justicia de Estados Unidos lo hace rehén en su propio país-, se anunció que Alberto Fernández y Lula propondrían en la cumbre la creación de una moneda latinoamericana para, cuando menos, los países sudamericanos.
La información fue oficial. Y ayer se emitió el comunicado desde la Presidencia de la República de Argentina.
Sin embargo, al señor López no le pareció y señaló en su monólogo de este martes que “nosotros no estamos de acuerdo”.
“Acerca de la moneda quiero aclarar algo: no estoy seguro de que sea una propuesta de Argentina y de Brasil, creo que puede faltar información. Yo no he visto nada sobre este tema, el que exista una moneda entre Brasil y Argentina. “Lo que me preocupa no es que exista o no exista, es que sea algo inventado para perjudicar la imagen de Brasil y Argentina o para buscar la confrontación con Estados Unidos por el dólar”.
Sesuda reflexión.
La realidad parece ser otra. Estar molesto por la falta de información de sus “amigos” y porque le “roban la idea” sugerida hace 18 meses justamente en una reunión de la Celac.
A lo mejor pensó -es una forma de decirlo- que Fernández y Lula debieron consultarlo para recibir las “instrucciones adecuadas” y que avanzara la propuesta.
Quizá, solamente quizá, para sus adentros esté irritado porque Lula tenga mayor ascendencia en los países latinoamericanos. Jamás lo reconocerá y dirá que el carioca es su “hermano de lucha”.
No lo dirá, pero estará seguro de que le “robaron la idea” y la respuesta será de pronóstico reservado.
Qué tal una frase que aplicó a los ministros de la Corte: nada más llegan al poder y se olvida del proyecto.
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