Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Al presidente de la República le bastaron 18 días para descubrir que a partir de la elección de la ministra Norma Leticia Piña Hernández “…estamos notando que hay más actos que consideramos ilegales y de injusticias en contra del interés público”.
Palabras que quieren ser divinas.
Sí, pronunciadas por el presidente Andrés Manuel López en una de sus mañaneras que utiliza para denostar a sus adversarios y, como la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación impidió que Yasmín Esquivel Mossa -sí, la plagiaria de tesis- llegara al cargo, ahora es la que impulsa, según la visión presidencial, la corrupción y la injusticia.
Tratando de lavar el rostro, esconder la irritación, enterrar la amargura, mostró la cara de quien ha sido declarado “Tirano del Año” 2022.
“Ahora que ganó la señora Piña -no le llama ministra como debiera ser- y que supuestamente nosotros perdimos, como si nos importara estar sometiendo poderes como era antes, como estaban acostumbrados, pues ahora estamos notando que hay más actos que consideramos ilegales y de injusticias en contra del interés público”, diría mientras en la bodega en donde almacena los odios, los rencores y los planes de venganza, buscaba las palabras que le permitieran ocultar amargura que le ocasionó no haber podido adueñarse del Poder Judicial de la Federación.
¿Cómo le hizo para enterarse que hay más acciones ilegales y de injusticia?
¿Tiene una espía dentro del Pleno?
¿Cuenta con un lector de proyectos, de sentencias, de amparos?
Resulta risible, de menos, lo afirmado.
De entrada, hay que decir que no ha respetado los PODERES DE LA UNIÓN y ha logrado someter al legislativo, en donde por fortuna las oposiciones le arrebataron la mayoría calificada con lo que está impedido para realizar reformas constitucionales y, en franco reto y burla al Poder Judicial, modifica leyes secundarias contraviniendo los textos constitucionales.
Con Arturo Zaldívar Lelo de Larrea logró tener dominio, no control, de las decisiones que le importan personalmente, no por el bien del país ni por respetar el Estado de Derecho, sino porque es el único camino que encontró para que su proyecto político, si es que existe, prevalezca por los próximos 12 años.
El anterior ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, legalmente llamado el Palacio de la Justicia, sometió la independencia y poco faltó para que en la casa del herrero se utilizara el azadón de palo.
Aunque pregona que no es como los de antes y que el Ejecutivo no es “el poder de los poderes”, simplemente lo expresa de dientes para afuera, porque en su interior quiere ser el “amado Tirano” que tiene a su disposición todas las herramientas que lo comparan con Luis XIV porque, aunque no se crea, piensa que “el estado soy yo”.
Su ambición es absoluta. Y no lo oculta. Quiere mantener el poder de forma directa o bien a través de sus títeres. De ahí que el atentado en contra del periodista Ciro Gómez Leyva lo asuma como un “asunto de Estado” debido a que fue un acto que intentó la desestabilización, el sabotaje y la subversión. Ello habla del espíritu indómito de ser el “más brillante de la vía Láctea”.
Inocultable, por su aspiracionismo clasemediero, el disgusto por el fracaso de “tomar la Corte”, quizá suponiendo que los ministros no impuestos en su administración, están mancos y rengos. Ni una ni otra cosa. Y se lo demostraron.
No es novedad que ataque, no critique, al Poder Judicial de la Federación. Desde el inicio de su mandato, lanzó las advertencias y encontró eco en Zaldívar Lelo de Larrea quien se prestó, sumisamente, a “elaborar” -si fue cierto, de manera ilegal porque no es legislador- la iniciativa de reforma integral para combatir la corrupción, la impunidad y el nepotismo. El premió: la propuesta de violar la independencia de la Corte para que se mantuviera en el cargo hasta 2024. “Es el único que puede llevar adelante la reforma”, decía. Hoy no lo saluda ni lo invita a desayunar en Palacio Nacional.
Y cuando los ministros y ministras votaron en contra de sus arbitrariedades, los calificó de conservadores y corruptos. Incluso les espetó: a mi no me vengan con que la ley es la ley”.
Pretende respetar al Poder Judicial. Y hay que leer lo que dijo: …la Suprema Corte “es un poder autónomo, nosotros ya hemos dado a conocer nuestra convicción de respetar todo lo que resuelva la Corte y el Poder Judicial. Sin embargo, consideramos de que se trata de un Poder Judicial del antiguo régimen con muchos vicios y mucha corrupción”.
De haber ganado su protegida la presidencia de la Corte ¿en 18 días diría que la corrupción se abatió y la justicia se aplicó en beneficio de los mexicanos?
La amargura está en sus palabras. El dolor, en los hechos. Busca venganza. Como lo ha hecho toda su vida en todos los ámbitos.
Por lo pronto ya impuso un récord que registrará Guinness.
No lo dude.
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