Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
El pez -y más si es pejelagarto- por la boca muere, dice el sabio refrán.
Y nada mejor que aplicarlo al presuntuoso “ideólogo” de la 4t.
Durante años ha mentido y, sin embargo, jamás lo había reconocido.
Hasta que le ganó el berrinche de ser derrotado en dos instancias que quería controlar para su proyecto político.
Sí, se quitó la máscara y mostró el rostro de la ambición de poder, de ser el iluminado al que seguirán los pobres, esos de los que tanto habla y saca provecho.
Textual: Cuando se necesite defender, en este caso, la transformación, se cuenta con el apoyo de ellos (las personas pobres), no así con sectores de clase media ni con los de arriba, ni con los medios, ni con lo intelectualidad, entonces no es un asunto personal, es un asunto de estrategia política”.
¡Córcholis!
Desnudó su yo interno. Los pobre son y serán la carne de cañón para que su fracaso proyecto no sea enterrado como el NAIM.
Ahora los pobres sabrán qué presidente es al que apoyan.
Y es tiempo de preguntarles a esos 10 millones de mexicanos que forman parte del “ejército amlista” -otros sería el maderista, el carrancista, el zapatista, etcétera- si están dispuestos a llevar la M2, misma ametralladora con la que los capos de Sinaloa hicieron correr al Ejército de Culiacán.
O si están dispuestos a matar a los “enemigos” por el simple prurito de ser llamados por el “transformador” a defender lo indefendible.
Para el detestable inquilino de Palacio Nacional, los pobres son utilizados por la “estrategia” política que inventó para llegar al Poder.
Sale a relucir lo falso de su afirmación: “Por el bien de todos, primero los pobres”.
¿Primeros para qué?
El que llama hipócritas a los conservadores, neoliberales, corruptos, traidores a la Patria, seguramente se muerde la lengua cada vez que lo dice.
El derramamiento de bilis a causa de perder la posibilidad de controlar la Suprema Corte de Justicia de la Nación no obstante haber utilizado todo “el poder de los poderes”, lo hizo perder los estribos y mostrarse tal cual es: un aprovechado de la pobreza.
Por eso incrementó el número de pobres con su política económica.
Por eso intenta destruir a la clase media.
Y no se mete con los ricos, los verdaderos poderosos del dinero, porque sabe que, con en la Independencia y la Revolución, podrían pagar la “revuelta” en su contra.
Es temeroso de la verdad.
Y lo que más pavor le produce, es darse cuenta que su proyecto va en picada y no hay piso que lo detenga.
El arribo de Lula da Silva al gobierno de Brasil, lo desplazó del buscado liderato de las izquierdas en América Latina y hasta su “amigo”, Alberto Fernández, rinde pleitesía al brasileño y se olvida del tabasqueño.
¡Cuánta tristeza!… el sobrevalorarse, el sentirse único, hecho a mano, pieza fundamental del alineamiento de los astros, conduce al fracaso. Acusa de ser aspiracionistas a los clasemedieros y él pone sobre la mesa las ambiciones, nivel superior a la aspiración.
¿Qué hicimos los mexicanos para merecer un presidente que utiliza a los pobres, porque es una estrategia política, y busca desaparecer las clases medias?
Ojalá y los pobres haya escuchado sus palabras. Despertarán del falso sueño en el que les prometieron que serán los que reciban los beneficios de acabar con la corrupción… de los otros, no la del que ostenta el “poder de los poderes”.
El pejelagarto también por las fauces muere.
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