El presidente de Brasil, Luiz I. Lula da Silva, volvió a poner en el eje de su política la lucha contra la miseria y el hambre en el gigante sudamericano, una vez que tomó posesión para un nuevo mandato este domingo en la capital, Brasilia.
De acuerdo al mandatario, si regresó a la Presidencia brasileña fue «gracias a la conciencia política de la sociedad brasileña y al frente democrático que formamos».
«La democracia fue la gran vencedora, superando la mayor movilización de recursos públicos y privados jamás vista, las más violentas amenazas a la libertad de los pueblos y la más abyecta campaña de mentira y odio. A pesar de todo, prevaleció la decisión de las urnas”.
Lula expresó que cuando fue elegido presidente por primera vez, comenzó su «discurso de toma de posesión con la palabra cambio. El cambio que pretendíamos era simplemente implementar los preceptos constitucionales. El derecho a una vida digna, sin hambre, con acceso a empleo, salud y educación».
Recordó que dijo, en esa ocasión, que la misión de su «vida sería cumplida cuando cada brasileño y brasileña pudiera comer 3 comidas al día. Tener que repetir este compromiso hoy es el síntoma más grave de la devastación que ha impuesto al país en los últimos años».
Lula recordó que ninguna nación puede sobrevivir en condiciones de miseria y por ello prometió rescatar del hambre a 33 millones de personas y de la pobreza a unos 100 millones en total.
Aunque calificó de «destrucción» la labor ejecutada por el Gobierno de Jair Bolsonaro, dijo que no lo anima un espíritu de venganza, aunque sí utilizará la justicia para hacer que se esclarezcan todos los delitos cometidos en estos últimos años.
«Hay que reconstruir la democracia en nuestro país», expresó Lula. En ese mismo sentido, explicó algunas ideas básicas de lo que será su programa de Gobierno en materia económica, el cual busca la reactivación del país y el impulso del empleo. Prometió acabar con «la vergonzosa fila del desempleo».
El mandatario dijo que «Brasil debe estar en la primera línea de la economía global». Prometió, por otra parte, alcanzar la «Deforestación cero», en la Amazonía.
Lula explicó las razones de la creación o rescate de los ministerios que formarán parte de su Gabinete: derechos humanos, mujeres, Justicia, pueblos indígenas y Medioambiente, entre otros.
Sobre el último particular, afirmó: «Ningún otro país tiene las condiciones de Brasil para convertirse en una gran potencia ambiental. Vamos a iniciar la transición energética y ecológica hacia una agricultura y minería sustentables, una agricultura familiar más fuerte y una industria más verde».
Sobre las víctimas de la pandemia de la Covid-19, cuya responsabilidad atribuyó al expresidente Bolsonaro, Lula dijo que fue resultado de «la actitud criminal de un gobierno negacionista e insensible a la vida. Las responsabilidades de este genocidio deben ser investigadas y no deben quedar impunes. Lo que nos toca, en este momento, es solidarizarnos con los familiares de casi 700.000 víctimas».
Sobre la proyección internacional, el nuevo mandatario manifestó que «la relevancia de las elecciones en Brasil se refiere, finalmente, a las amenazas que viene enfrentando el modelo democrático. En todo el planeta se articula una ola de extremismo autoritario que difunde el odio y la mentira a través de medios tecnológicos que no están sujetos a controles transparentes».
En definitiva, Lula afirmó que ahora su «misión más importante será honrar la confianza recibida y responder a las esperanzas de un pueblo que sufre, que nunca perdió la fe en el futuro ni en su capacidad para superar los desafíos».
Tras las ceremonias en el seno del Congreso, Lula se dirigió a quienes se reunieron para saludarle en las afueras del Palacio de Planalto: «Una forma de recordar y devolver el cariño y la fuerza que recibí todos los días del pueblo brasileño, representado por la Vigilia Lula Livre, en uno de los momentos más difíciles de mi vida», apuntó al inicio de su discurso.
El mandatario ratificó las líneas principales del mensaje trasmitido una hora antes en el parlamento.
Asimismo, apuntó que gobernará «por los 215 millones de brasileños y brasileñas, y no solo por los que votaron por mí. Gobernaré para todos y cada uno, mirando hacia nuestro brillante futuro común, y no a través del espejo retrovisor de un pasado».
Al recordar su discurso de investidura en 2003, Lula dijo que el principal compromiso que asumió en aquel momento «fue luchar contra la desigualdad y la pobreza extrema, y garantizar a todas las personas el derecho a desayunar, almorzar y cenar, y cumplimos ese compromiso», sin embargo, lamentó que «20 años después, volvemos a un pasado que creíamos enterrado».
Ratificó, por otra parte, que el Gobierno que asume este domingo está comprometido «a combatir día y noche todas las formas de desigualdad. Ingresos, género y raza. Desigualdad entre los que tiran la comida y los que solo comen las sobras. Es inadmisible que el 5 por ciento más rico tenga la misma participación en los ingresos que el 95 por ciento restante», apuntó.
En otra parte de su discurso, el mandatario apuntó los logros de los Gobiernos del PT (2003-2016) pero matizó que «no estamos interesados en vivir en el pasado. Por eso, lejos de toda nostalgia, nuestro legado será siempre el espejo del futuro que vamos a construir para este país».
Lula concluyó que el golpe de Estado de 2016, contra la presidenta Dilma Rousseff, fue finalmente derrotado el pasado 30 de octubre de 2022.
En definitiva, Lula concluyó sus palabras pidiendo a los asistentes «que la alegría de hoy sea la materia prima de la lucha de mañana y de todos los días venideros. Que la esperanza de hoy fermente el pan que se repartirá entre todos».
Información: teleSURtv.net
Foto: Twitter @rolandoteleSUR