Campesino / Amenaza directa
Miguel A. Rocha Valencia
La amenaza fue directa y provino del secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, quien hizo suyas las advertencias del ganso de Macuspana con aquello de conmigo o contra mí, refiriéndose a quienes pensamos distinto y no vemos el espejismo de país que ellos, los del poder, vislumbran y que desde hace mucho a tiempo atisbamos rumbo a la dictadura.
Disentir para el generalote, significa que quien “comentarios tendenciosos que generados por sus intereses y ambiciones personales antes que los intereses nacionales, pretenden apartar a las Fuerzas Armadas de la confianza y respeto que deposita la ciudadanía en las mujeres y hombres que tienen la delicada misión de servir a su país”.
Días antes advirtió que regresar a los soldados a los cuarteles, “podría traer problemas”, pero no dijo para quién o quiénes, dicho que seguramente recibió el mesías tropical al asumir el poder Ejecutivo y que lo llevó a recular y “rectificar” su criterio en torno a dejar a los soldados en las calles en vez de regresarlos a sus bases.
No se vio a un general secretario sumiso o servil, sino empoderado ante un profeta cuatrotero más que satisfecho, con cara de palo, como si la tal advertencia llegara a él mismo. Explicándose con toda claridad que el empoderamiento de las Fuerzas Armadas y su escalamiento a posiciones de dinero, empresas y administración del crimen organizado, podría estar más allá del poder presidencial.
De esa manera también se entendería porqué el macuspano asumió la responsabilidad por la liberación de Ovidio Guzmán a pesar de existir orden de aprehensión y petición de extradición a Estados Unidos, de mismo modo se entiende la manga ancha a verdes y blancos para despacharse con la cuchara grande el presupuesto y hacer lo que quieran en materia de seguridad, donde la prioridad no es combatir a los cárteles sino administrarlos y, por qué no, regentearlos.
El caso es que de los dichos del generalote se desprende incluso la filosofía expresada por el caudillo de Tepetitán en el sentido de la estrategia de seguridad: abrazos no balazos, no confrontación de las Fuerzas Armadas con criminales, incluso pasando humillaciones e incluso llegar a solicitar a un gobierno extranjero la liberación de un exsecretario a pesar de contar con investigaciones en torno a su compromiso con la delincuencia.
Y al advertir Sandoval González que esa presunta división derivada de los diversos puntos de vista y formas de pensar ponen en riesgo la soberanía o propician la injerencia de países extranjeros, copia o revela otra parte del discurso del mesías tropical, quien decidió no envolverse en la bandera patriotera con la cual amenazó durante varias semanas.
De ese discurso sólo le faltó al divisionario acusar a quienes pensamos con independencia que somos traidores a la patria y que, para ellos, habrá paredón o juicios sumarios como los que aplica el ganso todos los días en Palacio Nacional, solo que en este caso quienes fueran acusados podrían ser pasados por las armas.
Suena a exageración, pero no lo es. Chencho se vio empoderado, con su propio script y quienes estaban presentes en la ceremonia de este 13 de septiembre, aplaudieron, aunque con cierta timidez.
Si se trató de intimidar, lo hizo, pero al mismo tiempo la amenaza que suena a dictadura militar con un monigote intrascendente, domesticado y sometido como parapeto para darle tintes democráticos, en un disfraz del que la 4T ya no puede despojarse.
Se entendería porque hasta los cercanos al tlatoani olmeca lo desconocen y afirman que aquel profeta con quien convivieron y conocieron hoy es otro que contradice hasta sus propias palabras y se alejó de los postulados manifestados durante años.