NIDIA MARIN
Fue la primera vez que un o una monarca de la Gran Bretaña visitaba México. Fue la segunda Reina que llegaba al país (la primera fue la Reina Juliana de Holanda en 1964): Y la visita de Isabel II exhibía al mundo que las confrontaciones diplomáticas durante el siglo XIX ya no eran tema. Ella, acompañada del amor de su vida, el príncipe Felipe de Edimburgo, arribó a un país que nunca olvidaría.
Para ese tiempo (24 de febrero de 1974) ya ni se recordaba la tensión registrada en las relaciones del Reino Unido con México en el siglo XIX tras la moratoria de pagos decretada para España, Francia y el Reino Unido por Benito Juárez en 1861 y cuya consecuencia fue el envío de buques de guerra de las tres naciones a las costas mexicanas, en diciembre de ese año, para exigir los pagos.
Peeero afortunadamente los reinos de España y de Gran Bretaña se dieron cuenta de que estaban cayendo en un garlito preparado por Napoleón III para colonizar México, por lo cual a principios de 1862 retiraron sus navíos de guerra y seguramente le pintaron un finger al francés.
El tiempo sería el encargado de restañar las heridas entre México y el Reino Unido, sobre todo al participar nuestro país en la Segunda Guerra Mundial, precisamente en el Frente del Pacífico, en 1944, con el afamado Escuadrón 201, cuando gobernaba el padre de doña Isabel II, la que sucedería en el trono a Jorge VI que entonces reinaba.
Y para que se viera la buena voluntad la visita no recordaba el negrito en el arroz, sino conmemoraba el 150 aniversario del acuerdo comercial y de navegación entre Reino Unido y México, firmado en 1825, antes que aquel tercer Napito pretendiera aprovecharse.
Ella pues, de los 23 jefes de gobierno que visitaron México durante el sexenio de Luis Echeverría Álvarez, fue la número 12. Sí, la reina Isabel II, quien para entonces cumplía 23 años en el trono.
Tal vez doña Isabel jamás se habría imaginado la respuesta callejera de los mexicanos para las convocatorias de los gobiernos priistas, pero sobre todo la curiosidad que una monarca desataba en un país presidencialista.
Las calles estaban repletas de curiosos. La CTM y sus líderes en la Ciudad de México llevaron a miles y miles de trabajadores para recibirla y rendirle pleitesía, encabezados por Luís Echeverría Álvarez y “La Compañera” Mará Esther Zuno de Echeverría.
Quien esto narra era reportera del periódico El Universal, para el cual “cubría” la “fuente” de Relaciones Exteriores y de ahí que hubiera de recorrer una parte de la gira realizada por la Reina.
En Oaxaca, doña Isabel visitó las ruinas de Monte Albán, acompañada de “La Compañera” y del gobernador Manuel Zárate Aquino.
Ella, la reina, desde las alturas observaba aquellas maravillas. Nosotros los reporteros, desde la parte de debajo de la Gran Plaza mirábamos como el aire levantaba la falda de la monarca y mostraba las piernas reales, por cierto contorneadas y bien hechas de acuerdo al reportero (QPD) de Excelsior, Agustín Salmón.
De nada pues, sirvieron los balines que presuntamente colocaban en la bastilla de la falda de doña Isabel para evitar que el aire hiciera sus jugarretas en los eventos masivos. Estábamos en el mes de las ventoleras. Y febrero loco hizo de las suyas.
Tampoco para las reporteras mujeres era un lecho de rosas. Doña María Esther había prohibido que fuéramos enfundadas en pantalones. Y cumplimos, pero ¡ay! la minifalda estaba en su apogeo, así que de por sí se exhibía una buena parte de muslos y pantorrillas y… con el aíre…era la dicha de los señores, pero en fin ni la Reina se salvó del ventarrón.
“La Guelaguetza” fue el gozo de la monarca y su comitiva, pero también de su anfitriona doña María Esther, quien gustaba de la música, los bailes y las tradiciones mexicanas (de ahí el grupo que fundó “Las Palomas de San Jerónimo”) de tal manera que fue todo un acierto invitar a la Reina a Oaxaca.
También lo sería llevarla a Guanajuato, donde las estudiantinas le dieron a probar una tradicional “callejoneada”, aunque más allá de la música (esta vez sin picaresca) la Reina deambuló por la Alhóndiga de Granaditas, el Teatro Juárez se trasladó a la Universidad de Guanajuato, donde conversó con algunos estudiantes.
Ya en las afueras doña Isabel contemplaba la belleza de las escalinatas, cuando un can callejero, con gran tranquilidad se colocó entre las piernas de la Reina. No le movió ni la falda.
Los “guaruras” se volvieron locos de la desesperación. No sabían cómo sacar al can de aquel sitio. “¡Úchala perro!”, “¡Salte de ahí animal!” Y el can no se movía, Ellos desesperados volvían la mirada hacia el gobernador (Luís Humberto Ducoing Gamba) y agitando el índice señalaban el cálido sitio donde estaba el perro.
No contaban con que a doña Isabel le gustaban los animales, sobre todo los perros y los caballos, por lo que, seguramente, el can de marras, olfateó a sus congéneres allende el Atlántico y hasta que se le dio la gana se retiró.
Ella, discretamente, sólo miró como caminaba calle abajo, mientras los “guaruras” suspiraban aliviados.
De ahí se trasladaría al mercado y recibió con agradecimiento desde artesanías y cobijas hasta alimentos como charamuscas, fresas y bisnagas, que una edecán colocaba en una canasta de mimbre.
¡Y claro! que la pareja disfrutó el viaje hasta el último momento (tanto, que después regresaría). Ya casi para partir, la Reina Isabel y el Príncipe Felipe, hospedados en el hotel Camino Real de la Ciudad de México, a través de la embajada de Reino Unido ofrecieron un coctel en uno de los salones.
Al evento no acudieron don Luis ni doña María Esther, pero si los integrantes de la prensa que habían “cubierto” la visita real.
Ella, elegante y discreta, con una pequeña corona, saludaba con un movimiento de cabeza a los asistentes. Él rodeado de periodistas, todos hombres y sólo esta reportera, conversaba animadamente sobre su patria y su recorrido por México, país que él conocía muy bien debido los hermanos Gracida, jugadores de polo, constantemente lo invitaban a participar en torneos, de la misma manera que el Felipe los invitaba a Reino Unido.
Pues bien, en plena charla y mientras disfrutábamos el momento, esta reportera pretendió halagar al príncipe y le dijo en inglés “que bonita corbata”, sólo que en lugar de la palabra “Tie”, dije “skirt”, por lo cual, con el humor que le caracterizaba, respondió:
-Hoy no vine vestido de escocés.
Las carcajadas se escucharon hasta Palacio Nacional.
Al día siguiente la Reina y el príncipe volaron hacia Veracruz para regresar a su patria.
Hoy jueves 8 de septiembre de 2022, la Reina Isabel de Inglaterra (séptima mujer en reinar en aquel país) falleció. En el trono le sucederá su hijo. Será Carlos III, quien como príncipe también visitó México.
¿Y cómo rey?
Ya lo es y lo veremos.