El presidente Bolsonaro, de 67 años, encabezó un mitin en la misma esquina en la que fue apuñalado en la campaña de 2018, en Juiz de Fora, en el estado de Minas Gerais. «La ciudad donde renací», dijo en un discurso cargado de declaraciones patrióticas y alusiones a Dios y a la Biblia.
Bolsonaro reiteró su promesa de luchar contra la inflación de dos dígitos, el aborto, las drogas y defender la «propiedad privada», blandiendo la amenaza «comunista» en Brasil si pierde los comicios en octubre.
«¡Mito, mito, mito!», le corearon centenares de seguidores. Su esposa, Michelle Bolsonaro, suscitó igual o incluso más entusiasmo.
«Ella es la persona más importante aquí», dijo el mandatario sobre la primera dama, una ferviente evangélica que cobró protagonismo en la precampaña.
Michelle, vestida con una camisa amarilla, invitó al público a rezar el Padre Nuestro, lo que conmovió a muchos.
En estas elecciones está en juego «nuestro futuro, (…) el de la familia, la patria», dijo Márcio Bargiona, un expolicía de 55 años, alineándose al lema bolsonarista «Dios, patria, familia y libertad».
El expresidente Lula, de 76 años, buscó captar en su primer discurso de campaña a los más pobres y a la clase obrera, en un acto desde una fábrica automotora en Sao Bernardo do Campo, en la región metropolitana de Sao Paulo donde se forjó como líder sindical en los años 1970.
«Fue aquí donde todo ocurrió: aquí aprendí a ser persona, adquirí conciencia política (…) en este día tan importante en mi vida, en el inicio de la campaña electoral, vine aquí a decirles que vamos a ganar la elección», aseguró el líder de las encuestas, desde una pequeña tarima rodeada de cientos de obreros.
A pesar de su edad, dijo sentirse «con la energía de 30» y que volverá al poder para «recuperar el país», al tiempo que criticó a Bolsonaro llamándolo «genocida» y «negacionista» por su gestión de la pandemia que dejó 680.000 muertes en Brasil.
«Si hay alguien poseído por el demonio, ese es Bolsonaro», disparó el exmandatario, encendiendo la platea.
«Lula es la esperanza de los brasileños para mejorar sus condiciones, representa el poder de los trabajadores», dijo el soldador Maurício Souza, de 48 años, que recibió a su candidato tocando la trompeta.