*Tiempo de Renovación, de Ceremonias, y Ofrendas y de Hablar con Dios
*También con Quienes nos Antecedieron Para Comunicarles Nuestras Angustias
*Pero la Abuela Recomienda Hacerlo en el Momento Exacto: en el Solsticio
*Fue el día 21, Pero la Guardiana del Toltekayotl, Sigue en su Labor del “Sol Quieto”
*Y son Fechas en que los Mexicanos Acuden a Visitar a sus Antepasados
SUSANA VEGA LÓPEZ
Son muchos los lugares donde las personas deciden asistir para presenciar el solsticio de verano, el día más largo del año, que en esta ocasión entró el pasado martes 21 de junio a las 4:14 de la madrugada. Y es que en el solsticio de verano el sol alcanza su punto más alto; se termina la primavera y, dicen los que saben, es momento de realizar rituales de sanidad, de energización del cuerpo y el alma, de sacar todo lo que no es bueno para las personas.
Los griegos pensaban que con el solsticio se abrían puertas a otras dimensiones; los aztecas rendían cuto a Tonatiuh, dios del Sol, para obtener buenas cosechas; en tanto que los mayas afirman que el solsticio de verano marca el inicio de la recolección de los frutos y las cosechas, por lo que es de gran relevancia para la agricultura y la economía de los pueblos originarios.
La Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció que la celebración de solsticios y equinoccios es una encarnación de la unidad del patrimonio cultural y las tradiciones de siglos de antigüedad.
El solsticio, que significa “sol quieto”, es un fenómeno extraño porque se sabe que todo el año el sol está en movimiento, de un lado a otro, y cuando llega el solsticio se queda quieto por tres días y envía sus rayos fecundantes y energizantes con más fuerza y poder.
Así lo explica, a Misión Política, la abuela Tlawiyolotl, mujer que sana, mujer de medicina tradicional, que dice que ese día el velo (aquello que nos separa del mundo de la divinidad y de la energía superior) de nuestros ancestros idos “se hace más delgado”.
En este día, señala, se han hecho los rituales más potentes de la humanidad para apelar la ayuda de los dioses y de nuestros antepasados; es un tiempo para renovarse; de realizar ceremonias, de ofrendar, de hablar con Dios y con quienes ya trascendieron para comunicarles todas nuestras angustias; para entregarles nuestras ansiedades y aquello que no queremos, “pero se recomienda hacerlo justo en el momento exacto cuando entra el solsticio”, especifica la también guardiana toltekayotl.
Es en el solsticio cuando se debe pedir, solicitar, invocar que “los dioses y nuestros ascendientes nos aconsejen, que nos guíen y brinden el apoyo que requerimos para comenzar algo nuevo o terminar con un ciclo”, aconseja Tlawiyolotl (corazón luminoso), quien estudió pedagogía en la UNAM.
Para esto se recomienda anotar en una hoja todo lo que se va a agradecer y todo lo que se desea liberar de la vida, de tu vida, como impurezas, vicios, malas costumbres, debilidades, apegos y aquello que nos limita o densifica. Acto seguido se tendrá que quemar dicho papel.
Después, hay que anotar todo lo que anheles, como por ejemplo: salud, amor, paz, alegría, voluntad, armonía, honestidad, trabajo, pareja, etcétera y guardarlo en un lugar protegido para que cada vez que se necesite, se vuelva a leer y, al mismo tiempo, se vuelva a pedir para reforzar tus deseos.
Y es que tan sólo al escribir se produce un fenómeno extraordinario “así lo describe la medicina ancestral, la espiritualidad, la ciencia, la psicología, la neurolingüística, pues al poner las cosas en orden en un papel, en automático se producen cambios en nuestra mente, se abre nuestro corazón y nos auto sanamos”.
Rosario Fernández, estudiosa y guardiana de la Toltekidad desde hace 20 años, entrevistada en el bosque de Ahuacatitlán, Morelos, confió en que se debe aprovechar esa fecha sagrada no sólo para liberar lo que cargamos sino también para empoderar nuestro espíritu divino, recargarnos de esa fuerza que se requiere en estos tiempos y no decaer en las bajas y densas energías que nos debilitan.
“Muy importante, juntos, invocar -desde donde nos encontremos-, colectivamente, que venga la intervención del cielo, la fuerza divina de nuestros guías, maestros ascendidos, predecesores, para que nos den su apoyo en este tiempo por el que estamos pasando y refuercen nuestros procesos sagrados para bien de todos”.
Así, el estado de ánimo que mantengamos, enfatiza la abuela, será nuestra base emocional, energética, con la que nos moveremos los siguientes tres meses, cuando llegue el equinoccio. Es por ello que debemos mantenernos en paz, armonía, confianza, fe, esperanza, sanación, auto perdón, compasión, para manifestar el cielo en la tierra.
Gracias a este tipo de conmemoraciones se fortalecen los lazos entre los pueblos sobre la base del respeto mutuo y los ideales de paz y buena vecindad. Por todo ello, en 2019 la ONU proclamó el 21 de junio Día Internacional de la Celebración del Solsticio.
Ésta y otras fechas hacen que los viajeros asistan a rituales en diversos lugares como la Zona Arqueológica de Chichen Itzá, un centro ceremonial que comprende sitios como el Cenote Sagrado, el Templo de las Mil Columnas, el Juego de Pelota, el Observatorio y la Pirámide de Kukulkán, ésta última reconocida como una de las 7 Maravillas del Mundo Moderno, porque es un lugar ideal para la reflexión, la meditación.
Así lo confirman las cifras dadas a conocer por el secretario de Turismo del Gobierno de México, Miguel Torruco Marqués, que señalan que durante junio del presente año, mes del solsticio de verano, se prevé una derrama de 171 millones 295 mil dólares en la Zona Arqueológica de Chichen Itzá, en Yucatán.
Tan sólo este mes, se estima la llegada de 188 mil 264 visitantes nacionales e internacionales a este emblemático sitio, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988. Además, se espera el arribo de 6 mil 452 turistas nacionales e internacionales a cuartos de hotel, con una ocupación del 47% y una derrama de 491 mil dólares por concepto de hospedaje.
Ahora, resta esperar el siguiente solsticio, el de invierno, el próximo diciembre, para deshacernos de las malas vibras, sanar, y pedir aquello que nos hace felices aunque, claro, siempre habrá más fechas para efectuar rituales de sanación.