Sumisión y fin de la Autonomía en Universidades y en Quien se Deje

NIDIA MARIN

“Au-to-no-mía”. En México hay que deletrearla para que se entienda, sobre todo en el más alto nivel del poder. Ésta, la autonomía, es la potestad o el poder de establecer sus propias normativas y órganos de gobierno dentro de la autoridad de un Estado.

En el mundo hay cientos de organismos autónomos, que cuentan con autogobierno o lo que es lo mismo potestad y albedrío. En México no. Se exige sumisión. 

En España, por ejemplo, hasta existen autogobiernos en algunos territorios. Por lo general son respetuosos de las normas que los rigen. 

En México no. El amago de intervencionismo presidencial constantemente pone en jaque a las instituciones, muchas de las cuales simplemente son desaparecidas del mapa nacional.

Hoy, las que fueron eclipsadas en lo que va del sexenio son, entre otras: el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) extinto en 2019; el Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol) y dos abolidos el año pasado:  el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático y el Instituto Mexicano de Tecnologías del Agua (IMTA) (INECC). 

Otros a los que ni las gracias les dieron, fueron: el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, el Consejo de Promoción Turística, Pro México y el Instituto Nacional del Emprendedor.

Ni siquiera llevaron a cabo una evaluación de impacto en términos sociales, laborales y económicos. Simplemente los tacharon y los expulsaron. 

La desaparición se efectuó no obstante que, como otros, estaban establecidos y configurados directamente en la Constitución, contaban con una o varias funciones primordiales del Estado, lo que implicaba autonomía técnica. 

También estaban facultados para la expedición de sus propias normas y la capacidad para definir sus necesidades presupuestales, además de administrar y emplear los recursos económicos que les eran asignados, así como mantener con los otros órganos del Estado relaciones de coordinación.

Pues ya les dijeron adiós. 

De acuerdo a la Universidad ICEL, si desaparecen más organismos autónomos las consecuencias serán: menor inversión; además de controversias no solamente locales sino internacionales; desprofesionalización de la burocracia; riesgo en materia económica y administrativa e intervención directa de los partidos políticos.

Ese es el asunto de hoy. Sí, la desaparición de tales organismos, tiene como fondo que la autonomía se considera un asunto político de los partidos (en este caso es el que hoy está en el poder) para apoderarse de votos, recursos económicos, poder y decisiones de las instituciones, como… las universidades.

Por ello, en México, son numerosas las instituciones con autonomía que están defendiéndose como gatos boca arriba. Y van ejemplos: 

El Banco de México (hasta cierto punto), la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (cada vez más vulnerada), el Instituto Nacional Electoral (actualmente con la espada de Damocles pendiente sobre su cabeza); la Comisión Federal de Competencia Económica; Instituto Federal de Telecomunicaciones; Instituto Nacional de Transparencia , Acceso a la Información y Protección de Datos Personales  (INAI); Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL); Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y la Fiscalía General de la República (FGR), con sus asegunes. 

Actualmente, hay algún organismo o institución que es la obsesión presidencial, por lo cual constantemente está en el ojo del huracán, es la UNAM. Acabar con su autonomía es una fijación en el zócalo. De ahí que por sexta o séptima vez en lo que va del sexenio (afortunadamente ya de salida), los dirigentes de la máxima casa de estudios de México tienen que soportar las agresiones y amenazas veladas desde Palacio Nacional.

Ellos han tenido que aplicar arrobas de prudencia y de sensatez para evitar caer en los constantes garlitos. Hay que aclarar que la paciencia del santo Job está del lado de las autoridades universitarias, pero de continuar las agresiones no se sabe si habrá tolerancia de parte de los estudiantes.

Ante las agresiones, otras universidades autónomas en el país sopesan los sucesos. Sí, porque en México hay 32 universidades autónomas en total. Los Estados de la República con una cada uno son: Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Campeche, Colima, Chiapas, Durango, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas.

Únicamente cuatro entidades cuentan con dos universidades autónomas: Coahuila (la del mismo nombre y la Autónoma Agraria); Chihuahua (la del mismo nombre y la de Ciudad Juárez); Ciudad de México (UNAM y UAM); y Estado de México (Autónoma del mismo nombre y la de Chapingo).

De tal manera que más vale reflexionar antes de causar un conflicto en la República.

De las mencionadas casas de estudio todas fueron creadas en el siglo XX. Sólo una, la UNAM fue creada en los años 20 (1929). La siguiente fue la de Yucatán en 1938.

A continuación, en la década de los 50’s se fundaron siete; en la de los sesenta se erigieron 11 y en los setenta 12.

Sin embargo, en total en nuestro país (con autonomía o sin ésta) suman 3,086 Universidades.

De ahí que en América Latina y en el mundo están pendientes de lo que suceda en esa materia con la UNAM, institución donde lo que se refiere a la organización y a la gestión se llevan a cabo de manera independiente de otros organismos y entidades, por ejemplo, del poder político.

Pero allá por el centro de la Ciudad de México no oyen, ni ven, ni entienden. Como todo autócrata que se respete: la todología es su fuerte y la destrucción su bandera.

Mientras en la UNAM están esperando su visita. Y cuando los estudiantes levantan el brazo derecho, una piedra se observa en el puño.

Sí que como cantaba la Santanera… “y los agresores, ya saben, ya saben…”   

 

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