“Veredicto Final”

DEL CINE Y LAS LEYES

“No Habrá Otros Casos…Éste es el Caso”

HORACIO ARMANDO HERNÁNDEZ OROZCO

“Veredicto Final” (“The Verdict”) película dirigida magistralmente por Sidney Lumet; protagonizada por Paul Newman (Frank Galvin), Charlotte Rampling (Laura Fisher), James Mason (Ed Concannon), Jack Warden (Mickey Morrissey) y Milo O´Shea (el juez Hoyle), cuyo estrenó fue en 1982.

Frank Galvin, un abogado de edad madura venido a menos, pasa el tiempo bebiendo y haciendo pequeños trabajos; en 15 días empieza el juicio del caso de error médico cometido en un hospital; ha recibido una oferta económica para arreglar el asunto, pero la rechaza, pues ve la oportunidad de reivindicarse.

Basada en la novela homónima de Barry Reed, quien fue un abogado de Boston, Massachusetts; la película muestra lo oscuro del sistema de justicia, una crítica genérica a la corrupción judicial, a la indiferencia de los que ostentan el poder desmedido, pero también es una historia de ética profesional, de hacer lo justo, lo correcto, de ponderar la verdad sobre la mentira.

DINERO VERSUS 

JUSTICIA

Galvin patrocina a una joven que ha quedado en estado vegetativo por una negligencia médica; los familiares de la víctima han demandado a los médicos que participaron en la operación y al Hospital St. Catherine, institución con un gran prestigio, pues pertenece al arzobispado de Boston; el Monseñor Brophy, desea lograr un acuerdo económico para evitar el juicio y la secuela mediática.

Hay una propuesta bastante atractiva que Galvin rechaza sin haber consultado antes a la familia, y la pregunta sería: ¿puede un abogado rechazar un arreglo económico sin consultar a sus clientes previamente?

La oferta es rechazada, pues lo que quieren es comprarlo para que mire hacia otro lado; tan es así que Morrisey, su antiguo mentor le replica: “De eso se trata, déjate comprar, deja que compren el caso.”

Es usual que en los acuerdos reparatorios o convenios judiciales se busque un buen arreglo, pero ello no implica comprar al abogado de la contraria, pero ¿Por qué no acepta el trato?

LA ÉTICA APRIETA, 

PERO NO AHORCA.

Galvin está jugando pinball entre las sombras de un bar, donde bebe y fuma, es patética la escena cuando falla la última bola del juego, pues bien sabe que no ha perdido una partida, sino su vida entera, como si en el hoyo de la mesa de pinball dejara su ser.

Hay tiempos de crisis y para el protagonista son obvios, busca clientes dejando su tarjeta de presentación en velatorios a los deudos haciéndose pasar por amigo del recién fallecido, pero ¿qué tan ético es que finjas haber conocido a un difunto sólo por lograr un cliente?

Él sabe que está actuando mal, y se odia a sí mismo, pero su vida no fue siempre así, antes pertenecía a una de las mejores firmas de Boston, con un envidiable currículum, pero una falta deontológica hizo que de denunciante se convirtiera en acusado, perdiendo todo su prestigio, pues uno de los socios del despacho sobornó a un miembro del jurado y culpó falsamente de que Galvin lo había hecho, nunca delató al corrupto abogado y se vio obligado a renunciar a la firma.

Va al hospital donde está su “clienta” para tomarle unas fotos y así conseguir un mejor arreglo (otra falta deontológica); pero el perene estado comatoso de la joven mujer impacta a Galvin y sabe que debe hacerse justicia, porque si acepta el arreglo económico nadie sabrá la verdad de lo sucedido, que una chica confió en dos médicos que la dejaron prácticamente sin vida.

“…y la verdad os hará libres” (Juan 8:32), pero si nadie conoce la verdad, nadie será libre.


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