*Solo Falta Cartel del Bienestar al Estilo de Robín Hood,
ALFREDO MEJÍA MONTOYA
En el ambiente político del país flotan intensos aires de incertidumbre, nunca antes en la contemporaneidad del tiempo, había estado tan convulsionado, tan dividido, tan inoperante, tan lejos de los ideales de los ancestros independentistas y revolucionarios, cierto, las formas tienden a cambiar por la dinámica social, política y económica, máxime que estos cambios se van ejecutando paulatinamente, cualquier transformación requiere de gente preparada, profesional, de verdaderos líderes, con proyectos, planes y programas previamente pasados al análisis de la historia, no de grupos advenedizos, populistas o autocráticos.
Actualmente parece que hay dos países: uno con gobierno y el otro sin él; uno que desdeña al inversionista y otro que no desea invertir; uno que actúa fuera del estado de derecho y otro que exige que éste se respete; uno que todos los días gasta miles de pesos en una conferencia de prensa matinal donde se ataca a la otra mitad, y otro que desea que el dinero público se gaste en las necesidades primarias que un gobierno debe procurar a la población, … como servicios eficientes, de salud, en seguridad de sus bienes y su persona, de empleos y su bienestar.
La falta de preparación para gobernar de algunos políticos contemporáneos hace que la política muestre su verdadera capacidad para hacerlo, exponiendo su carencia, y ello causa implosión en tendencias autócratas y sobre todo contra el estado de derecho, esa perspectiva deja severas dudas respecto de la legalidad y legitimidad del gobierno actual que comanda el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Asalto a Palacio Nacional. Toda esa actividad genera acciones vinculadas al poder absoluto, dogmáticamente se usa como excusa para liberar a la nación y su población, creando enemigos que solo existen en su mente, para legitimar su poder, no precisamente para gobernar, crea fantasmas que sirven de plataforma política para llegar al poder, a los enemigos les denomina conservadores, neoliberales, clasemedieros, periodistas, los aspiracionistas, los fifís, y toma por asalto palacio nacional, lo hizo su bunker, su guarida, su fortaleza, desde donde todas las mañanas arremete contra sus enemigos imaginarios y los que va inventado día con día, a fin de distraer al pueblo de los verdaderos problemas que le aquejan al país y olvidarse de las políticas públicas que le proporcionen bienestar a los ciudadanos, tarea ineludible del mandato presidencial. La cuasi política pública de López Obrador de entregar dinero público a una parte de la población, no genera bienestar propiamente dicho, el etiquetar a toda acción de gobierno con el término bienestar tampoco. ya que no persigue otorgar una mejor calidad de vida, por lo que adjetivos cómo el de gas bienestar, banco del bienestar, pensión del bienestar, tarjeta del bienestar, línea del bienestar, etc., no generan bienestar, ya casi estamos en presencia del Cartel del Bienestar al estilo de Robín Hood, que le quita a los que tienen para darlo a los que carecen, en una injustificada redistribución de la riqueza.
Cada acción que se realiza al tratar de conducir el país, genera reacción de la parte no beneficiada directamente de tales programas de “bienestar” sobre todo, porque con sus aportaciones llámese contribuciones fiscales, se alimenta la conciencia y la voluntad de miles de mexicanos que por interés no por convicción aceptan la dádiva, dicho apoyo no los sacará de pobres, al contrario, genera más pobres, será realmente el objetivo de López Obrador, le encantan los pobres sobre todo para su proyecto electoral, por ello, cada año, aparecen más pobres según lo constata el análisis del INEGI.
Sin embargo, no todo queda ahí, en su paranoia siempre ve enemigos por todos lados y ya en varias ocasiones ha acusado que se está gestando un golpe de estado en su contra, qué casualidad, dice en su contra y no al gobierno o régimen que representa. Desde siempre está a la defensiva, gastando millones de pesos de los contribuyentes en sus matinales, que sirven solo para ofender a sus enemigos imaginarios, llamándoles golpistas, término usado por más de uno de sus soldados sin uniforme color olivo, como López Gatell, Noroña, Delgado, Sheinbaum, Cuitláhuac, Batres, Padierna, el término ya permeó en sus fieles seguidores.
Golpe de Estado Democrático (GED). Ante ello, efectivamente sin pretenderlo, si se han gestado acciones tendientes a manifestar un gran descontento popular, empresarial, de padres de niños con cáncer, de medios de comunicación, de feministas y de ciudadanos, y con ello, el arribo de un golpe de estado, pero no el golpe de estado tradicional, vinculado a una intervención militar, sangrienta y violenta, (no, porque López Obrador tiene a su GN y al Ejercito de su lado con múltiples canonjías con cargo al presupuesto fiscal) y eso en la historia del México contemporáneo libre y promisorio es un imposible. Mismo que sería condenado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y por gran parte de la comunidad internacional.
Es así, que el dogma crea figuras novedosas, términos jurídicos, conceptos o adjetivos acordes a la nueva normalidad, y nos referimos al golpe de estado democrático, que la sola expresión denota contradicción en su más pura concepción, pero no, … es como cuando un grupo inicia un régimen autoritario con el pretexto de liberar al país de los conservadores y neoliberales, de la corrupción y de la impunidad y él mismo se genera contrapesos que afectan el buen funcionamiento del gobierno; o cuando los militares terminan con una dictadura e inician un proceso de convocar a elecciones y consolidar así una vibrante y esperanzadora democracia, sin tomar ellos el poder, son claros ejemplos de un golpe de estado democrático.
GED. En la revolución, la gente no cuenta con el apoyo del ejército. Siempre hay una oposición popular, cuando los militares dan el golpe y supervisan la transición democrática mediante elecciones, sin tomar el poder. Ozan Varol
Sin embargo, la terminología en la moderna y nueva normalidad democrática, se habla de los golpes de estado adjetivados, esto es, utilizando un término, ideología o acciones de hacer, no hacer o de permitir que redunden en beneficio o perjuicio de la esfera central del poder, en el caso, el presidente Andrés Manuel López Obrador, que no por mucho poder político que tenga, puede lo mas, sino que por el poder mismo, debe reunir, negociar o asociarse a las entidades necesarias para llevar a cabo su función y generar condiciones óptimas, para que la sociedad arribe a estadios de empleo, prosperidad y bienestar, cualquier impedimento ocasionado por sí o por interpósita persona, que evite acciones que beneficien a la población, indudablemente estamos en presencia de un golpe de estado democrático, ya que evita que el poder central no lleve a cabo políticas públicas que beneficien a la población y perjudiquen el prestigio del mandatario o del poder mismo.
Por lo tanto, aparecen golpes de estado económicos, institucionales, de medios de comunicación, palaciegos, entre otros. Dentro del económico, ¿cuántas veces López Obrador se ha reunido con la iniciativa privada por medio de sus representantes, COPARMEX, CONCANACO, ANTAD, CANACINTRA, ABM entre otras, para invitarlos a crear o generar obras de infraestructura junto con el Estado y donde las instituciones fiduciarias presten dinero a tasas blandas y generar inversión? Por lo menos, han sido 4 veces las que se ha reunido con dichas corporaciones, y la noticia que sale de palacio es que “que la IP invertirá en 64 obras de infraestructura prioritarias”, “que ofrecerán créditos blandos a las Pymes” “que invertirán en tantos proyectos” y saliendo de la reunión de Palacio, nadie se acuerda más de esas conversaciones, no les interesa apoyar a un autócrata, duro golpe a la institución presidencial democráticamente elegida, razones de peso sobran el porque no han decidido apoyar a López Obrador.
El de medios de comunicación, simplemente se da cuando se conocen actos de corrupción e impunidad y que hay varios ejemplos en el régimen Obradorista, sobre todo porque eliminar la corrupción e impunidad fue una bandera de campaña y resulta que por todos lados y como hongos aparecen probables casos de corrupción, de funcionarios, amigos y hasta familiares del presidente, motivo por el cual los medios, organismos autónomos y ONG’s denuncian, y el inquilino de palacio, parece ignorar pese a que fue su bandera por la que llegó al poder. La FGR al no generar las carpetas de investigación en contra de quién presuntamente cometió los actos de corrupción, se hace cómplice, al menos el colectivo social tiene la percepción de que al estado no le importa solucionar actos de corrupción, y el golpe mediático de los medios es implacable ante tanta indiferencia del habitante del bunker de palacio.
El de carácter institucional, se da un golpe de estado democrático, cuando la pretensión del gobernante es presionar por que se lleve a cabo una revocación de mandato, que no debe solicitar el titular del ejecutivo, sino los ciudadanos, así lo establece la Constitución, con el objetivo de recabar un apoyo social que le permita realizar luego una consulta que pudiera desembocar en unas elecciones constituyentes o en su caso más simple reformas a la constitución para continuar con su mandato después de vencido el término por el que fue elegido. He ahí que López Obrador esté desesperado de promocionar su Revocación de Mandato, al grado de modificar la Ley Federal de Revocación de Mandato y darle un alcance mayor a dicha ley, como si fuera un concurso de popularidad, al considerar que así podrá generar otro ejercicio similar en el 2024, antes de que termine el periodo de su administración y pretender continuar con el mandato bajo el auspicio de la consulta popular, que no como reelección, …
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