No se lo Pierda, Recorra una Joya de Ayer: El Palacio Postal

*Llénese la Vista con el Art Nouveau, Gótico, Plateresco Español y Veneciano

*Disfrute de la “Esquina Chaflán o Esquina Mocha” y lo que se ve a lo Lejos: Buenavista

*Un Remanso en la Ciudad Donde con dos Torreones que le Hacen Parecer un Castillo

*Y vea en el (Patio de Carteros) lo que se llamaba “Pichoneras” de la Correspondencia 

SUSANA VEGA LÓPEZ

Acaba de cumplir 115 años que lo hacen testigo de muchos acontecimientos. Es un sitio emblemático, una joya de la arquitectura funcionalista de estilo ecléctico que mezcla elementos del art nouveau, gótico, plateresco español y veneciano que asombra a quien lo visita. Fue declarado Monumento Artístico de la Nación el 4 de mayo de 1987. Se encuentra en el centro histórico de la Ciudad de México: la Quinta Casa de Correos.

Se le conoce más como Oficina Central de Correos o Palacio Postal. Su construcción se le encargó al arquitecto italiano Adamo Boari y al ingeniero mexicano Gonzalo Garita, quienes echaron manos a la obra en 1902 en los terrenos donde estaba el Hospital de Terceros de San Francisco que atendía a los más necesitados. Un terreno adquirido por Maximiliano de Habsburgo.

El presidente Porfirio Díaz inauguró esta edificación el 17 de febrero de 1907, localizada en la entonces llamada calle de San Andrés, calle de Santa Isabel y Condesa, ahora Lázaro Cárdenas, Tacuba y callejón Condesa.

Se le llama Quinta Casa porque hubo cuatro anteriores: la primera, en la calle de Correo Mayor esquina Soledad; la segunda, en el convento de las monjas Balbaneras, ahora  Palacio de la Autonomía (de la UNAM) en la calle de Guatemala; la tercera en Francisco I. Madero, número 33, un predio de la familia Borda; y la cuarta en la calle Moneda, en un anexo de la Casa de Moneda.

Correo mayor era un cargo -o título- español que se le otorgó a Martín de Olivares. Era un vínculo entre la Nueva España y España. Al final de cuentas fuimos un virreinato y una extensión de la corona española. Era un servicio privado, gubernamental, y con el paso del tiempo fue público.

Este palacio consta de cuatro niveles: en los primeros tres el clima es fresco en tanto que el cuarto es sumamente cálido, según pudo constatar Misión Política en un recorrido por las instalaciones de Palacio Postal. Y es que en el cuarto piso se encuentran dos domos: uno que se aprecia desde el gran salón donde llegaba la correspondencia en carretas y que resulta ser un gran vitral emplomado; y otro, que es normal y que absorbe el calor de los rayos del sol.

Cabe señalar que, en el cuarto nivel, en una época, se estableció el Museo Naval o de la Marina que regresó a Veracruz; ahora, este espacio se utiliza ocasionalmente para realizar conferencias de prensa o anuncios oficiales de la Secretaría de Comunicaciones.

En este mismo cuarto piso, en la parte que da a la calle de Lázaro Cárdenas, está la “esquina chaflán o esquina mocha” que apunta para la estación Buenavista. Aquí se encuentra el reloj monumental de La Perla, una fábrica mexicana que contrató a una empresa alemana para que hiciera el mecanismo con números arábigos encerrados en círculo -como lo apreciaba el diseño de Adamo Boari- con un carrillón de seis campanas de martillo que tocan cada quince minutos y dan la hora con un toque más fuerte que, dicen, se escuchaba a cuatro kilómetros a la redonda.

Al salir a la terraza se aprecia la cúpula del Palacio de Bellas Artes y la Torre Latinoamericana con un despejado cielo azul. Parece como si se apartara del gran bullicio y el ruido de automotores. Un remanso en la ciudad donde se encuentran los torreones que le hacen parecer un castillo, aunque en realidad fungen como escaleras de emergencia.

El edificio tiene una estructura metálica de acero estilo Chicago traída de Nueva York que se levanta desde sus cimientos con vigas de acero ahogadas en concreto que le permiten ligereza y estabilidad ante los sismos; al momento de su construcción enormes clavos fueron soldados al instante, según nos explicaron.

Sus muros y columnas parecen de mármol pero son de tabique revestido con la técnica escayola. Este tipo de material es más ligero y lo hace menos pesado. “No es como el Palacio de Minería, o Bellas Artes que son pura piedra y se han ido hundiendo con el tiempo como se aprecia en lo que aparentemente es un balcón, que da a la calle de La Condesa y donde actualmente hay comercio de libros”, explica Martha García, una de las guías.

Desde su planeación se pensó como un Palacio a la vanguardia: contemplaron dos elevadores Otis, la instalación del sistema de telefonía y electricidad, así como un gran domo de cristal emplomado que permite la entrada de luz natural al patio central (patio de carteros) que es donde llegaba y se clasificaba la correspondencia en las llamadas “pichoneras”, lo que representó un gran ahorro de energía eléctrica. El piso de esa área era de duela. Ahora es de mármol ligero traído de Querétaro, así como las escalinatas colocadas a un costado con herrería de la fondería Piñón, de Florencia, Italia.

Su fachada es de cantera amarilla (de Pachuca, del estado de Hidalgo) y la blanca, de Ciudad de México; parte del interior, de mármol de Portoro traído desde Italia. La herrería de bronce reluce las ventanillas de lugar. Ahora luce totalmente despejado, como un gran salón en espera de alguna fiesta.

De bronce también son las gárgolas y farolas con serpientes que adornan la fachada que ha sido testigo de la historia de México, de marchas y manifestaciones varias.

En las escaleras se aprecian decorados, en el entrepiso, de varios escudos y fechas como la de 1580, con la llegada del Correo Mayor; 1765, el primer correo de mar; 1776, que es el correo de tierra y la fusión de correos; 1817 la administración general de correos; y en 1876 va a ser cuando México implementa el uso de las estampillas postales.

De la exhibición de murales elaborados con estampillas postales, el museo, la filatelia y la importancia de las cartas, en la siguiente entrega.

 

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