Otra Modesta Propuesta: 

¡Viva el Lenguaje Privado!

CARLOS BORTONI

Preservar la conversación pública es fundamental para preservar la democracia. Y preservar una conversación pública sana es fundamental para preservar una democracia sana. Lamentablemente… la conversación pública en México dista mucho de ser sana… y si bien ha irrumpido a lo largo de este sexenio como no lo había hecho en otros momentos de nuestra historia… pareciera que su objetivo tiene más que ver con generar un desborde democrático que vaya más allá de las apariencias y materialice una verdadera democracia transformadora… que con permitir que lo público se manifieste para dejar salir las presiones propias de toda sociedad y preservar el orden de las cosas intacto. Es decir… la conversación pública debería dejar de ser conversación -para así garantizar que el intercambio de ideas no reclute más adeptos a una causa que solo busca beneficiar a las mayorías- y debería dejar de ser pública -para que no tenga mayor alcance que el que tiene aquello que se mantiene encerrado en su mismo circulo sin trascender a otros ámbitos-.

El ejemplo -una vez más- lo pone nuestro vecino del norte y aliado estratégico. El lanzamiento de “Truth Social” esa red social que funge como plataforma plural (mientras todos piensen igual)… donde todo cabe (mientras no haya nada diferente) mediante la cual Donald Trump busca impulsar una conversación abierta… libre y honesta a nivel global sin discriminación en contra de ninguna ideología política… es más… si se puede conversar asumiendo que no se tiene ideología alguna (aunque la ideología esté ahí… escondida a flor de piel)… mejor. El objetivo -con o sin red social de por medio- es empujar el uso desmedido de un lenguaje privado… en el que se sustente una comunicación de reglas personales donde todo pueda hacerse concordar con todo y… al mismo tiempo… donde todo pudiera ser dislocado. De tal suerte que no exista posibilidad de acuerdo o desacuerdo. La conversación pública… al dejar de ser conversación… y al dejar de ser pública… al estar fundamentada en supuestos y rumores… en especulaciones y al alimentar aquello que el oyente quiere oír: sus prejuicios… tendrá la virtud de convertirse en un Uróboro que se devore a sí misma y mitigue el riesgo de que tome fuerza y movilice a la población a favor de una transformación que elimine los privilegios de quienes necesitan ser privilegiados.

Desarrollar lenguajes privados y crear foros donde estos puedan gritar en el vacío permite caer en malentendidos que salvan la conversación pública anulándola. Malentendidos donde personajes tan loables como Chumel Torres puede presentarse como alguien de “mega izquierda”… Alex Lora como un sujeto progresista y no conservador… el PANismo como un partido comprometido con el movimiento feminista… etc. Si sabemos aprovechar esos juegos del lenguaje y manipular sus reglas… cualquiera puede quejarse de la corrupción y serán pocos los que no estén de acuerdo… siempre y cuando no asociemos sustantivos propios a los adjetivos o acciones que utilicemos para condenar esto o aquello. No hace falta que se le explique a la población lo que verdaderamente está sucediendo o las intenciones que se tienen al afirmar una u otra cosa. Lo importante es recurrir al chiste fácil… al adjetivo despectivo… a la condena sin cortapisas ni efectos para que parezca que se está dando un golpe sobre la mesa y después todo pueda seguir como siempre ha seguido.

Reducir la conversación pública a la esfera de las redes sociales e impulsar el abuso de lenguajes privados no se reduce a los beneficios antes mencionados. Sin embargo… el espacio aquí no permite ahondar en ello. Baste con que entandamos que recurriendo a ello… a los juegos del lenguaje contribuiremos a reducir -cuando menos en apariencia- la polarización que tanto molesta a nuestra clase media aspiracional… reduciríamos el impacto de las voces disonantes… de las voces que absurdamente creen que la democracia se nutre de la diversidad… y concentraremos el dialogo solo en aquello que permite que se dialogue mirándonos al ombligo sin impactar nada que no deba tocarse.

Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es “Dar las Gracias no es Suficiente”.

@_bortoni

 

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