NIDIA MARIN
Brilla una estrella en el azaroso camino de las clases medias mexicanas que han tenido que vivir con el tache desde Palacio Nacional, como si estos millones de ciudadanos pertenecieran a un universo alterno.
Sí, las luces benefactoras se encienden ante el hecho de que el presidente haya declarado la posibilidad de que los médicos privados puedan sacar pruebas de Covid en sus consultorios, para saber si los pacientes que acuden están contagiados y, en su caso, que estos galenos cuenten con un permiso para que les proporcionen los medicamentos adecuados, de Merck y Pfizer, ya adoptados por la Cofepris.
Hay un viso, sólo eso, de que el tabasqueño está empezando a cambiar su posición radical, por lo menos respecto a las vacunas y ciertos aspectos de la pandemia y de ahí su planteamiento acerca de que ¡sorpresa!, lo que ayuda mucho contra el Covid-19 es vacunarnos y no dejar de aplicarnos la vacuna de refuerzo, porque, aseguró “también con esa vamos a lo seguro, con la vacuna de refuerzo son menos los síntomas y no nos agravamos”.
Efectivamente, señor presidente. Ya lo vivió en carne propia y debe dar gracias a Dios que sigue como jefe máximo, aunque no sea precisamente para bien y mejora de todos los mexicanos, sino de los que usted selecciona.
Lo que también fue una novedad es el exhorto que hizo para “no espantarnos”, sino “lo que tenemos que hacer es vacunarnos”. ¿No que no?
Pero además envió un mensaje para los reacios (como Djokovic), a los que les dijo: “A quienes lo han pensado bastante, yo les recomendaría que se vacunen. No les afecta, no tiene daño secundario el vacunarnos y sí protege. Gracias a la vacuna es que estamos saliendo adelante”.
Y tras sus palabras en muchos hogares se escuchó la frase: “No que no tronabas pistolita”.
Ciertamente, aunque muy tardío, pero lo dijo. Cuando en México suman casi 500,000 contagios. Sí, el elegido está entendiendo las consecuencias de su juego político perverso. Así, por primera vez en los dos años que lleva la pandemia, lentamente, pero al parecer al fin ya le cayó el veinte. ¡Ojalá! Sobre todo, cuando señaló:
“Aprovecho para invitar a todos a que nos vacunemos. Y también seguir avanzando en la vacuna de refuerzo porque se lleva de adultos mayores un poco menos del 60 por ciento y tenemos que avanzar más”.
Otra de sus respuestas que pintan ya de otra manera al Jefe del Ejecutivo (claro mientras no de el chaquetazo) es respecto a la aprobación por Cofepris de los medicamentos Merck y Pfizer como tratamiento contra el Covid y cómo serían tratados al respecto los médicos privados.
López Obrador habló de la posibilidad de que ambas medicinas se vendan en las farmacias, aunque eso estará sujeto a un análisis. De entrada, señaló que “a lo mejor no hace falta que se autorice para el sector privado”, pero es probable que el Covid y sus destrozos en la población lo hagan cambiar de posición.
Ello, porque debe de entender que él no es Dios y tampoco el elegido de todas las divinidades, sino un tabasqueño que por desgracia resultó electo en las pasadas elecciones presidenciales y que pretende cobrarse con los mexicanos los 18 años en los cuales no le hicieron caso y le negaron su voto.
Lo importante es que atienda a toda la población y que ya deje de ser la clase media alta, media-media y media-baja su “tírenle al negro”, el objetivo de su ojeriza y de sus planes para mantenerse en el poder.
Si continúa en su necedad de hacer a un lado a los médicos privados, los ciudadanos en general seguirán pensando que desde Palacio Nacional se está pretendiendo la desaparición de las clases medias o por lo menos reducirlas para evitar lo que sucedió recientemente, cuando su partido perdió la mayoría de votos en la Ciudad de México.
Hasta ahora, ha quedado claro en el mundo, y desde luego también en México, respecto de la pandemia, que no hay algún gobierno (y mucho menos el mexicano) que haya tenido y tenga la capacidad de cubrir todos los requerimientos de la población en materia de salud. Los dos años de martirio que llevamos son el ejemplo. El aumento de los contagios en los países por nuevas cepas, han hecho reflexionar a muchos Jefes de Estado.
En México no había sido así. Parecía un genocidio silencioso.
Hoy, se mira un rayo de esperanza. Esperamos no nos vuelvan a desilusionar con sus tirrias.