Así eran las víctimas del accidente de Joquicingo

La madrugada de este domingo, arribaron a Sahuayo los cuerpos de la veintena de víctimas que fallecieron en Joquicingo, Estado de México, tras la colisión del autobús en el que se dirigían al santuario del Señor de Chalma.

Por la madrugada, familiares y amigos de los fallecidos, la mayoría vecinos de la colonia Escuela Popular, velaron los cuerpos para después sepultarlos en el panteón local.

Una de los fallecidos es la señora María Guadalupe Díaz García, de 72 años; mujer que en su juventud emigró a los Estados Unidos y que recientemente, ya con la residencia legal, pudo regresar a su país para reencontrarse con su familia.

«Ella trabaja en restaurantes, le ayudaba a un señor que hace eventos allá, le ayudaba a un expatrón de ella que era un chinito en una tienda, le ayudaba a su hija en una casa. Apenas hace cinco años le dieron su visa después de sufrir yo creo que unos 30, 40 años allá, que no podía venir y ahora que vino, vino acá a morir», lamentó Santiago Díaz García, hermano de la fallecida.

Aún con la esperanza de encontrarla con vida, la familia de María Guadalupe recorrió los hospitales del Estado de México donde se encontraban los lesionados, pero fueron informados de que la mujer se encontraba en la morgue.

Su hermano recuerda a María Guadalupe como una madre de familia alegre, amigable, muy querida y muy devota, que siempre aprovechaba sus visitas a México para acudir a distintas peregrinaciones.

«Iba a sus paseítos, que al Cristo Roto, al Jubileo y todo eso, le gustaba venirse y se iba allá a los paseítos esos y ella venía muy alegre,  ahora la virgencita no los dejó llegar, si ya ella se la quiso llevar, pues por algo se la quiso llevar y qué vamos a hacer, ya no podemos hacer nada, ahí con el tiempo», dijo resignado el hermano de la migrante michoacana.

María Guadalupe deja un esposo, tres hijos y seis nietos en el país vecino.

Otras de las víctimas mortales de la tragedia que también dejó 28 lesionados, fueron Ricardo González Ávila, su esposa Cristina Sánchez Barajas y su hija Mónica del Carmen Sánchez.

La familia, también migrante en EUA, tenían una semana de estancia en Sahuayo cuando decidieron sumarse a la excursión en Chalma.

«Mi tío que acababa de llegar de Estados Unidos su plan era ir a Chalma, a la Basílica porque era un recorrido de excursión al que ellos iban. Se dedicaba a la venta de elote y garbanzo aquí en el pueblo, era conocido como el Garbancero del Sagrado Corazón, duró muchos años desde su juventud hasta un día antes de irse a ese viaje», narró Zaira Cecilia Rodríguez Alcalá, sobrina y prima de los tres fallecidos.

Además de los dos padres y su hija, otra familiar de nombre Angélica María Alcalá González se encuentra gravemente lesionada y hospitalizada.

La noticia del accidente llegó a los familiares a través de redes sociales y portales de medios de comunicación, pero la confirmación de que la familia de migrantes se encontraba en el autobús siniestrado cayó de golpe.

«Fue una cosa muy fea y que llegó de repente, porque no estábamos enterados de que habían salido de viaje, cuando vimos la noticia una hermana de mi mamá nos habló y nos platicó que probablemente en ese camión iba mi tío. Le marcábamos y no contestaba, entonces nos dimos cuenta al poco tiempo que sí estaban ahí nuestros familiares, porque familiares de la persona que había hecho el pase vinieron aquí y nos dijeron que mi tía estaba en un hospital. De mi tío Ricardo, de Cristina y de Mónica no sabíamos nada», recuerda Zaira.

Ricardo González y su esposa Cristina Sánchez, de oficio enfermera, solo procrearon a una hija: Mónica del Carmen Sánchez, quién estudió Derecho y quién junto a sus padres, acostumbraba a participar en peregrinaciones.

Sahuayo, municipio ubicado en los límites con el estado de Jalisco, y de gran devoción católica hoy está de luto.

«Son personas que por su  religión iban y visitaban santuarios en otros estados. Iban con toda la devoción a la Basílica, a Chalma, tradición que tenemos aquí en nuestro pueblo y también tienen allá, llegar, ver a Cristo, bailarle, ir con toda la ilusión de que vas a llegar allá y vas a dar gracias a Dios de que llegaste con vida, de que fue un buen año, de que gracias a Dios después de todo, pandemia y todo, se da la oportunidad de salir y darte cuenta de que no regresas», expresó Zaira.

El accidente deja además de tristeza, temor entre la población que frecuentemente organiza salidas hacia centros de encuentro y adoración entre la comunidad católica.

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