Las voces consonantes…

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

México, desde la época juarista, se distinguió por respetar las decisiones de los votantes y sus elecciones. Lo hacía desde el papel, aunque las diferencias ideológicas estuvieran presentes.
La postura de los gobiernos mexicanos, comenzaron a romperse, digamos que “sutilmente” cuando los quienes triunfaban en elecciones dentro del continente, no representaban la “unidad” latinoamericana o bien porque los golpes de Estado la alejaron.
Con Luis Echeverría hubo dos rompimientos diplomáticos que tardaron años en ser zurcidos. El 12 de noviembre de 1974, abruptamente el presidente mexicano decidió terminar la relación diplomática con Chile, después del golpe de Estado que culminó con la muerte de Salvador Allende. Un año después, el 29 de septiembre de 1975, canceló la relación con España; José López Portillo rompió con Nicaragua en 1979 y Andrés Manuel López hizo lo propio con Ecuador.
La razón le asistió a México. La junta militar encabezada por Augusto Pinochet obró criminalmente y si bien en marzo de 1976, la argentina, dirigida por Jorge Videla actuó de la misma manera que la chilena, la tensión entre nuestro país Argentina no reventó.
La reelección de Daniel Noboa en Ecuador, desató la fuera de los “izquierdistas” de cuatro países. México, Nicaragua, Colombia y Venezuela parecieron haber leído la misma partitura y afinaron las voces para lanzar al unísono sus reclamos.
Nicolás Maduro, el más cuestionado de los mandatarios que han sido reelectos y continuador de la dictadura impuesta por Hugo Chávez, tuvo el cinismo y la osadía de pronunciarse. Dijo: la reelección constituye un fraude escandaloso y vergonzoso organizado por la entidad creada por María Corina Machado, “Súmate”, con fondos del imperialismo.
Gustavo Petro, exguerrillero que se convirtió en presidente de Colombia y quien ha sido señalado de recibir dinero del narcotráfico para ganar las elecciones, hizo público sus criterios respecto a la elección de Ecuador. Apuntó que las irregularidades señaladas por la Organización de Estados Americanos (OEA) y el estado de excepción que decretara el entonces presidente y candidato aspirante a la reelección, Daniel Noboa, en siete provincias del país (donde se concentra más de la mitad del padrón electoral, con tendencia progresista) a horas del sufragio.
«El Ejército dirigió la jornada electoral, las mesas durante las elecciones, y el conteo de votos. No hay elecciones libres bajo estado de sitio”
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, optó por no emitir una postura sobre las elecciones presidenciales en Ecuador y suspendió su pronunciamiento. «Vamos a esperar. Luisa, la candidata, no reconoce el triunfo de Noboa. Vamos a esperar».
Daniel Ortega, el integrante de quienes hicieron la revolución sandinista para derrocar a Anastasio Somoza y años después se convirtió en el dictador que comparte el poder con su esposa, duda que Noboa haya ganado y cuestiona la presencia del ejército en los comicios.
Las voces silenciosas, las más reconocidas en el ámbito de la izquierda moderna, Luna Da Silva y Gabriel Boric, no se han pronunciado, por lo menos hasta la tarde de ayer. Sin embargo, lo hicieron junto con Petro, en la “reelección”” de Maduro, a quien manipuló al Consejo Electoral, al poder Judicial y a la Asamblea Nacional. Con todo y la crítica, Maduro los mandó a cenar a la residencia de satanás.
El documento de la OEA carece de carácter vinculatorio y no deja de ser uno más de los que se han escrito a lo largo de su historia.
¿Por qué la presidenta mexicana les hace caso a las observaciones de la OEA si su mentor pidió, junto con Marcelo Ebrard, la renuncia de Luis Almagro y ambos fomentaron el “fortalecimiento” de la CELAC, a cuya cumbre asistió hace unos días?
E-mail: jesusmichelmp@hotmail.com, Facebook Jesús Michel, en X Misionpolitica2000@gmail.com y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por Radio Cañón en el 760 de amplitud modulada

 

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