
Javier Cercas, El loco de Dios en el fin del mundo, Random House, Barcelona, 2025. 488 páginas.
DAVID MARKLIMO
Un ateo, un laicista militante anticlericalista, un racionalista obstinado, un malvado riguroso. Estas son las definiciones con las que el escritor español Javier Cercas se presenta al comienzo de El loco de Dios en el fin del mundo. El libro en el que relata su viaje a Mongolia del 31 de agosto al 4 de septiembre de 2023 nada más y nada menos que junto al Papa Francisco.
De entrada, también se nos confiesa el por qué Cercas es ateo. De pequeño leyó a Miguel de Unamuno tratando de cuadrar el círculo sobre dios en San Manuel Bueno, mártir. Ahí está el peligro de la literatura. Cuando le propusieron, desde el mismo Vaticano, escribir un libro sobre el Papa, sobre un viaje para dialogar con una de las comunidades católicas más pequeñas del mundo (sólo hay 1,500 católicos en esa inmensidad que es Mongolia) le pareció una locura. Al final, como todo, terminó siendo un milagro.
El libro está impregnado de una creciente nostalgia de dios pero tiene un punto de apoyo: el papel de Francisco de Asís, su visión de lo que era la iglesia, la divulgación del pensamiento cristiano, el papel de la pobreza, la importancia de la humildad y la periferia. Por ello, por estos múltiples parecidos, Cercas retoma la expresión el loco de Dios, que también utilizaba Francisco de Asís en sus inicios. No es en vano la mención al santo italiano, pues es el nombre elegido por Jorge Bergoglio tras su elección al trono de Pedro. ¿Locura? Sin duda.
La obra es sin fin de estilos, una biografía, un ensayo, un confesionario que gira en torno a la cuestión básica del cristianismo: la de la promesa de la vida eterna. Desde el propio principio, esta cuestión se torna tiernamente humana. Cercas explica que su madre tiene noventa y dos años, que padece Alzheimer y es profundamente católica. Por tanto, está convencida de que, cuando muera, se reencontrará con el padre del escritor, al que amó con locura. El libro cobra ese sentido: ¿logrará un ateo entender qué es la vida eterna? ¿Es creíble lo increíble? ¿Podrá responderle afirmativamente a su madre antes que fallezca? El proceso podría ser una novela de detectives donde un loco sin dios persigue al loco de Dios hasta el fin del mundo para que le responda sobre su familia.
Pero también es un sin fin de entrevistas, llevadas todas ellas con soltura y brillantez. Los diálogos de un escritor preguntón y bastante impertinente con los altos cargos de la Iglesia Católica. Ahí están Fernández, Fazzini, Ruffini, Spadaro, Tornielli, Brunelli, Tolentino, Munchi todos atendiendo a lo que se les pregunta. Es la parte más contundente. Y hay que decir que aquí, Cercas da sopa para todos: los creyentes podrán ver las dudas y contradicciones del personal eclesiástico, como ese personaje de Unamuno. No faltan los temas candentes: los abusos sexuales, la negación de la comunión a los divorciados, el celibato. Los ateos recibiremos un sopapo sobre lo que es la caridad y querer al mundo. Después de leer las historias de los misioneros, de los que habitan la periferia y dan hasta las uñas de los pies, decir que la iglesia es poco más que un símil del Cartel de Sinaloa o la mafia siciliana es una herejía. Sólo dando sopa, es que podemos ver los verdaderos rostros tras el Estado Vaticano, un Estado definido como teocrático y con monarca absoluto.
Pero hay que apuntar algo: los múltiples estilos dan con una novela policíaca. En el fondo, todas las buenas novelas lo son; es decir, esconden una pregunta fundamental y un misterio a resolver. Y aquí hay que descubrir el mayor enigma, que no es otro de qué sucede cuando llega la muerte. Es un punto ciego con un apoteósico final, que dejará al lector embarrado de sopa por todos lados. Que lo disfruten.