
SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS
Hace tiempo algún internauta publicó una serie de fotografías para mostrar qué tanto se había hundido la Ciudad de México. Una de las más impresionantes fotos mostraba un agente de tránsito, subido en un banquito, controlando el tráfico vehicular en lo que hoy es la confluencia de Eje Central Lázaro Cárdenas y Avenida Juárez. Atrás estaba y sigue estando el edificio Guardiola. En los años sesenta el susodicho policía está al mismo nivel de la construcción y se notan algunas palmeras; hoy existe una barda de más de dos metros entre el nivel del Guardiola y el pavimento por donde pasan autos y trolebuses… de la ausencia de las palmeras mejor ni enojarse.
No es nuevo que la ciudad capital del país se ha ido hundiendo desde que los españoles, en un acto de conquista con todos los significados posibles, edificaron la Ciudad de México encima de Tenochtitlán. Aunque los basamentos piramidales eran muy pesados, el conjunto de iglesias, conventos, edificios civiles y demás construcciones constituyeron y constituyen una mole de piedras, luego cemento y varillas que pesan mucho. Pero a lo anterior y especialmente después de 1950 se debe agregar la indiscriminada explotación del agua subterránea que existe en el Valle de México. El viejo lago lleva más de quinientos años desecándose y ello ha provocado en la actualidad que el hundimiento generalizado de la ciudad sea más pronunciado, que se profundicen las grietas geológicas existentes en el sur y suroeste de la ciudad. Que el terreno sea tan inestable en más de la mitad de la superficie que ocupa la Ciudad de México: el simple paso en calles y avenidas de un trailer con carga provoca a todas horas vibraciones en las construcciones por donde circula dicho vehículo.
Tarde o temprano la Ciudad de México va a colapsar por la falta de agua. Ello se debe al calentamiento del planeta, a las pocas lluvias -siendo en la actualidad muy fuertes pero escasas- y al exceso de construcciones que, por todas partes y dirigido a todos los niveles socioeconómicos se construyen en todas las alcadías de la urbe y municipios conurbados pertenecientes al Estado de México. Muchas colonias estaban compuestas por casas donde una familia tenía de uno a tres baños; hoy la mayoría de las construcciones son edificios gigantescos con cientos de departamentos, miles de baños y enormes cisternas que obstaculizan el llenado de los tinacos y cisternas de las construcciones unifamiliares o edificios chicos.
Los intereses económicos de las compañías constructoras y la corrupción por acción u omisión de las autoridades de la Ciudad, que son quienes aprueban los proyectos arquitectónicos y dan los permisos necesarios para construir, los hace corresponsables de una debacle urbana que ya está en el horizonte cercano.
Entre más grande es la ciudad, más servicios necesita y ya no hablamos del tema del uso, abuso y desperdicio del agua. Hace muchos años que no tomaba la línea del metro anaranjada y café que lleva a Tacubaya; en una y otras estaciones donde se hacen las conexiones respectivas, el denominador común fueron escaleras eléctricas que no funcionan. Los usuarios corren para subir por su propio pie de un nivel a otro, pero hay otros usuarios de la tercera edad y más jóvenes con dificultades de movilidad que pesadamente, lento y seguramente con mucho dolor físico, suben y bajan los enormes niveles para tomar el convoy o llegar a la salida de la estación. Gobernadora Clara Brugada, en lugar de “las utopías” debería mandar que funcionen las escaleras eléctricas del sistema metro. Usted que ha padecido de la pelvis sabe del esfuerzo que subir escalones significa…o ¿ya se le olvidó?
Llevamos sexenios tricolores, azules y guindas sin que se haya resuelto cabalmente el problema del transporte colectivo en la Ciudad de México. Yo les preguntaba a mis alumnos de licenciatura ¿Qué les molestaba más de la vida urbana? Y ellos contestaban que era el estado que guardan los diversos medios de transporte colectivo. Unos y otros están sucios, viejos y por ello mismo son toda una amenaza para la integridad física de los usuarios; asimismo están retacados de gente y la aglomeración producida redunda en el toqueteo que sigue siendo la norma. Ahora que hace mucho calor los olores en la tarde pueden ser toda una prueba. El tiempo de traslado de ida y vuelta entre el hogar y el trabajo es de mínimo dos horas diarias llegando a seis…lo que genera una cansancio y mal desempeño entre los trabajadores. Hay acciones que el gobierno de la ciudad puede llevar a cabo: costosas unas, como la modernización y ampliación de las líneas del metro. Más baratas otras como bacheo pronto y efectivo en calles, avenidas y vías laterales del periférico, carreteras a Querétaro, Pachuca, Toluca que les corresponden a las autoridades estatales pero cuyos habitantes muchos trabajan en la CDMX.
Finalmente, aunque sin que se agoten los problemas: los inútiles carriles exclusivos para bicicletas. No han servido porque los ciclistas andan por donde quieren y son muy pocos, en cambio han entorpecido el flujo vehicular en muchas calles. Ello provoca aglomeración de autos, retrasos y por ende contaminación.