
*Por las Veredas que Llevan por los Verdes Caminos y los Puentes Colgantes
*En Santa María Huitepec, una Pequeña Comunidad de Apenas 232 Habitantes
*El pan de Juanita de Yema, de Panela y Remedios Curativos con Plantas Endémicas
*Epifanio, se Encarga del Orquidiario, que Requiere de Entrega y de Pasión
*Con la Sangre en las Venas: Música de Viento y de Banda en Oaxaca
*En Busca de Hongos si la Espiritualidad del Bosque Dice sí y hay Buena Respuesta
*En Pueblo Viejo, Abandonado por la Falta de Agua y las Epidemias
*La Bandera Mixe con el rey Condoy, el Líder Bueno que Nació de una Serpiente, al Centro
*Ellos, Descendientes de los que Nunca se Sometieron a los Españoles
SUSANA VEGA LÓPEZ,
Enviada
SANTA MARÍA HUITEPEC, Oax.- En el tercer día de nuestro recorrido por la Sierra Mixe observamos la gran riqueza natural de un tranquilo y enigmático poblado que cuenta con un sendero interpretativo donde se puede apreciar la observación de aves, visitar un vivero con orquídeas endémicas; apreciar su flora y saber de la fauna. Un todo que te conecta con el espíritu de la montaña.
Hablamos de Santa María Huitepec, una pequeña comunidad de apenas 232 habitantes (censo 2020) que cuenta con una zona histórica; un sendero interpretativo; el Cerro Blanco con sus antiguas rutas comerciales entre Oaxaca y Veracruz; el Cerro del Picacho; y una zona de cabañas ecológicas. Pertenecen al municipio de Totontepec.
Veredas que te llevan por verdes caminos, donde se atraviesa por dos puentes colgantes que se mueven al pasar y tienes la oportunidad de probar algunos frutos, respirar el aire fresco y echarte un chapuzón en sus pozas naturales, ríos y cascadas que te invitan a sumergirte en sus frías aguas.
Comenzamos el día con un desayuno en casa de Juanita Elizondo, una curandera local que nos preparó huevos revueltos con jitomate, tortillas echas a manos en su fogón donde hierve café, té y alimentos que te nutren, que te preparan para emprender y aguantar la caminata.
Juanita elabora pan de yema, de panela y remedios curativos con plantas endémicas, nativas de la región. Son famosas sus pomadas de árnica, de vaporub, de tabaco silvestre y más.
Su hijo, Epifanio, se encarga del orquidiario, un servicio a la comunidad que requiere de entrega, de pasión, para recolectar, conservar y preservar diferentes orquídeas que crecen en troncos, piedras y en la tierra en general. También cuenta con colmenas de abejas que le producen miel que vende a precios accesibles: 200 pesos el litro.
ORQUIDIARIO Y
PUEBLO VIEJO
Emprendimos la caminata junto con Uriel Alcántara y María, a la que también se unió Joel Jiménez Gómez, uno de los tres integrantes de ecoturismo, que, además, tiene una granja de truchas.
Esta “leve” caminata (comparada con el día anterior durante la subida al Cerro Sagrado de los Mixes) tomó rumbo al Cañón de la Niebla y las ruinas de Pueblo Viejo hasta llegar a una cascada escondida donde quienes así lo decidieron, disfrutaron de un refrescante chapuzón en sus aguas frías y cristalinas.
Por todos lados salían plantas al encuentro, de muchos tamaños, formas y colores; helechos, grandes hojas que parecían formar una sombrilla; diminutas flores de color blanco, amarillo, naranja, rojo.
Epi, como le dicen de cariño, explica que en cada comunidad existe la música de viento, la banda, “Oaxaca es reconocida porque traemos la música en las venas”, y refiere que un compositor de la comunidad, el maestro Martín Viano, iba al río para inspirarse y componer sus canciones. “Se le veía en las tardes, sentado, escribiendo. Me dio clases de solfeo y me decía que el río canta, cuando vayan a una cascada, río o lago, escuchen porque tienen mucho qué decir”. Los abuelos, nuestros ancestros, recuerda, nos decían que “estamos conectados con la naturaleza, con la naturaleza de Huitepec”.
Y, sí. Escuchamos el sonido de la naturaleza, del bosque, del río, de la cascada, del viento; vimos paisajes que relajan, que calman, que sorprenden.
El camino es resbaloso, el andar a paso constante, sin descanso. El clima es templado. Hace frío, luego calor; la humedad se levanta de la tierra.
Refiere Epi que en junio es época de hongos que recolectan. “Algunas especies crecen mucho y llegan a pesar hasta 12 kilos. Hay que pedir permiso y si la espiritualidad del bosque dice sí, hay buena respuesta y lo encontramos; de lo contrario, vemos puro árbol, pinos, encinos, oyameles, robles y muchos helechos”.
Explica que cuando algunos hongos están solos y no se les acercan los animales ni los insectos para alimentarse es porque son venenosos, hay rojos y azules. También señaló que “aquí hay ardilla, chinchilla, gusanitos, ¡un mundo de animales!”.
“En nuestro bosque, medio año hace sol y medio año es de lluvia, frío, neblina. Este cerro es una cortina natural de todos los vientos que suben; el agua es parte de los ríos que alimenta el Papaloapan”.
Llegamos a pie de un río de aguas cristalinas. Algunos lo cruzaron y más de uno cayó al agua. Tomamos un descanso y, sorpresivamente, sacó de su morral un recipiente con trozos de panal de cera bañados en miel y nos invita a probarlo. La miel es deliciosa y el panal se convierte en una especie de chicle que se puede masticar.
Llegamos al pueblo viejo donde se levantan ruinas de lo que fue la iglesia, la escuela, algunas casas. Habla de un salón donde se hacían los bailes patronales, donde arriba sonaba la banda. De un lado las chicas y del, otro, los chicos. No había flores y entonces los hombres traían un manojo de chicles canels y si la mujer lo tomaba era signo de que sería su pareja.
Explica que tuvieron que salirse por diversos motivos: escasez de agua, epidemias de viruela y sarampión, sismos, así como un incendio que los obligó a abandonar sus viviendas. Ahora sólo quedan recuerdos en esos espacios que, en un tiempo, estuvieron llenos de vida, en donde llegaron a habitar mil 300 personas. “Actualmente apenas rebasamos los 200 habitantes”.
“Antes estábamos a expensas de Dios, las autoridades municipales eran muy abusivas. No nos daban nada, tuvimos que pelear el recurso federal. Aunque el recurso es poco, ahora ya tenemos calles, luz…”
LAS TRUCHAS
Al regresar al pueblo, disfrutamos de una deliciosa comida en la granja de truchas Los Cedros donde la familia de Joel Jiménez nos agasajó con frescas truchas empapeladas, al mojo de ajo, a la diabla y más.
Un lugar de producción acuícola incluido en el programa de buenas prácticas que garantiza productos saludables, inocuos. A lo lejos se observan los estanques de truchas de donde las sacan para su consumo.
Comenta Joel que su hermano comenzó el negocio, pero desafortunadamente falleció por lo que “yo le doy seguimiento; fue mucho trabajo. Antes comprábamos el producto, ahora desarrollamos las crías y vendemos truchas por kilo y mayoreo. Contamos con el equipo y transporte necesarios”.
RINCÓN MIXE
Al atardecer nos dirigimos a la comunidad de Ayutla, para pernoctar en el hotel en Totontepec no sin antes disfrutar de una cálida fogata y una exquisita comida que preparó Paulita: pizzas de chapulín, carne al pastor y de chorizo. Café caliente y una buena noche de descanso en el hotel Rincón Mixe con cómodas habitaciones rupestres.
Fue en el jardín de la explanada donde convivimos, charlamos y contamos anécdotas y experiencias alrededor de una fogata que María mantuvo ardiente en la negra noche donde resaltaba la luz de las estrellas.
BANDERA MIXE
Durante la cena, Carlos Sigüenza, el anfitrión, platica sobre la bandera mixe. “Aproximadamente hace 20 años, personas originarias de la nación mixe se reunieron para elaborar un símbolo con elementos propios: la bandera”.
Señala que ya se usa en la región mixe, en ceremonias y actos políticos. “Es una bandera diseñada en un rectángulo que de manera horizontal está dividida en tres franjas: verde oscuro (la de arriba), que representa el verdoso de la montaña Zempoaltépetl; rojo cerezo, (la de en medio) que resalta el color del café en arbusto que representa la zona media que está entre los 800 y 2 mil 100 metros sobre el nivel del mar; y amarilla (la de abajo) que representa el color del maíz de la zona baja que colinda con Tehuantepec, un lugar de poca altura”, dice.
Luego refiere que el escudo que está al centro de la bandera tiene forma oval y representa a rey Condoy, el líder bueno que nació de una serpiente, que abraza un arco y cinco flechas, que representa el carácter guerrero de Condoy quien los defendió de las intervenciones e invasiones de mixtecos, zapotecos, aztecas y españoles.
También se observa una pluma de oro en la frente del Dios; unas orejeras que lo caracterizan como rey; atrás, una montaña que representa al Cerro Sagrado de los Mixes. Y como tienen deidades de la naturaleza, se observan unos rayos o relámpagos que, en realidad, muestran el trueno que se escucha tras el relámpago y que forman letras que configuran las palabras que en mixe significa “los jamás conquistados”.
Si bien los mixes habitan en la Sierra Madre del Sur que pasa por Oaxaca, se les ubica en el noroeste del estado por lo que se les considera como serranos del norte. Es una comunidad que, reiteran, nunca se sometió a la llegada de los españoles, se insistió durante el evento de Atmex, que preside Antonio del Rosal Stanford y Rebeca Yáñez; en donde se destaca el turismo de aventura, naturaleza, ecológico y comunitario y que ahora tuvo como tema: “natural-mente”.