
Yo Campesino
•La línea es clara: sometimiento hasta la ignominia. Nadie se desvía
Miguel A. Rocha Valencia
No sabemos si en un año o tres habrá un cambio real en el gobierno, lo cierto es que hoy, la línea sigue la ruta del profeta y quienes mandan son los mismos.
Lo vemos en diversos ámbitos de la vida pública y aunque en algunos temas, importantes desde luego, se advierte el intento de un cambio en los hechos, la verborrea es la misma con todo y los llamados a dejar en paz a quien ni muerto soltará la conciencia pública, aquélla que más allá del agradecimiento por las dádivas, reclama un millón de muertos, 200 mil de ellos, asesinados violentamente.
Subrayamos el “violentamente” porque los otros 800 mil podrían ser calificados como crimen por derivarse de políticas públicas tercas y equivocadas por la insistencia de usarlas como “anillo al dedo” para sustraer impunemente el dinero presupuestal para comprar votos y no vidas.
Pero a pesar de esos intentos que se ven en seguridad el discurso es el mismo, la receta del ganso: niégalo todo, échale la culpa a Calderón o García Luna, y si no puedes, quédate callado, no digas nada.
Y así se hace sólo que presionados por el exterior, se abate y se entrega a una serie de criminales necesariamente bajo un convenio de guardar silencio, no desmentir anteriores estrategias que costaron decenas de vidas y muchos miles de desaparecidos.
La táctica es negarse a una sociedad que reclama justicia y verdad, por eso la negativa a reunirse con los padres buscadores, hacer montajes, escenografías en ranchos para que los “maiceados” desmientan los hechos y testimonios de las masacres que todos sabemos ocurren; muchas de ellas grabadas por los mismos autores, como aquella de los cinco jóvenes jaliscienses obligados a matarse a cambio de perdonar la vida al sobreviviente.
O los incinerados en una pira al aire libre en los bosques michoacanos, o los “laboratorios” de exterminio donde se disuelve a las víctimas, o las tumbas de San Fernando den Tamaulipas, o las perdidas en la selva chiapaneca y tabasqueña.
Aquél pretextaba la salvaguarda de una “investidura presidencial” enlodada y desprestigiada, hoy simplemente se da como no respuesta un montaje, el escurrimiento de responsabilidades a través de la FGR para culpar a instituciones estatales y no aceptar la culpa federal pese a la existencia de elementos para responsabilizar a un gobierno federal omiso o cómplice.
Un gobierno que no se va a investigar a sí mismo, donde se otorga con impudor la impunidad a todos sus feligreses, aunque tenga algún costo político que ya aprendieron a pagar con dinero de presupuesto y cambiar la responsabilidad y enojo por agradecimiento popular, por eso la insistencia de repartir dinero gratis en cada gira semanal.
Reparten los dineros para cubrir sus culpas y desviar el encono social hacia los de antes, aunque nadie les crea. Por eso los villanos siguen siendo los mismos a pesar del paso de sexenios.
Por eso y como todos obedecen al mismo amo aplican la línea y cuando alguien intenta cambiar el rumbo, de inmediato se le somete, por eso protegen a criminales y les otorgan impunidad desde el Congreso donde desacatan lo que les dicen en palacio Nacional para aceptar lo que les ordenan desde allá donde esté el mesías.
Nadie se salva por eso los cambios fallidos, intentonas de poner orden ante tanto y cínico saqueo, aún más si los de casa están involucrados, de ahí la soberbia de dar la espalda a la encargada del changarro o enmendarles la plana a sus brillantes ideas.
No hay cambio, sigue lo mismo con muertos y desaparecidos, con desabastos, robos multimillonarios cínicos, corrupción e impunidad. La pregunta es ¿Hasta cuándo?
Y todavía nos piden dejar en paz al autor de esta masacre nacional que se ahonda con las carencias, deudas, olvidos, abandonos, aranceles, desaparecidos, engaños, parafernalias, pan y circo, ausencia de poderes reales que se sustituyen con fácticos de alianzas inconfesables pero visibles y reales que secuestran y asesinan en medio de la desaparición de instituciones, valores sociales e inseguridad.
Ese es el México de hoy, por eso su debilidad ante los embates y chantajes de sujetos desquiciados, creyentes del mesianismo del destino manifiesto. Por eso la sumisión disfrazada de negociación y cabeza fría.