
POR AUGUSTO GÓMEZ VILLANUEVA
(Exclusiva de Misión Política)
Cuento que era un niño que cursaba el segundo año de primaria en una de las primeras escuelas federales en Aguascalientes.
Nuestros maestros nos enseñaban a leer y escribir en los libros, desde entonces gratuitos.
Uno de ellos era Fermín, un niño campesino. Nuestros cantos eran desde el Himno Nacional y La Internacional Socialista, hasta poemas en coro como “México, creo en ti”.
Cuando visitó el candidato del PRM la ciudad de Aguascalientes, mi padre me llevó a conocer a aquel gran mexicano que sería presidente. Arribó en el carro del tren Olivo y fue recibido con gritos entusiastas de los rieleros que trabajaban en los talleres de los ferrocarriles.
Cuando, siendo presidente, decretó la Expropiación Petrolera, los maestros y los alumnos recorrimos toda la ciudad pidiendo apoyo para la valiente y patriota decisión del presidente Cárdenas.
Se organizó un evento teatral de reproducción del hecho histórico.
A mí me correspondió asumir el papel del líder sindical que pedía el apoyo a la huelga que dio origen a la patriótica decisión de la Expropiación Petrolera.
Entonces, el pueblo de México, henchido de emoción, hizo sonar los silbatos de las fábricas y las campanas de la iglesia.
Ese fue el México que viví y, después, siendo alumno de la secundaria para hijos de obreros y campesinos, lo nombramos nuestro padrino y vine a México a cumplir el encargo.
Después, como Secretario General de la CNC, lo invitamos a visitar el edificio de nuestra central, y cuando lamentablemente falleció, llevamos su cadáver como prócer y le rendimos el homenaje de los campesinos de México.
A mí me correspondió el honor de honrar su obra y su memoria. Desde la CNC partimos cargando el cadáver hasta el Monumento a la Revolución.
Y como líder de la Legislatura, propuse la inscripción de letras de oro como testimonio de la Nación en reconocimiento a su patriotismo y legado, ejemplo de gobernante que honró con hechos la vigencia de los principios de la Revolución y el respeto a los principios de la Constitución de 1917.
Hoy su gesta histórica se recordó en palabras y discursos, pero frente a una lamentable crisis que puso en riesgo nuestro orgullo nacional.