Cónclave

Habemus Papam

Cónclave, película de intriga dirigida por Edward Berger, con la actuación de Ralph Fiennes (cardenal Thomas Lawrence), Stanley Tucci (cardenal Aldo Bellini), John Lithgow (cardenal Tremblay), Sergio Castellitto (cardenal Tedesco), Isabella Rossellini (Agnes), Lucian Msamati (cardenal Adeyemi) y Carlos Diehz (cardenal Benítez); cuyo estreno fue el 25 de octubre de 2024.

Tras la inesperada muerte del Sumo Pontífice, el cardenal Lawrence como decano del Colegio Cardenalicio debe liderar la elección de un nuevo Papa; los líderes de la Iglesia Católica se reúnen en los salones del Vaticano, mientras Lawrence descubre un secreto que podría sacudir los cimientos de la Iglesia.

El guion fue escrito por Peter Straughan, basada en la novela homónima de Robert Harris, publicada en 2016; y describe uno de los rituales más secretos y antiguos del mundo; la cinta es un thriller ficticio sobre una compleja conspiración de jerarcas hambrientos de poder más allá de la humildad para dirigir la fe católica.

EL PAPA HA MUERTO

El Sumo Pontífice ha muerto de un ataque cardíaco, y como es costumbre le es retirado el anillo papal, mientras el cardenal Thomas Lawrence, decano del Colegio Cardenalicio, reúne el cónclave para elegir a su sucesor.

El anillo del Pescador o anillo piscatorio, es un anillo usado por el obispo de Roma (el papa) quien, como sucesor del apóstol san Pedro, se considera la cabeza visible de la Iglesia católica; su nombre se debe al antiguo oficio de pescador del apóstol san Pedro, cuyo sucesor es el papa. 

El anillo del Pescador tiene la imagen de san Pedro pescando en un bote, bordeado por el nombre del papa que ocupa la sede en ese momento en latín; el pontífice debe llevar el anillo durante todo su pontificado, tanto en público como en privado, excepto el Viernes Santo y cuando le corresponda oficiar Misa de exequias por algún cardenal.

Antes del siglo XVI el anillo pasaba de un papa a otro, pero desde el pontificado de León X se implantó la costumbre de que a la muerte del papa, una vez comprobado el óbito del pontífice, el camarlengo debe entregarlo al maestro de ceremonias, quien debe destruirlo junto al sello papal para evitar la falsificación de documentos. Esto lo hace golpeándolo con un martillo de plata y marfil de forma que la imagen se deforme. Ese material servirá para hacer el anillo del nuevo pontífice, de manera que a lo largo de la historia el oro del anillo del papa ha sido siempre el mismo.

LOS CANDIDATOS

Hay cuatro candidatos principales: Aldo Bellini de los Estados Unidos, un progresista en la línea del difunto papa; Joshua Adeyemi de Nigeria, un conservador social; Joseph Tremblay de Canadá, un conservador convencional; y Goffredo Tedesco de Italia, un tradicionalista reaccionario.

Cada uno tiene el deseo de ocupar el pontificio, y no los mueve la fe, más bien tienen intereses personales para llegar a liderar la iglesia.

En el caso del cardenal Tremblay, se afirma que el difunto papa exigió su dimisión la noche de su muerte, algo que niega; Bellini deja claro que su posición es impedir que Tedesco se convierta en Papa; por su parte, Adeyemi quiere ser la primera persona de color en ocupar el papado; mientras que Tedesco quiere que el pontificio regrese a los cardenales italianos.

Pero todos los cardenales se sorprenden con la llegada a última hora de Vincent Benítez, que había sido nombrado en secreto (in pectore) cardenal y arzobispo de Kabul un año antes.

In pectore (del latín «en el pecho») es la expresión utilizada por la Iglesia católica para referirse a los nombramientos del Colegio Cardenalicio por el papa, cuando el nombre del nuevo cardenal no es revelado públicamente (es guardado por el papa «en su pecho»).

LOS DESCALIFICATIVOS

En la homilía, Lawrence anima al Colegio a abrazar la duda y la incertidumbre, que algunos interpretan como una declaración de sus ambiciones papales; en la primera votación, ningún candidato se acerca a la mayoría requerida de dos tercios.

Adeyemi tiene una ligera ventaja, en segundo lugar están a los cardenales progresistas Bellini y Lawrence; la homofobia de Adeyemi no es su declive, ello se da cuando se sabe que tuvo una relación carnal con la hermana Shanumi, una monja nigeriana, lo cual causa revuelo en el refectorio de los cardenales.

Bellini transfiere su apoyo a Tremblay para bloquear a Tedesco, pero se descubre que Tremblay fue quien ordenó el traslado de la hermana Shanumi al Vaticano, lo cual lo hace ver como un traidor, pero ese no es el gran pecado, sino que Lawrence descubre y da a conocer diversos documentos que acreditan que Tremblay sobornó por lo menos ocho cardenales para obtener su voto.

Ahora todo indica que la decisión será entre Tedesco y Lawrence, pero sucede un atentado cerca de la Santa Sede, lo cual hace que Lawrence recapacite si en verdad quiere llegar al papado.

LA SORPRESA

Con motivo del atentado, el Colegio se reúne en el auditorio, donde siguen los descalificativos y Tedesco manifiesta abiertamente que está harto de los cambios que se han hecho en la iglesia, las relaciones y reconocimiento de las otras religiones y en especial despotrica contra los musulmanes, a quienes califica de asesinos y que son los responsables de todos los males del cristianismo.

Aquí el cardenal Benítez interviene porque él ha estado como obispo y cardenal en lugares donde la mayoría es musulmana y que ha existido armonía, que él si ha visto de cerca la muerte y la guerra, que el nuevo pontificado debe ser una lucha de paz y hermandad.

El cónclave es la respuesta a los problemas históricos de interferencias políticas en la elección papal que dieron lugar a varias reformas tras el interregno de 1268-1271. En 1274, durante el Concilio de Lyon, el papa Gregorio X promulgó la bula Ubi periculum, donde establecía que durante una elección papal, los cardenales electores debían ser encerrados «bajo llave» (en latín: cum clave) hasta que se eligiera a un nuevo pontífice.

Hoy día, los cónclaves se celebran en la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico, en la Ciudad del Vaticano; todo indicaría que ese sistema de encerrar al Colegio y mantenerlo aislado es la clave para evitar las injerencias externas; pero ¿en realidad los cardenales no responden a intereses políticos ajenos a la iglesia católica?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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