Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Admisión de culpa, relevo de pruebas, refieren los fiscales cuando obtienen la confesión del detenido. Se evitan problemas y aunque la confesión dejó de ser la reina de las pruebas, todavía pesa.
Como anillo al dedo, la expresión. Sí, le queda a la presidenta Sheinbaum, quien, siguiendo las líneas del script escrito por su mentor, desde su toma de protesta, negó la existencia de una política ad hoc a los criminales. Defendió y defiende al “mejor presidente de México” y solamente la presión de la Casa Blanca la obligó a actuar.
No lo digo yo. Lo dijo ella: desde el 3 de febrero, cuando inició la pausa por 30 días a los aranceles anunciada por la Casa Blanca, se desarrollaron “acciones contundentes” contra la delincuencia organizada y el tráfico de fentanilo.
Ella, la presidenta, tiene derecho a estar dolida, enojada y más por haber sido engañada. Porque del tema de los aranceles sabía lo que se estaba negociando. ¿O pasó lo mismo con el operativo de los 29 delincuentes entregados a Estados Unidos?
Y antes ¿por qué no se hicieron?
Es lo que ha llevado al gobierno de Estados Unidos y a millones de mexicanos a presumir el probable pacto entre el pasado gobierno, heredado al actual, de protección y alianza con el crimen organizado y el narcotráfico.
Como toda populista y sin perder el rumbo de su mentor, las defensas de sus errores los ventila en el Zócalo. Por ello, convocó al pueblo para que el domingo la escuche ratificar que México es un país libre, independiente y soberano. Henchida de orgullo, recibirá las ovaciones de los paleros, perdón, de los morenistas que, agolpados en las lozas del Zócalo, corearán ¡Presidenta… presidenta… presidenta! Y a algunos se les escapara, no de buena fe, el nombre del que dice haberse ido.
“Hemos decidido responder con medidas arancelarias y no arancelarias que anunciaré en plaza pública el próximo domingo”.
Porque la plaza pública y en tratándose de la más importante del país, es en donde los populistas se encuentran en su zona de confort.
Como adelanto de lo que escucharemos además de la consabida letanía del México independiente, soberano, libre y “por eso se le respeta, en su mañanera afirmó:
“Es inconcebible que no se piense en el daño que se va a causar tanto a ciudadanos y empresas de los Estados Unidos por el incremento en los precios de los artículos que se producen en nuestro país, como también el daño que se va a provocar por detener la creación de empleos en ambos países”.
Podríamos preguntarnos si el “mitin” dominical es el Plan A.
Y seguramente el B también se anunciará en una plaza pública, de la que en Palacio Nacional tienen las escrituras. Y por supuesto, el C será en el mismo escenario.
¿De verdad tiene las tres primeras letras del alfabeto español plasmadas en documentos, análisis, prospectiva y el daño colateral?
Queda claro que el coordinador de asesores sirve para lo que se le unta al queso y su mundo se reduce a redactar preguntas a modo para que sus jefes se “luzcan”.
¿Dónde está el jefe de la oficina presidencial?
¿Y los equipos de los secretarios de Economía y Relaciones Exteriores?
Tuvieron meses para analizar los escenarios y no conformarse con los disparos al pie. Quizá en la sien tendría algo de más efecto. Ya vimos que una bala le rompió la oreja, pero no la progenitora y por ello actúa como energúmeno y estima ser el ¡rey de reyes”, posición que comparte con su par, el autócrata ruso.
Y mientras Canadá y China respondieron de inmediato con aranceles espejo, México tomará todavía cinco días para encontrar la cuadratura al círculo, algo que geométricamente es imposible.
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