El periodismo se nutre a base de una constante y sorpresiva adrenalina: Sara Pablo

-Las Guerrilleras del Periodismo VII-

Por Edmundo Cázarez C

-Segunda de tres partes-

Foto Alejandro Magaña

Sara Pablo, la destacada, inteligente y atrevida reportera de Grupo Fórmula, una auténtica y orgullosa guerrillera del periodismo, se funde silenciosamente entre la palabra hablada y escrita. En esta segunda parte de la entrevista que me concedió, afirma que, ambas, le imprimen tremenda fuerza a su cotidiano quehacer periodístico, subrayando que es innegable que el periodismo se nutre a base de una constate y sorpresiva adrenalina.

A lo Mero Macho, conversar con Sara Pablo resulta una verdadera delicia. A sus exitosos 50 años de vida, recién cumplidos, nos permite conocer una agridulce colección de insospechadas anécdotas que le ha tocado sortear desde su etapa infantil hasta la fecha. Destacando cuando sufrido un inesperado y lamentable atropellamiento, en una de las principales avenidas de la Ciudad de México que registra mayor flujo vehicular, pero, ni así, se dio por vencida por luchar y logar alcanzar su sueño de llegar a convertirse en una muy connotada periodista de radio y televisión. Claro está, empezando desde abajo, es decir, tuvo que trabajar como despachadora, cajera y administradora de una pizzería… ¡Era la lucha diaria por la vida!!

Sentados frente a una deliciosa y aromática taza de café, en una reconocida cafetería ubicada al sur de la Ciudad de México, con sobrada emoción, siendo acompañada y escoltada por su pequeño hijo Alejandro, un niño fuera de serie que nos auxilió tomando las fotos de la entrevista, nos relata lo mucho que aprendió cuando tuvo la suerte de trabajar dentro del equipo de colaboradores que comandaba el prestigiado, siempre querido y recordado periodista Ricardo Rocha en la XEW, cuando fue director general de Radiópolis, “La Catedral de la Radio en México”, comenzando desde telefonista, hasta tener que redactar una síntesis de notas que enviaban los reporteros vía telefónica.

Con su peculiar manera de expresarse, con sencillez y humildad, lo que sale de su “ronco pecho”, en cada una de sus palabras, Sara Pablo transmite absoluta honestidad y confianza, sin dejar de perder ese estilo único que le caracteriza y distingue… ¡No perder la fe!!, en todo lo que el ser humano construye desde el fondo de su alma y mente. Pero, también, nos permite comprobar, en viva voz de esta extraordinaria mexicana, que las mujeres periodistas de nuestro país jamás se dan por vencidas, luchando sin cesar en su noble quehacer periodístico, el cual, ejercen con absoluta pasión, entrega y amor en lo que se esfuerzan por llevar adelante.

Antes de continuar, es mi deseo ofrecerle una respetuosa disculpa a usted, mi estimado lector, por espaciar durante varios días, la continuación de esta amena e interesante entrevista que me hizo el honor de conceder Sara Pablo, una brillante y profesional reportera, me vi ante la impostergable necesidad de someterme a una serie de estudios e intensos análisis de laboratorio que me fueron practicados con estricto rigor, después de haber sufrido un pre infarto. Mi más sincero agradecimiento al magnífico personal médico del Hospital Regional “Guadalupe Victoria” de Texcoco, así como del Hospital Central Militar de la Ciudad de México.

 

De verdad, muchas, muchas gracias a todos ellos, pero, sobre todo, gracias a Dios por permitirme seguir aquí, haciendo lo que más me gusta y apasiona… A lo Mero Macho… ¡Entrevisto, luego existo!!

Sin más preámbulos, vayamos a esta segunda parte de este agasajo de entrevista, deseando sea de su agrado.

– ¿Estando de visita en la redacción del periódico La Prensa, fue cuando te sentiste identificada con tu verdadera vocación?

-Sí, la verdad es que si, las matemáticas jamás han sido Santo de mi devoción. Por supuesto que no me iba inclinar por estudiar una carrera en donde las matemáticas fueran la base principal.

– ¿Bendito periodismo?

-La verdad es que sí, es una actividad apasionante y dinámica.

– ¿La Escuela de Periodismo Carlos Septién era tu objetivo para estudiar esta carrera?

-No, la verdad es que no, sino que, como estaba en el CCH que pertenece a la UNAM, tenía pase automático, de esta manera, no me preocupaba por ingresar a cualquier otra escuela para estudiar periodismo. Además, no contaba con mucho dinero para pagar colegiaturas.

– ¡Cómo no te voy a querer!!

-La verdad es que sí. Ingresar a la UNAM es un verdadero orgullo y satisfacción. No lo pensé más y quedé inscrita en la carrera de Ciencias de la Comunicación de ENEP Aragón.

– ¿Siempre fue tu meta especializarte en el periodismo radiofónico, en donde has tenido una brillante trayectoria?

-No, fíjate que no, al contario, mi ilusión era especializarme en prensa escrita por la fabulosa impresión que me había causado estar en la redacción del periódico La Prensa, y porque veía el trabajo que realizaba mi amigo como reportero de la fuente policiaca… ¡Esa era mi ilusión!!

-Pero en la radio te mueves como pez en el agua…

-Ja, ja, ja. Muchas gracias, pero siempre me ha gustado sentarme a leer, escribir y redactar. Como que la vida misma me fue encaminando hacia la radio

– ¿Qué sentiste ingresar a la UNAM, la máxima casa de estudios?

– ¡Uff!!, que te puedo decir, me sentí sumamente contenta y orgullosa. Para ese entonces, me regresé a vivir con mi tía a la Colonia Portales, y de manera paralela, entré a trabajar los fines de semana en una pizzería…

– ¿Atendías en el mostrador a los clientes o mesera?

-Ja, ja, ja. Ninguna ni otra cosa…

– ¿Entonces?

-El dueño me pidió que le ayudara en cuestiones de contabilidad y administrativas…

– ¡No inventes!!, tú misma me acabas de decir que las matemáticas no era lo tuyo…

– ¡Pues así es la vida!!, la verdad, como que estaba muy bien para mí, podía ir a la escuela, y de manera paralela, tenía un trabajo de medio tiempo los fines de semana, brindándome un poco de seguridad y estabilidad económica para adquirir mis cosas como estudiante.

– ¿Te transportabas en Metro y peseros?

-Fíjate que todo se iba acomodando a la perfección, en ese tiempo, mi tía se compró un cochecito, un hermoso “vochito”, mismo que no ocupaba para nada, y me dice que me lo vendía para que me pudiera mover más rápidamente…

– ¿No lo podías creer?

– ¡No!!, la verdad es que no. Como que era una bendición para mí. Total, mi tía se mostró sumamente generosa conmigo y me dijo que se lo fuera pagando poco a poquito… ¡Por supuesto que le dije que sí!!, todo me estaba saliendo a pedir de boca.

-Ya ves, eres una mujer bendecida…

-Fue algo sensacional para mí y que nunca habré de olvidar.

– ¿Ya sabías manejar?

– ¡No!!, me puse las pilas y aprendí a manejar de volada con una amiga de mi tía que me enseño con mucha paciencia.

– ¿Te animabas meterte al constante y creciente tráfico vehicular de la gran ciudad?

-Manejaba desde mi casa hasta la ENEP Aragón…

– ¿Cuántas veces chocaste?

-Ja, ja, ja… ¡No se te va una!!, creo que choqué como dos o tres veces, aunque nada grave, pero, sí, le di uno que otro golpe a mi querido “vochito”. Es que, en esta ciudad, siempre se aplica la ley del más fuerte. Una vez le pegué a un microbús y aprendí a sorteármela dentro del inmenso tráfico, para mí, era una enorme ayuda tener mi propio cochecito.

– ¿Y luego?

– ¡Ay!!, me lo robaron cuando lo dejé estacionado afuera de la pizzería.

– ¿Qué sentiste?

– ¡Horrible!!, era mi único patrimonio y manera de moverme. Me acuerdo que hasta escribí un pequeño texto que presenté en el taller de periodismo en la ENEP Aragón. Mi maestro, de esa materia, lo leyó delante de todos mis compañeros y me aplaudieron mucho poque decían que estaba increíblemente bien redactado…

– ¿Lo habías escrito con tinta sangre del corazón?

– ¡Sí!!, la verdad es que sí. En ese papel plasme todo mi cariño y hasta la rabia, porque me habían robado lo más preciado para mí.

– ¿Estaba asegurado tu amado “vochito”?

– ¡No!!, no ganaba para tanto, fue todo un drama para mí. En un abrir y cerrar de ojos, se esfumó lo que estaba disfrutando tanto.

– ¿Si pudiste pagárselo a tu tía?

– ¡Por supuesto!!, poco a poco, y vaya que mi tía fue mucho muy paciente conmigo esperándome que se lo pagara en mensualidades chiquitas.

– ¿Te volviste hacer de otro carrito?

-No, creo que no. En ese tiempo me concentré completamente en mi carrera y la chambita que tenia en las pizzas. Con el paso del tiempo, estando ya dentro de la universidad, fue aumentando mi círculo de amistades, hasta me hice de mi primer novio, que, por cierto, duramos muchos años como pareja.

– ¿Qué recuerdos guardas de esos maestros y compañeros de la universidad?

-Tenia un maestro que se llamaba Edgar Millán, quien nos impartía el taller de prensa, me gustaba muchísimo tomar esa clase con él

– ¿Qué tenía de especial el maestro Millán?

-Es que nos motivaba muchísimo para que nos pudiéramos desarrollar como verdaderos reporteros. Casi no nos daba teoría, nos ponía a redactar, escribir y escribir. Nos mandaba que hiciéramos entrevistas y reportajes en la calle… Eso, nos ayudó mucho… ¡Hasta nos sentíamos reporteros de verdad!!

-Es que la práctica es lo que hace al maestro…

-También teníamos a una maestra… ¡uff!!, una disculpa porque no me acuerdo bien de su nombre. Esa maestra nos dejaba muchos trabajos de investigación, pero a las diez faltas de ortografía que cometiéramos en nuestros textos, los rompía delante de nosotros y nos ponía que los hiciéramos de nuevo y totalmente diferentes… ¡Era una tarea mortal!!

– ¿Qué te gustaba más, hacer trabajos en equipo o de manera individual?

-Recuerdo que, en uno de esos trabajos de equipo, a la palabra Cuauhtémoc no le pusimos acento… y lo rompió delante de todos y nos exhibió… ¡qué vergüenza!!

-Bueno, bien dice el refrán que echando a perder es como se aprende…

– ¡Exacto!!, ahí es como te pones las pilas y te esfuerzas por escribir correctamente…

– ¿Cuál fue tu especialidad dentro de la carrera?

-Siempre tuve en mente trabajar en prensa escrita. Posteriormente, tome un curso y un taller de fotografía. Aunque también existían talleres de radio, pero no me llamaban la atención…

-Ja, ja, ja, los refranes populares tienen mucho de verdad… “Lo que en tu vida no podrás ver, en tu casa lo vas a tener”

– ¡Indiscutiblemente!!, te lo repito, me apasionaba y me sigue apasionando la prensa escrita

– ¿Cómo concluyes la carrera?

-De lo que me siento mucho muy contenta y orgullosa, es que logré cultivar un magnífico grupo de amigas inseparables que hasta la fecha nos seguimos frecuentando…

– ¿Hermanos y hermanas que uno busca, pero no, los que te dan tus padres biológicamente?

– ¡Qué bonita pregunta!! Edmundo, sin que te molestes conmigo… ¿Te puedo decir algo…?

– ¡Venga…!!

-En cada una de tus preguntas, aflora tu enorme experiencia de vida y algo de sabiduría en la forma en que te expresas…

-Oye, Alejandro, dile a tu mamá que no me sonroje…. Ja, ja, ja. Muchas gracias por el cumplido, pero mejor sígueme contando esta fabulosa historia… ¿Esas amigas de las que me hablas, también son periodistas?

-No precisamente, cada una de ellas tomaron su camino por la vida, pero eso sí, son de las amigas más entrañables que te puedas imaginar. No todas se dedican al periodismo sino a negocios familiares y atender a sus hijos.

– ¿En dónde hiciste tu servicio social?

-Nada más ni nada menos, que en la sala de prensa de la Presidencia de la República

– ¡Órale!!, no cabe duda que siempre has pensado a lo grande…

-Ja, ja, ja, no te imagines que estaba muy cercana del entonces presidente de la República…

-… ¿Entonces?

– ¡Bueno hubiera sido!!, sino que estábamos dedicados en la elaboración de la síntesis mañanera que se le entrega al señor presidente… ¡Entraba a trabajar a las 4 de la madrugada!!, en unas oficinas que estaban ubicadas muy cerca de la entonces Residencia Oficial de Los Pinos.

– ¿Qué aprendiste ahí?

-Creo que me especialicé en redactar correctamente y rapidísimo. Estando ahí, todo, pero lo que se llama todo, era cuestión de tiempo para mantener bien informado al señor presidente de la República. No me podía quedar mil horas con un solo texto, sino que era lectura muy rápida y cuidar hasta el mínimo detalle. La síntesis se le entregaba perfectamente revisada y completa al presidente en punto de las cinco y media de la mañana.

-Antes no existían las benditas redes sociales…

– ¡En efecto!!, a las cinco de la mañana con quince minutos, salía el motociclista del Estado Mayor Presidencial, hecho la mocha, con la síntesis en sus manos para llevársela al señor presidente.

– ¿Quién era tu jefe?

-Adolfo Lecuona, quien nos adoptó en el servicio social, y luego, nos dio trabajo en la síntesis informativa para el presidente de México. Recuerdo que, faltando cinco minutos para las cinco de la mañana, materialmente, nos arrancaba las hojas de las manos para preparar, de inmediato, la síntesis para el señor presidente.

– ¿Qué sentías que tu trabajo lo iba a leer el propio presidente de la República?      

– ¡Uy!!, mucha emoción, pero también, una enorme responsabilidad porque no podía llevar el mínimo error ortográfico. Además, estaba perfectamente consciente que ni el presidente sabía quién había preparado la síntesis que leía todas las mañanas.

– ¿El periodismo se nutre a base de una vertiginosa adrenalina?

– ¡Wooow!!, me gusta tu definición. En efecto, el periodismo se nutre a base de una vertiginosa y constante adrenalina. Tienes que hacer tu trabajo de manera muy rápida y bien hecha. No puedes escribir ni redactar una cosa por otra, tienes que actuar con absoluta precisión. Trabajar en el área de comunicación social de Presidencia de la República, fue una fenomenal experiencia para mí.

– ¿Y al término de esa encomienda, hacia dónde enfocaste tu atención?

-Digamos que fue mi prueba de fuego dentro del ámbito periodístico, porque se trataba de revisar los periódicos. Aprendes a leer rapidísimo y comprender la lectura de manera sintetizada.

– ¿Al mejor cazador, se le va la liebre?

-En mi caso, hasta ahorita, no he cometido ese error. Creo que, hasta le fecha, mi ortografía no es tan mala, gracias a todo lo que aprendí en la universidad y la valiosísima práctica que tuve en Los Pinos.

– ¿Pero, a dónde te fuiste?

-Vuelvo a tocar el tema de mis dos tías, que fueron algo como mis “hadas madrinas”. Una de ellas, me dice que era amiga de alguien que trabajaba en Noticieros de la XEW Rado, total, contactó con Rafael Bremont, quien era reportero.

– ¿Qué te dijo cuando fuiste a verlo?

-Es que yo no lo conocía, ni él a mí. Para no hacerte tan largo el relato, me ayuda para que culminara mi servicio social ahí, en la XEW de Ayuntamiento 52, en donde Ricardo Rocha hacía todos sus programas de radio.

– ¡No inventes!!, yo tenia mi programa de radio en XEQ FM que se llamaba “En el Aire”, de las ocho a las diez de la noche…

-A lo mejor, por ahí nos vimos, y mira, ahora nos volvemos a encontrar

– ¿Qué hacías en Radiópolis?

-No entré al área de noticias…

– ¿Entonces?

-Si tú lo recuerdas, Ricardo Rocha tenía su staff de colaboradores con los que realizaba sus programas de televisión, tales como Toño Martínez, su amigo inseparable de toda la vida. Roberto Rocha, hermano de Ricardo, Martha Varela, con quien me quedé como su asistente.

– ¿Ahí fue que te enamoraste de la radio?

-Sí, para que te digo que no, pero como asistente de Martha Varela que me dio la oportunidad de incursionar con una sección de espectáculos. Por cierto, me sucedió una cosa muy chistosa…

– ¿La regaste “al aire”?

– ¡Nooo!!, sino que me mandó que entregara unas fotografías de Luis Miguel al aeropuerto. Antes, no es como ahora que mandas fotos por WhatsApp. Martha había conseguido unas fotos exclusivas de Luis Miguel no sé con quién y tenía que enviarlas en un vuelo hacia Nueva York. Martha me pide que fuera a ver una persona de la tripulación del avión y se las entregara…

– ¿Llegaste a tiempo al aeropuerto para alcanzar el vuelo?

– ¡No!!… ¿Qué crees que me pasó…?

-… Ahora sí que… ¿Se tue fue el avión?

– ¡Espérate!!, resulta que me subí a una micro, según yo, para llegar más rápido al aeropuerto… ¡y que se incendia!!

– ¿Neta?

– ¡Sí!!, y como nos bajamos todos de inmediato, de la desesperación… ¡Que se me rompe el tacón de mis zapatos!! Total, llegué al aeropuerto cojeando y hasta caminando toda chueca…

– Pero ¿qué sucedió, alcanzaste el avión?

– ¡No!! ya se había ido. No sé cómo le hice, pero me di a la tarea de buscar pasajeros que fueran a Nueva York, pero nadie se quería llevar el sobre…

– ¿Tenían miedo que en su interior había droga?

– ¡Sin lugar a dudas!! Como están las cosas ahorita, ten la seguridad que, mucho menos, se lo hubieran querido llevar.

-No cabe duda que necesitabas una buena “limpia” con el mejor brujo de Catemaco…

-Ja, ja, ja. A final de cuentas, una pareja de mexicanos aceptó llevarse el sobre. Me acuerdo que, casi casi, se los pedí de rodillas, suplicándoles una y otra vez, que me ayudaran porque estaba en juego mi chamba.

– ¿Qué te dijo Martha, tu jefa, de todo lo que te había sucedido?

– ¡Uff!!, me puso una mega regañada. La pareja entregó el sobre hasta que se les pegó la gana, además… ¡iban de luna de miel!! ¿Tú crees que se iban a estar preocupando por entregar el sobre?… ¡Para nada!!, estaban muy, pero muy ocupados disfrutando su luna de miel, mucho menos, estarse molestando por un sobre con unas fotos!!

– ¿Pero el sobre sí llegó al destinatario?

-Afortunadamente sí, pero fue como hasta los tres días que pudieron contactar al destinatario…

-Disculpa que te interrumpa, ¿pensaste que Martha te iba a correr?

– ¡Sí!!, me lo repetía segundo a segundo, que si esas fotos no llegaban a quien se las habían enviado, que me fuera despidiendo de mi chamba. Gracias a Dios, eso jamás sucedió y pude conservar mi trabajo. Tanto Martha como yo estábamos mucho muy estresadas por ese dichoso sobre. Por cierto, no hace mucho que, lamentablemente, falleció Martha. Conservo un grato recuerdo de ella. Ahora que me acuerdo, no me pagaban ni un solo peso ya que estaba haciendo mi servicio social.

– ¿Trabajabas de a “grapa”?

– ¡Ni más ni menos!!, en lo único en que Martha me ayudaba, era que me regalaba boletos para ir a ver conciertos de Luis Miguel, José José y Vicente Fernández, entre otros artistas más. Martha era jefa de espectáculos y le llegaban infinidad de cortesías.

– ¿Entonces, de qué vivías?

-Ja, ja, ja… ¡vivía de milagro!! Como bien lo dijiste hace ratito. No hay mal que dure cien años. Se abre una plaza de telefonista en la cabina de noticieros de la XEW Radio, que en ese entonces se le conocía como Radiópolis.

– ¡Gulp!!, una simple telefonista cuando habías concluido tu carrera de periodista?

-Ni modo, mi querido Edmundo… ¡No me quedaba de otra!! Aunque debo ser muy honesta contigo, no estuve desempeñando esa actividad de telefonista, sino que estuve concentrada en la producción del noticiero de radio que conducía Martha. Además, era una plaza sindicalizada y no podía despreciarla. Hasta mi uniforme de telefonista me entregaron.

– ¡Woow!!, admiro esa garra de superación que te caracteriza y distingue…

-Mira, que, tú, no cantas mal las rancheras. ¡Sé perfectamente que no te pagan tus entrevistas y lo hacen con toda la pasión y entrega…!! ¡Eso, sí que es digno de admirarse!!

– ¿Qué te dejo esa inolvidable estancia en la XEW?

– ¡Uff!!, muchísimo. Es donde aprendí cómo se hacían los noticieros de radio. Mi responsabilidad era enlazar a los reporteros que iban “al aíre” con sus notas.

– ¿Cuáles de esos reporteros que pertenecían al equipo de Ricardo Rocha, recuerdas?

-Si la memoria no me falla, estaban José Luís Armenta, Carlos Loret de Mola, Omar Aguilar, Elsa González, Martha Bautista y otros más que no recuerdo en este momento. Todo eso me ayudó muchísimo para conocer a la perfección cómo se hacían los noticieros de radio, y mira, hoy en día, hago radio para Grupo Fórmula.

– ¿Cómo era tu trato con Ricardo Rocha?

-Aunque era el jefe de todos, yo no tenía trato directo con él. Con quien sí mantenía un acercamiento constante, era con Luis Figueroa, que era el segundo de a bordo de Rocha.

– ¿Te dabas la oportunidad para redactar notas?

– ¡Por supuesto!!, Luis Figueroa me exigía que hiciera unas breves síntesis de las notas de los reporteros para que, él, las leyera “al aire” Ricardo Rocha tenia un equipo de reporteros y colaboradores mucho muy consolidado, quienes hacían reportajes mucho muy fuertes y causaban enorme impacto entre los radioescuchas y en la misma sociedad.

– ¿Y luego?

-Resulta que se viene un recorte de personal en la XEW… ¡y que me despiden…!!

-Vaya suerte, todavía no lograbas reponerte de una, cuando ¡zaz!!, otra cubetada de agua helada…

-Ja, ja je. En esta vida, nada, pero nada es fácil. Volví a quedarme sin trabajo y tronarme los dedos ante la incertidumbre qué sería de mi vida. Me dije “chin”, vaya suerte la mía…

– ¿Y qué hiciste?

-Como que mi sentido común hizo que me pusiera las “pilas”, me di a la tarea de entregar currículum vitae a diestra y siniestra. Me acuerdo que, con un nudo en la garganta, me senté frente a la computadora y encomendándome a toda la Corte Celestial, estuve checando cuántas estaciones de radio existían en la Ciudad de México.

– ¿Por qué enfocada a la radio si te gustaba escribir?

-Como que era la misma inercia, además, estaba completamente enfocada a la radio por la experiencia adquirida en la XEW…

– ¿Zapatero a tus zapatos?

– ¡Sin lugar a dudas!!, sabía que era por ahí, en donde estaba definido mi futuro.

– ¿No fuiste a ningún periódico a llevar tu currículum?

– ¡Claro que sí!!, pero ni me pelaron

– De todas esas puertas que tocaste, ¿cuál de esas fue la que se abrió?

-El área de noticias de la 14.40 AM, que era una estación de radio mucho muy chiquita, ubicada en la calle de Montecito, en la colonia Nápoles.

– ¿Qué sentiste cuando te llamaron?

-No, pues me puse super feliz y por dentro me dije… ¡Ya la hice!! Así es que… ¡era mi primer trabajo como reportera de un noticiero de radio!! Por cierto, nada más éramos cuatro reporteros para los noticieros de la mañana, del mediodía y vespertino.

– ¿Quiénes eran los otros tres valientes reporteros?

-Federico Vale, Perseo Quiroz, Gustavo Rentería y yo

– ¿Qué “fuentes” te asignaron cubrir?

-El gobierno de la Ciudad de México y Asamblea Legislativa

– ¿Quién era el jefe de Gobierno?

-Una parte me tocó con Rosario Robles, porque estaba como “suplente” del titular de esa fuente. Así es que me concentraba más a las actividades de la Asamblea Legislativa durante un año…

-No me digas que te volvieron a correr…

– ¡No!!, sino que me sale una oportunidad para trabajar en TV Azteca como reportera del noticiero de Javier Alatorre, trabajaba durante toda la noche, preparando el noticiero de “Hechos” matutino.

– ¿De dónde sacabas tantas fuerzas?

– ¿Uff!!, no lo sé, pero era pesadísimo para mí. Después de haber trabajado durante todo el dia en la 14.40 de AM, me iba a TV Azteca, entraba a las nueve de la noche y salía hasta las siete de la mañana del día siguiente. Cuando empezaba el noti “Hechos” matutino, pero, casi siempre, me tenía que quedar hasta que concluyera a las nueve o diez de la mañana. ¡Uff, era agotador para mí!!

-Créeme que te admiro por esa fortaleza…

-Afortunadamente, como era un equipo muy grande los que intervenían en el noticiero de TV Azteca, me tocaba redactar durante toda la noche como cuatro o cinco notas, sin tener que salir a la calle para “cubrir” cosas de improvisto, mucho más, porque, yo, era de las nuevas reporteras y no me daban mucho “juego”, la verdad.

– ¿Cuánto tiempo permaneciste así en TV Azteca?

-La verdad, es que no aguante mucho tiempo el ritmo.

– ¿Si no tenias cochecito porque te lo habían robado… ¿Cómo diablos te movías?

-En el Metro, no me alcanzaba para más. Me iba hasta Metro Universidad de la línea 3, y de ahí, en una micro que me dejaba frente a TV Azteca.

– ¿No te daba miedo viajar solita a esas horas de la noche?

-Siempre he sido muy atrevida, nada más aguanté como tres o cuatro meses trabajando en TV Azteca, era mucho muy pesado para mí tener dos trabajos, y más, chambeando durante toda la noche, ya no tenía ni tiempo para dormir. Además, me gustaba mucho más el trabajo como reportera de radio en la 14.40 AM, que siendo redactora toda la noche en TV Azteca.

-Continuará-           

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