Me convertí en periodista… ¡por mero accidente!!: Sara Pablo

-Las Guerreras del Periodismo VII-

 Por Edmundo Cázarez C.

-Primera de dos partes-

Foto Alejandro Magaña

Escoltada por su fiel escudero, su pequeño hijo de tan solo 12 años de edad, un niño que impresiona y sorprende por su chispa, vivacidad y firmeza, mi entrevistada hace acto de presencia en el acceso principal de una prestigiada cafetería ubicada en la colonia del Valle, al sur de la Ciudad de México. Sin que nadie le preguntara absolutamente nada y por iniciativa propia, Alejandro, el orgullo de Sara Pablo, una extraordinaria reportera de Grupo Fórmula, exclama: ¡Mamá, en donde está sentado el señor, tu amigo que te va a entrevistar, es una mesa mucho muy chiquita, no la veo muy adecuada para que puedan trabajar a gusto durante la entrevista, así es que se me cambian a la mesa que está a nuestras espaldas, es mucho más amplia y estarán más cómodos!!

Tanto mi entrevistada como este reportero, nos quedamos completamente perplejos ante la audacia e intrepidez de su pequeño hijo. Con una leve sonrisa en los labios y acompañado por un ligero movimiento de cabeza, asentimos que su primogénito tiene toda la razón y obedecemos sin poner objeción alguna…

¡Qué tal!!, los niños de ahora, vienen cargados con un “chip” más que especial.

Antes de iniciar la conversación, le hago saber a Sara Pablo que ya no cuento con nadie que me ayude a sacar las fotos durante las entrevistas, dado que mi nieto Adrián, “tiró la toalla” y optó por seguir su propio camino en la vida. Al escuchar esto, Alejandro, el orgullo de Sara Pablo, nuevamente se hace notar… ¡Momento mamá, para eso estoy aquí!!, si el señor me facilita su celular, yo tomo las fotos con muchísimo gusto, no se preocupen por nada.

A lo Mero Macho, así fue, el pequeño Alejandro nos vuelve a sorprender ante su deseo de mostrarse solidario y servicial, no solamente acompañando a su mamá, sino que, durante todo el transcurso de la entrevista, se mantuvo muy atento al desarrollo de la misma, sacando las fotos para ilustrarla y atendiendo las llamadas del celular de su mamá, anotando en una libretita el registro de llamadas entrantes y presto para cualquier cosa que se ofreciera… ¡Wooow!!, vaya que niño tan valioso…

Amable y sencilla en su trato, para Sara Pablo, una intrépida, talentosa e inteligente reportera de Grupo Fórmula, en esta primera parte de la amena e interesante conversación nos ofrece una mirada sobre el sinnúmero de peripecias que tuvo que experimentar desde su niñez, adolescencia y estudiante universitaria para llegar, por fin, a convertirse en una de las más prestigiadas reporteras de la radio y televisión mexicana, quien, por cierto, tuvo que aguantar durante seis largos años, tener que asistir diariamente a las “Mañaneras” que encabezó Andrés Manuel López Obrador, soportando, alguna de las veces, los “arrebatos y amenazas” del entonces presidente de México, ante su desmedida fobia y odio que emanaba por los medios de comunicación.

Muy pocas veces, tenemos la suerte de conocer el aspecto humano de quienes, diariamente, son los responsables de suministrar las noticias a los diferentes medios de comunicación, quedando como simples “reporteros de la fuente” asignada, pero, desconociendo por completo, un mar de interesantes historias que hay detrás de cada uno de ellos y ellas.

Al retomar la saga “La Guerreras del Periodismo” que iniciamos como un humilde, pero justo reconocimiento al cotidiano quehacer periodístico que realizan extraordinarias mujeres periodistas en nuestro país. Son contadas las ocasiones que nos detenemos para descubrir esas apasionantes historias de esfuerzos que llevan a cabo estas orgullosas y distinguidas mexicanas, que, sin dejar de atender sus obligaciones del hogar e hijos, se entregan en alma y cuerpo a esta noble profesión del periodismo, teniendo en su mente solamente el placer de informar a sus radioescuchas, televidentes y lectores, pero, además, escribiendo, día con día, las páginas de la historia de este gran país llamado México.

-Mi querida amiga y colega Sara Pablo, antes que nada, muchas gracias por aceptar venir a conversar conmigo… ¿Cómo te va en la vida?

-Gracias a Dios, me va muy, pero muy bien. Nada más imagínate, con este niño que me trae a trote, con una hiperactividad… ¡A diez mil kilómetros por hora!!

-El periodismo que ejercen las mujeres, es una fantástica mezcla de retos, ritos o shows?

-Ja, ja, ja… ¡Vaya pregunta!!… ¿Así será la tónica de toda la entrevista? -me inquiere y continúa- “Pero me brinca eso de “show”, vamos, no entiendo el por qué “show”

-Expresé “show”, porque ustedes las mujeres reporteras, periodistas o comunicadoras hacen circo, maroma y teatro para poder atender, simultáneamente, familia, hijos y su cotidiano quehacer periodístico de manera tan brillante…

– ¡Wooow!!, muchas gracias por el halago, pero… A lo Mero Macho, no nos queda de otra que dividirnos, la verdad es que… Mmm, no sé si la palabra sea difícil, pero todo nos viene de forma apareada, es decir, todo el tiempo tenemos prisas… ¡Es la verdad!!, tenemos que ver y atender la casa. En mi caso, con mi hijo Alejandro, de quien, ya te diste cuenta de la hiperactividad que posee, me obliga atenderlo, procurarlo y amarlo ante cualquier cosa, sin tener que descuidar lo mío, el periodismo, que es lo que más me gusta hacer.

– ¿Cómo le haces para dividirte en mil partes…?

-No lo sé, pero tengo que hacerlo de la mejor manera…

– ¿Por qué periodista?

-Decidí ser periodista cuando estaba cursando la prepa, y por cosas de la vida o por mero accidente, conocí a un reportero, quien, con sus pláticas, me impresionaba muchísimo cuando me narraba que se dedicaba a la “nota roja” ¡Ese fue mi primer contacto con el mundo del periodismo!!

– ¿De la vista, nace el amor?

-Posteriormente, estando ya en la universidad, una de mis maestras también se dedicaba al periodismo deportivo, incrementándose significativamente mi atracción por el periodismo, pero digamos que fue la vida misma la que me llevó hasta la radio, medio de comunicación en el que me desenvuelvo actualmente.

– ¿A lo Mero Macho, te gusta lo que haces?

– ¡Por supuesto!!, llena todas mis expectativas, además, conoces a muchísima gente y no estás encerrada en un solo lugar.

– ¿Te viste en medio de una encrucijada, es decir, dedicarte al periodismo de nota roja o deportes?

-Pues ni una ni otra cosa, porque no me atraía la nota policiaca, mucho menos, no sé nada de deportes. De esta forma, la misma actividad periodística como que me fue encaminando hacia la vida política del país, escribir en la primera sección de noticias nacionales y política.

– ¿Qué recuerdos atesoras de tu etapa infantil?

-Soy la mayor de cinco hermanos, es decir, dos varones y tres mujeres. Mi padre, siempre se dedicó al comercio, en una tienda de telas que aún conserva en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México. Un orgulloso oaxaqueño de sus raíces. Mientras que mi madre, siempre se ha dedicado a las labores de casa.

-Wooow, me gusta el énfasis que manifiestas al hablar de tu señor padre…

-Es que mi papá es un ejemplo para mí, tanto de su esfuerzo, su lucha y superación. Era un humilde oaxaqueño que llegó a la enorme capital del país, y de la noche a la mañana, así de pronto, la cigüeña lo llenó con cinco hijos.

-Cuéntame algo de esa titánica lucha de tu padre al llegar procedente de Oaxaca…

-Lo único que me ha contado, es que era empleado de la tienda de telas, que, en realidad, era propiedad de uno de mis tíos y le dio el trabajo de acomodar los rollos de telas y atendiendo a la clientela. Luego, por cosas de la vida, la tienda quebró y tuvo que cerrar sus puertas durante una buena temporada.

– ¡Vaya conflicto de vida…!!

-En efecto, mi padre se quedó sin empleo y ya con cinco hijos…

– ¿Eres una orgullosa “chilanga”?

-Ja, ja, ja, no, fíjate que no…

-No me digas que también eres de origen oaxaqueño como tu papá…

-… ¡Pues no!!

– ¡Ah, caray!!… ¿Entonces?

-Soy la única que nació en Tlaxcala, porque todos mis hermanos, ellos, sí que son orgullosos “chilangos” por nacimiento. Te decía, mi papá se queda sin trabajo con cinco hijos y toma la decisión de reabrir la tienda de telas que era de mi tío…

– ¿Cómo le hizo?

-Sus hermanos -mis tíos-, pero, sobre todo mi tío Víctor, le echaron la mano invirtiendo con algo de capital que tenían ahorrado, se hacen socios de la tienda, pero con la modalidad de ropa para hombre y que hasta la fecha sigue funcionando muy bien en la calle de Independencia, muy cerquita del teatro Metropolitan.

-Tu señor padre, un hombre de retos…

– ¡Sin lugar a dudas!!, las rentas de los locales son elevadísimas y ni que decir lo que sufrió durante la pandemia del COVID, pero esa es otra historia.

– ¿Cómo era Sarita, la niña?

-La verdad, es que siempre fui sumamente inquieta. Por razones familiares y durante algún tiempo, estuve viviendo con dos de mis tías que estaban completamente solas y no se habían casado, quienes, indudablemente, se convirtieron en parte importante de mi vida, estando en primaria y secundaria

– ¿Cuál fue el año de primaria que más te gusto y por qué?

-Creo que fue quinto y sexto de primaria, como que los disfruté mucho más que los primeros cuatro años… -De pronto, su rostro es reflejo de felicidad, sus ojos brillan intensamente y su tono de voz es de alegría- “A todo esto, déjame contarte que durante un año estuve viviendo en Tlaxcala, precisamente, cuando cursaba el segundo de primaria, pero era mucho muy feliz…”

– ¿…Y eso?

-Me sentía totalmente libre, es decir, me podía salir de la escuela y no significaba ningún problema. Me iba caminando a la casa de mis tías desde la escuelita rural en la que estaba inscrita. Me saltaba por las ventanas para irme corriendo a comer a la casa de mi tía y me regresaba a la escuela.

– ¿No te regañaban tus maestros?

-Pues sí, pero no eran muy estrictos que digamos, sobre todo, no me hacían nada porque les decía que tenía hambre y había ido a la casa de mi tía a comer algo. En ese pueblecito de San Cosme, ubicado entre Apizaco y Tlaxcala, existía una libertad extraordinaria

– ¿Eras una alumna distraída, aplicada o media “burrita”, te lo pregunto con el respeto que me mereces?

-Una alumna de lo más normal que te puedas imaginar, pero, tampoco, nada “burrita” Una niña completamente regular…

– ¿Una niña de puros dieces?

– ¡Nooo!!, de ochos y nueves

-Ante la presencia de un “músico callejero”, con un escándalo estruendoso con su tambora y corneta, Alejandro, el hijo de Sara Pablo, se levanta de la mesa, se dirige hacia a él y le obsequia 10 pesos, le pide que, por favor, nos dejara seguir haciendo la entrevista porque no se escuchaba absolutamente nada…

– ¿Cuál era tu juguete favorito?

-Fíjate que no tuve un juguete “favorito”, porque desde quinto de primaria ya era una niña muy de mis amigas, es decir, ya casi no estaba en casa. Curiosamente, cuando me fui a vivir con mi tía, como ella no tenía hijos en ese momento, me convertí en algo así como su hija. Me cuidaba y procuraba muchísimo.

– ¿Ni en Navidad o Reyes Magos?

-En la casa de mis padres sí se acostumbraba la llegada de Santa Claus y los Reyes Magos, pero, a decir verdad, nunca nos llegaba lo que pedíamos nosotros

– ¿Cuáles eran tus pedimentos?

-Quizás, era pedir una muñeca “Barbie”, pero sabía de antemano que no vería satisfecha mi petición, sino lo que mis papás podían comprarnos, así, podían cumplir con el compromiso infantil, con una simple pelota o lo que fuera. Además, mi familia pertenecía a una clase media baja.

– ¿Y en la casa de tu tía, eras Alicia en el País de las Maravillas?

-Ahí sí, para que veas, contaba con ese privilegio, me cuidaba y quería como si realmente fuera su hija. Me acuerdo que se me ocurrió pedir una muñeca que venía en una hermosa carriola y que anunciaban en la tele, pero costaba muchísimo. No sé como le hizo mi tía, pero me la trajeron los Reyes Magos… ¡Uff!!, me emocionó muchísimo… Como ahorita, mira, me tienes llorando de alegría al recordar cosas tan bellas de mi infancia

– ¿Cómo eran esas tardes en casa, después de ir a quinto y sexto de primaria?

-De lo que tengo más conciencia, muy a pesar de que mi tía me dispensaba demasiadas consideraciones, me ponía a que hiciera mis tareas y ayudarle con los quehaceres de casa, lavar trastes, barrer y trapear

– ¿Cómo te divertías estando en casa?

-Me acuerdo que me gustaban mucho los cuentos de Walt Disney, hasta logré hacer una colección de todos ellos, la verdad, estaban muy bonitos y venían en una presentación de pasta dura. Para mí, eran lo máximo, los releí una y mil veces

– ¿Ya empezabas a echar a volar tu imaginación?

-Para que te digo que no. Sí, la verdad es que si, me fascinaba estimular mi imaginación. De tanto que lo leía, los dejé muy desgastados y hasta con una apariencia de muy “viejitos”

– ¿Recordar es vivir?

– ¡Indiscutiblemente!!, hace muy poco que fui a visitarla, vi esos cuentos y no sabes cómo lloré de emoción, tantos bellos recuerdos de esos cuentos del gran Walt Disney

-Hasta yo me estoy emocionando con tu relato…

-Fíjate que, frente a la casa de mi tía, vivía una señora que resultó ser pariente político de mi tía, quien se llama Gaby, con ella, nos subíamos a la azotea de la casa a platicar y admirar las nubes y estrellas, como que era mi amiga “fiel”

– ¿Eras traviesa?

-Sí, la verdad es que sí. Sumamente traviesa

– ¿Qué travesuras hacías?

-Era un tanto atrevida, pero sin caer en las maldades. En ese lapso, por fin, nace la primera niña de mi tía Julia. Un día, me manda que le comprara un litro de leche, pero en lugar de irme directo a una tiendita cercana, se me ocurre irme hasta una tienda del ISSSTE… ¡y que me atropella un coche!!

– ¡Sopas!!… ¿Qué te sucedió?

-Acababa de cumplir 12 años de edad, justamente, esto mismo le venía contando a mi hijo Alejandro, ahorita que veníamos para acá, ese accidente sucedió exactamente en el cruce del Eje 8. En aquel entonces, este eje vial, para mí, era inmenso, ahorita que lo cruzamos caminando, ja, ja, ja… ¡Está muy chiquito!!

-Pero no me has dicho que te sucedió…

-Tuve una fractura en el tobillo, estuve con la pierna enyesada como por cuatro meses. Me acuerdo que llegó una ambulancia de la Cruz Roja y me trasladaron al hospital de Xoco.

-Menos mal… 

-Pues ni tanto, porque estaba a punto de llevarse a cabo la fiesta de graduación de sexto año de primaria y me perdí no haber bailado el vals. Un día antes de la fiesta, fuimos al médico y resultó que no estaba el médico en su lugar, porque ya me habían dicho que me quitarían el yeso. Como yo estaba aferrada en ir a mi fiesta de graduación, convencí a mi tía que ella misma me retirara el yeso de mi pierna.

– ¡No inventes!!

-Pues, así como te lo estoy contando, fue como sucedió…

– ¿Cómo lo hizo…?

-Con un simple cuchillo de cocina… ¡y pude ir a mi fiesta!!, ja, ja, ja.

– ¿Y sí pudiste bailar tu vals?

-No, la verdad es que no. Mi perna estaba totalmente débil, no me podía sostener de pie… ¡pero fui a mi fiesta de graduación!!

– ¿Querías ir a la fiesta porque ya existía el chamaquito que te traía arrastrando la cobija?

-Ja ja, ja… Edmundo…. ¿eres sicólogo o brujo? Sí, la verdad es que ya había un niño que me encantaba. Total, terminé la primaria con un promedio general de 8.5 de aprovechamiento.

– ¿Qué sensación de independencia te embargaba a tus doce años de edad, viviendo separada de tu hogar, con una tía?

-Me sentía totalmente segura de mí misma

– ¿Y la secundaria?

-La cursé estando en la casa de mi tía Betty, otra de mis tías. Pero ya me quedé aquí en la Ciudad de México. Mientras que la secundaria, la cursé en la escuela Leandro Valle de la colonia Oriental.

– ¿Qué nuevas experiencias tuviste en la secundaria?

-Que todo era muy diferente, pero me gustó mucho esa parte -Al sonar el celular de Sara Pablo, inmediatamente su hijo Alejandro atiende la llamada- “Mi hijo me tiene muy sorprendida, mira, se comporta como un adulto chiquito, muy formalito y atento. Bueno, pues te contaba que en casa de mi tía Betty contaba con primos de mi edad, fue así como me dejaban salir a la calle, pero acompañada por ellos”

– ¿A dónde se iban?

– A jugar básquetbol en la unidad deportiva.

– ¿Seguías con tus travesuras, pero ahora de adolescente…?

– ¡No te digo!!, te me adelantas. Ja, ja, ja. Una vez, mi papá me fue a dejar en la escuela y como llegamos tarde ya no me dejaron entrar…

– ¿Qué hiciste?

-En lugar de regresarme a la casa de mi tía, me fui derechito a la casa de una amiga, pero, para mi mala suerte, ella no estaba en su casa, porque sí estaba en la escuela…

– ¿…Y entonces?

-Me quedé con su mamá toda la mañana hasta que llegó la hora de la salida y me tuve que ir para mi casa. Era mucho muy amiguera, cosa que sigo conservando hasta la fecha.

– ¿Cuántas materias reprobaste en la secundaria?

– ¡Ninguna!!, me puse bien las “pilas”

– ¿Y la materia “coco”?

-Tampoco… ¡ninguna!!

-Por ese tiempo, en la cabeza de la adolescente Sara Pablo pasaba la idea… “Quiero ser de grande…”

– ¡Uff!!…. ¿Mamá te ayudo?, -exclama con voz tierna su pequeño hijo- ¡Ay mi querido amigo Edmundo!!, me estas moviendo el baúl de los recuerdos muy cañón… Creo que quería ser doctora…

– ¿Y eso?

-Me llamaba mucho la atención poder ayudar a los demás y curar a la gente. ¡Vaya!!, me tienes un tanto confundida, creí que la entrevista seria estrictamente sobre los medios de comunicación, y mira, me has dado un vertiginoso vuelco a la memoria…

– ¿Te sientes incómoda?

– ¡Para nada!!, al contrario, te lo agradezco enormemente…

-Bueno, mejor dime… ¿Cómo concluiste la secundaria?

-Muy bien y sin ningún problema de materias reprobadas, con un promedio general de 9.2

– ¿Cómo veías al México de ese tiempo?

-Mira mi querido Edmundo, Sara Pablo llegó a este mundo en 1974…

-Wooow, muchas felicidades, acabas de cumplir tus primeros 50 años, te ves formidable, sumamente joven y llena de vitalidad…

– ¡Que lindo y caballeroso eres!! Cuando termino la secundaria, acababa de cumplir mis XV años. Recuerdo, si es que no me equivoco, el presidente de la República era Miguel de la Madrid. A lo Mero Macho, haciendo uso de tu ya famosa frase, creo que, en ese tiempo, como que todavía no despertaba bien mi consciente. Estaba acostumbrada a que solamente salía a la calle en compañía de mis primos o de mi tía

– ¿Vivías un poco más desahogada en el aspecto económico, que estando en tu casa?

-Sí, la verdad es que sí. Mi tía gozaba de una posición económica un poco más desahogada que mi mamá. Ya que tocas el tema, y agradezco tu caballerosidad, esa fue una de las razones por la que me fui a vivir con mi tía, para ayudar a mi mamá y sacara adelante a mis hermanos. Para ese entonces, la mayor parte de mis tiempos libres la pasaba en las canchas de básquetbol con mis primos y amigas.

– ¿Sigues conservando esas amistades de secundaria?

-Sí, sobre todo, una de mis amigas con la que nos frecuentamos muy seguido. Fue una etapa estudiantil mucho muy feliz

-Pero lograste madurar a pasos agigantados…

-Muchas gracias por tu concepto y palabras. Es que desde muy chica aprendí estar lejos de mi mamá, y eso, como que me inyectó enorme seguridad y firmeza en mi conducta y forma de ser. Ya no me detenía a pensar en una libertad porque la había estado experimentando desde niña, para mí, era algo totalmente normal

– ¿En qué momento te pusiste a recapitular como había sucedido todo?

-Quizás, estando ya en la universidad, asimilé el porqué, tuve que separarme de mi mamá y hermanos.

– ¿En qué momento te flechó Cupido?

-Creo que desde la secundaria ya estaba locamente enamorada de un niño

– ¿Qué tenía de especial ese chamaquito?

-Creo que sus ojos, estaba morenito claro, la verdad, yo lo veía muy guapo. Ja, ja, ja… Hace poco tiempo, me puse a ver unas fotos de esa etapa de mi vida, la verdad, me dije por dentro que estaba chiflada de a tiro. Era un amor “platónico”, además, este escuincle tenia dos o tres novias más, ja, ja, ja.

– ¿Y la prepa?

-Realicé mi examen de admisión para el CCH Oriente, además, me quedaba a pedir de boca porque vivía con mi tía en la colonia Agricola Oriental, me quedaba a tan solo 15 minutos de la escuela y caminando. Aprobé el examen sin ningún problema, pero me toca el turno vespertino, no me gustaba nadita estar en el turno de la tarde…

– ¿La inseguridad?

– ¡Exacto!!, además, casi la mayoría de mis compañeros eran de muchísima más edad que yo. Me había acostumbrada asistir a la escuela por las mañanas.

-No siempre las cosas nos resultan a pedir de boca…

-Pues sí, por cierto, conocí a un cuate en una fiesta organizada por los mismos compañeros del CCH, además, su tía trabajaba ahí mismo en el CCH, y me ayudó a cambiarme al turno matutino…

-Ya vez, no hay mal que dure cien años…

-Estando ya en el turno matutino, como que me pude organizar mejor mis tiempos y pretensiones a futuro…

– ¿Un verdadero autoanálisis a fondo?

-Si mi querido Edmundo, fue cuando pude poner en orden mi pensamiento y hasta mi existencia. Asimilé, el porqué, estuve tanto tiempo alejada de mi mamá…

– ¿Te embargó la nostalgia?

-Digamos que me puso un poco triste…

– ¿Un poco de resentimiento?

-No, no a tal grado como resentimiento, estaba cruzando la etapa de adolescencia a la juventud, pero, también, me hacía mucho más consciente de las necesidades que se presentaban en casa y me obligaba a reflexionar porqué me había alejado del seno familiar, hasta comencé a trabajar estando muy chica…

– ¿En serio? ¿En qué trabajabas?

– ¡Uff!!, desde los 17 años de edad comencé a trabajé en mil cosas, si no me falla la memoria, creo que el primer empleo que tuve, fue con un tío que vendía colchones, eso, de alguna manera, fomentó la toma de decisiones en mi persona, totalmente liberal.

-Me imagino que no cortaste del todo, el cordón umbilical que te unía a tu mamá…

– ¡No!!, por supuesto que no. Debo reconocer que cada cosa que emprendía, siempre, le consultaba a mi mamá para conocer su muy valiosa opinión, pero las decisiones las tomaba yo. Los consejos de mi madre siempre fueron una especie de guía en mi forma de vida, muy a pesar que todavía no era mayor de edad, lo cual, siempre me permitió actuar con esa total libertad e independencia

– ¿Fuiste un poco rebelde con tu padre?

– ¡No!!, para nada. El amor y respeto hacia mis padres, siempre han sido mi prioridad fundamental. Mi decisión de comenzar a trabajar y apoyar, dentro de mis posibilidades, a la enorme carga que tenían mis padres por sacar adelante a mis hermanos, era urgente.

– ¿Cuánto te pagaba tu tío?

– ¡Uff!!, ya no me acuerdo, pero era muy poquito, pero, para mí, estaba bien porque era yo sola e iba ahorrando un poquito para dárselo a mi mamá.

– ¿Cuéntame cómo te la pasaste en el CCH?

-Antes de responderte en el aspecto académico, déjame decirte que el básquetbol me acompañó siempre durante toda mi etapa estudiantil, era como mi “hobby”, preferido, además, me ayudaba a sacudirme del estrés que se me iba acumulando.

– ¿Y en el aspecto académico?

-Creo que me desempeñé como una preparatoriana medianamente regular, esto, sucedió a finales de los años 80`s.

– ¿Ya se te había aclarado tu panorama a futuro?

-La verdad es que sí, como que ya empezaba a visualizar qué es lo que quería estudiar en la universidad. Para ese entonces, me puse a vender libros y enciclopedias casa por casa -Al notar que se le hacen visibles un par de lágrimas a mi entrevistada por la emoción, su pequeño hijo Alejandro, le pasa, de inmediato, un par de servilletas y me hace un “guiño”, como expresándome en silencio… “Dale chance a mi mamá, está muy emocionada”-

-No te preocupes, son emociones que afloran…

– ¡Muchas gracias querido amigo por permitirme hacer un rápido viaje a esos maravillosos recuerdos. Me acuerdo que era un suplicio cargar, horas y horas, varios y pesadísimos tomos de las clásicas enciclopedias ilustradas. Me metía a casi todas las dependencias oficiales, escritorio por escritorio, ofreciéndoselas a los empleados y convencerlo que era lo mejor para la educación de sus hijos.

-Resultaba hasta curioso, que un hogar que contaba con una de esas enciclopedias, era considerado como “pudiente”, económicamente hablando, porque costaban una muy buena lana…

– ¡En efecto!!, no eran tan accesibles para la mayoría de las familias por el alto costo que representaban, por lo mismo, mi tarea era ofrecerlas en cómodos pagos a los burócratas.

– ¿Enciclopedias que se quedaron ancladas en el fondo del mar de la historia…?

-Pues sí, porque hoy en día, con un simple “click”, Google te da toda la información que le solicites en cuestión de segundos. Por cierto, en el librero de mi casa, ahí están todavía, un par de esas “lujosas” enciclopedias… ¡pero ya no se usan!!

– ¿Reliquias para los museos?

– ¡Ándale!!, lo dijiste a la perfección

-En CCH ya te hacia “cosquillas” el gusanito por ser periodista?

-Ja, ja, ja, quizás, eso sucedió en el último año de mi estancia en el CCH, pero, más aún, gracias a que conocí a una persona que se desempeñaba como reportero de la fuente policiaca del periódico La Prensa. Un día, me invita para que lo acompañara a una orden de trabajo…

– ¿Qué sentiste entrar a la redacción de un periódico que mantenía una enorme demanda?

-Me quedé impactada, recuerdo que lo único que expresé fue un… ¡Guauuu!!, era impresionante ver a todos los reporteros en sus máquinas de escribir y redactando sus notas.  Esa imagen se me quedó tatuada en mi mente.

 

-Continuará-

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