Historia sin Fin: un México Cercado  Con Problemas en Ambas Fronteras

Los Dados de Dios

 

NIDIA MARIN

Ha sido cuento de nunca acabar en las fronteras norte y… sur.

En la norte, ya se sabe, con el crimen organizado en acción, así como la llegada de Donald Trump al poder y sus arbitrarias políticas aplicadas contra nuestro país y los mexicanos. 

Respecto a la sur, con el incremento de la criminalidad y la inestabilidad derivada de las acciones de las bandas delincuenciales nacionales y extranjeras (de Guatemala y otros países tanto centroamericanos, sudamericanos y caribeños), además de las luchas entre políticos mexicanos de diverso signo partidista.

¿Volverán las oscuras golondrinas de la militarización de la frontera sur como ocurrió a principios de siglo durante los mandatos de Fox y Calderón para evitar la llegada de migrantes en aquel tiempo considerados terroristas tras los hechos del 11 de septiembre en Estados Unidos?

El asunto no es nuevo y las presiones desde el vecino país del norte tampoco. Hoy, todo puede suceder con el segundo mandato del agente naranja.

Y queda la duda, acerca de si retornará el acuerdo entre México y Estados Unidos para frenar en la frontera sur mexicana las oleadas de migrantes (que ciertamente se desbocaron en el sexenio pasado mexicano) como ocurrió durante el mandato de Vicente Fox Quezada, cuando en las garitas chiapanecas había policías mexicanos y…estadounidenses.

Como explicaran Manuel Ángel Castillo y Mónica Toussaint en su excelente trabajo “La frontera sur de México: orígenes y desarrollo de la migración centroamericana” sobre lo ocurrido en aquellos años de principios del siglo XXI:

“El endurecimiento de las políticas migratorias tiene también que ver con el compromiso adquirido por el gobierno mexicano en el sentido de funcionar como un filtro para los migrantes en su frontera sur, para frenar su arribo a territorio estadounidense (Girardi, 2007, pp. 162-163). De este modo, México se ha debatido en medio de la tensión que significan las presiones del gobierno de Estados Unidos y el ejercicio de la función soberana de admitir o no extranjeros en su territorio. Pero al mismo tiempo, esto ha tenido repercusiones en el plano binacional, generando tensiones en las relaciones de México con Guatemala, y a la vez en el ámbito regional, esto es, en el terreno de sus vínculos con los gobiernos centroamericanos, de donde procede una parte sustancial”.

Ciertamente no se puede afirmar o negar lo que pudiera suceder en un futuro cercano, aunque México ya no pueda con el paquete de los miles y miles de indocumentados no sólo cruzando su territorio, sino que se quedan a vivir en el mismo, con o sin empleo.

¿LA INFLUENCIA DE

EEUU REAL O FICTICIA?

Castillo y Toussaint en su acucioso trabajo señalaron, por ejemplo:

“Si bien es difícil de probar la influencia de la política estadounidense de seguridad nacional en el incremento de los mecanismos de control en la frontera sur de México, es un hecho que, a partir de septiembre de 2001, se registraron cambios significativos. Por un lado, el Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos fue remplazado por el Departamento de Seguridad Nacional (Homeland Security), el cual ejerce desde entonces las funciones de control y regulación migratorios y fronterizos”.

Además…

“La conveniencia para el gobierno de Washington de la creación de un Perímetro de Seguridad de América del Norte se ha visto expresada en la creación del esquema de cooperación con México y Canadá: la Asociación para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN). Todas estas acciones son evidencia de que hasta ahora sólo se ha considerado una faceta del fenómeno migratorio: la necesidad de contener su expresión sintomática y no la de resolver las causas que dan origen al problema. Esto significa que se han dejado de lado las causas estructurales de la migración que tienen que ver con las necesidades no satisfechas de la población en sus lugares de origen y las demandas de los mercados laborales en los países de destino (Castillo, 2005a, p. 84)”.

Pareciera que como transcurre el siglo, se acelera la migración indocumentada hacia Estados Unidos.

Los autores, en su excelente trabajo precisan: 

“Es necesario destacar que las relaciones erróneas entre migración y hechos criminales han permeado una visión del fenómeno que fomenta la adopción de esquemas y medidas desde la seguridad nacional, en tanto la equiparan a otros fenómenos que se califican como amenazas. En ese contexto, el gobierno mexicano ha incorporado instancias responsables de la gestión migratoria, como es el caso del Instituto Nacional de Migración, que progresivamente tolera la actuación de diversos cuerpos de seguridad (federales, estatales y municipales) con otros mandatos y jurisdicciones e incluso en ciertas ocasiones se coordina con ellos”.

Hoy, lamentablemente ya sabemos de la agudización de la problemática y de la urgencia de que haya nuevos cambios para evitar que México siga pagando en ambas fronteras y en su territorio, las consecuencias de la problemática interna de los diversos países de Latinoamérica y el Caribe -fundamentalmente-, producidos por el desempleo, la violencia y los autócratas.

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