Mathilde Forget, Por voluntad propia. Ed. Tránsito, Barcelona, 2024.111 páginas
DAVID MARKLIMO
Hay un cierto ritual en la lectura de la primera novela del año. ¿Tendrá la trama algo que ver con lo que se cocina en la realidad? ¿Qué impacto deja con el transcurso de los meses? Desde hace tiempo, la primera novela del año es como una declaración de intenciones. Es así que la primera novela de este 2025 fue Por voluntad propia, de la escritora francesa Mathilde Forget.
Habría que decir que es un texto de no ficción, quizá no sea apropiado llamarle novela, estamos más bien ante una reflexión sobre un hecho atroz que Mathilde sufrió: una agresión sexual. Es a partir de este hecho, donde el significado de la agresión se ramifica: el propio dolor de sufrirla, el proceso de denuncia, la investigación del hecho. A grandes rasgos, podemos decir que estamos ante una denuncia sobre las actitudes de la policía y los juzgados cuando las mujeres acuden a denunciar. Quizá baste un ejemplo: sin víctimas declaradas, no hay delito. Soy culpable de que el delito exista porque yo lo he revelado, sostiene Mathilde. Y esta sencilla oración es la que da el tono a toda la obra, el tormento psicológico que atraviesa una mujer víctima de violencia sexual, no solo por lo vivido, sino por la forma en que la sociedad y el sistema judicial la arrastran hacia un espacio de culpabilidad y de silencio.
Es una mañana de domingo, y ella se ha presentado en la policía por voluntad propia tras pasar la noche con un hombre. Aunque en algún momento lo duda, no lo recuerda del todo. ¿Qué ocurrió exactamente? ¿Fue ella la que fue a buscarlo? ¿O fue él quien vino a buscarla? ¿Quizá fueron a buscarla a su casa y la sacaron esposada? Siente aún en la boca el sabor del ron con cola cuando comienzan a interrogarla en la segunda planta de la comisaría. Primero el Comandante, condescendiente y brusco. Acto seguido, el equipo la evalúa psicológicamente, le toma las huellas dactilares, y enseguida un abogado inicia la preparación de su defensa. Duda de nuevo. El desconcierto no solo es el suyo, sino también el de un sistema que, en lugar de brindar apoyo, parece estar más interesado en encontrarle culpabilidad por su misma existencia como víctima.
Así, lo que vemos es un desbordante viaje emocional e intelectual que se adentra en los oscuros recovecos de la violencia sexual, narrado desde la perspectiva de quien se ve obligada a transitar un mundo donde su dolor no es validado y donde denunciar puede hacerla más culpable que el agresor mismo.
Como decíamos, la denuncia abre el abanico de lo que significa la agresión. Así, el texto se adentra en los efectos devastadores del trauma. La herida es tan profunda que no puede ser completamente comprendida o compartida por los demás. Su cuerpo, dice, es el lugar del delito, pero en este caso es imposible irse de ese sitio. La condena es que tienes aprender a vivir con él. Del cuerpo, del delito, nunca te vas.
La historia explora la desconexión emocional de sus amigos, quienes, avergonzados y temerosos, se alejan de ella. Y se nos revela cómo, a menudo, el peso de la culpa se extiende también a quienes deberían brindar apoyo, quienes sienten que el dolor de la víctima es demasiado difícil de manejar. ¿Cómo convivir con ese dolor que ves, pero que no comprendes? ¿Qué procesos de empatía se necesitan detonar?
Y también nos habla del lenguaje, de lo difícil que es hacer una investigación sin que las palabras dañen más. Se nos muestra la ambigüedad que hay detrás de las palabras, y se nos da un retrato sutil y afilado del desalentador sistema judicial, que a menudo culpa a sus víctimas y las avergüenza. Es quizá la parte más perturbadora de la obra, pues es a través de la lengua que se nos muestra cómo las mujeres —especialmente aquellas que no encajan en los moldes tradicionales de feminidad— son vistas como responsables de los abusos que sufren. Estamos ante una obra que tiene una mirada afilada y una voz que fusiona ligereza y rabia. Se nos ofrece una reflexión perturbadora sobre la culpa, la vulnerabilidad y las grietas de un sistema judicial que revictimiza a quienes buscan justicia.
Es un intenso relato que nos deja sin aliento. Un libro sorprendente y poderoso, tal cual ha empezado este 2025.
