NIDIA MARIN
¿México ya no dará la cara por otros gobiernos que se nieguen a recibir en sus países a SUS migrantes? ¡Ojalá!
Fue la presidenta quien en una de sus declaraciones a “bote pronto” sugirió que Estados Unidos envíe a los deportados a sus naciones. Ella tenía razón, aunque las normas internacionales no lo especifican…
Hoy, además, el caso Colombia exhibe el ejemplo del ridículo hecho por un mandatario que busca fama y reelección, a quien doblaron las manos de un derechazo en el bolsillo. ¡Adiós don Gustavo, tendrá que ahuecar el ala en 2026!
Pero, la resolución del caso Colombia, da esperanzas para que México deje de pagar el pato ajeno y se concentre en el propio que se cuenta por millones.
La majadería de hoy proviene del siglo pasado. Sí, aseguran los estudiosos del tema, que la política actual de del vecino del norte se aceleró durante la segunda mitad de los años noventa. “…en un entorno de crecimiento de las actitudes antiinmigrante y preocupación por la seguridad nacional, se inició el actual periodo de deportaciones masivas, que se distingue de los anteriores por su duración y por el crecimiento progresivo y sostenido de las expulsiones con una orden de remoción”.
Simón Pedro Izcara Palacios, y Karla Lorena Andrade Rubio, en su trabajo “Causas e Impactos de la Deportación de Migrantes Centroamericanos de Estados Unidos a México”, así lo exponen, además de precisar que el país vecino del norte adoptó una estrategia basada en la “prevención por medio de la disuasión”, que consistió en un reforzamiento del control fronterizo con más patrulleros, con la construcción de más muros y bardas, y con la adquisición de tecnología militar para detectar y detener el flujo de migrantes”.
Cierto, ya sabe usted la historia de los muros, incluido el que se quedó a la mitad hace unos años…
En el siglo XXI, además, dicen “…expandieron los poderes del gobierno federal y las policías locales para arrestar, detener y deportar a los inmigrantes, y ampliaron las ofensas por las cuales éstos podían ser deportados”.
DELINCUENTES DE
VARIAS NACIONES
Lo grave, en el caso de los centroamericanos… y tal vez de los nacionales de otros países, es que tras ser deportados a la frontera por donde ingresaron, es decir a las ciudades de la frontera mexicana con Estados Unidos “…terminan en las filas de la delincuencia organizada”.
Abundan al respecto:
“El 87% de los entrevistados deportados desde Estados Unidos hasta una ciudad fronteriza mexicana fue secuestrado por la delincuencia organizada y obligado a delinquir; mientras que en el caso de los que fueron deportados a Centroamérica y luego se internaron en México para retornar al país del norte, el porcentaje descendía al 20%. Aunque casi la mitad de los entrevistados que atravesaban el país de sur a norte tuvo en algún momento un tipo de encuentro con la delincuencia organizada”.
Ciertamente, inclusive los medios de comunicación del país lo han dado a conocer, por lo menos en el sexenio anterior.
Los investigadores señalan en su trabajo (publicado por Scielo Analytics) que, además, en los últimos años se han implementado diferentes programas para maximizar y agilizar el número de deportaciones por medio de expulsiones sin derecho a audiencia o apelación; la detención de los migrantes hasta la ejecución de la orden de deportación; la imputación de violar las leyes migratorias a muchos migrantes aprehendidos en la frontera y la devolución de algunos migrantes por un puerto distante al de entrada (Rosenblum, 2012)”.
Indudablemente la situación es delicada porque, como si no fuera suficiente, algunos de los entrevistados por los investigadores les dijeron “…que las autoridades estadunidenses les propusieron deportarles hasta México, en lugar de expulsarles hasta sus lugares de origen, a cambio del pago de un soborno”.
Los autores explican lo nocivo y reprobable de tal práctica, porque los así deportados “corren un riesgo elevado de ser reclutados por la delincuencia organizada”, además de que la deportación de migrantes centroamericanos en ciudades fronterizas “facilita su reingreso en Estados Unidos” y… “esta práctica vulnera la soberanía nacional de México porque facilita la entrada en el país de personas que no pueden acreditar su estancia legal en México”.
El asunto es que dicha política se ha estado aplicando con centroamericanos, pero también con sudamericanos, caribeños, africanos, asiáticos y demás. Todos vienen a dar a México cuando los regresan.
¿Y el resultado?
Lo estamos viendo: crecimiento del crimen organizado y miles de habitantes de otras naciones en las calles, sin trabajo, exigiéndole atención a México y a los mexicanos.
En esas estamos pues…pagando los platos rotos propios y de otros países, gracias a los gringos.
¡Ojalá!, mediante políticas aduanales en EE.UU y detención de polleros en sus respectivos países, por el bien de todos los migrantes y de los mexicanos, ya dejen de cruzar nuestra república para llegar al vecino del norte.
¡Ojalá!, que si los regresan los envíen a sus países de origen o de otra manera será cuento de nunca acabar: el entra y sale de Estados Unidos a México y viceversa.