SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS
No cabe duda que es una obligación de todo gobierno nacional proporcionar ayuda a connacionales como a extranjeros que residen o viajan por el país. Brindar seguridad es una de las tres máximas del pacto de gobierno que, desde el tiempo de la Ilustración dieciochesca, pasando por el binomio liberal-conservadurismo del siglo XIX y terminando en la consolidación de los estados nacionales durante el siglo veinte y lo que llevamos del 21, se entabló entre la ciudadanía y los gobiernos representativos.
Como país, México ha tenido una historia de claroscuros respecto al muy complejo tema de la migración. Después de la guerra de Independencia le quedó muy claro a las autoridades imperiales luego republicanas que dado el inmenso territorio que se tenía en los años de 1820 el país estaba despoblado.
Existían mexicanos que vivían al norte del puerto de San Francisco y comerciaban pieles con mercaderes rusos de la Alaska zarista; en el otro extremo había poblaciones mexicanas que desde la hoy Chiapas comerciaban, por medio de líneas de cabotaje marítimo, con puertos de Centro América, Ecuador y Perú sin mencionar La histórica y cercano contacto con la Cuba antillana, amén de la tenida por los tejanos con los anglos que poblaban la Louisiana, el puerto de Nueva Orleans y Mobila en el estado de Alabama.
Durante el resto del siglo XIX y hasta 1940 por mencionar un límite un tanto arbitrario, México necesitó de población porque después de las pérdidas de Texas y los territorios anexados a EEUU en 1848, siempre estuvieron en peligro y a punto de perderse Sonora, Chihuahua, Coahuila y la península de Baja California. En la actualidad muchos californios se preocupan de las ínsulas de población estadounidense a lo largo del territorio, sobre todo las ubicadas en las costas del Golfo de Cortés como del litoral Pacífico. Señalan que aquellos tienen sus propios códigos de comunicación, nomenclatura de lugares y expulsión de habitantes que no sean de nacionalidad americana. El recuerdo de cómo se perdió Texas está presente. Por otro lado los políticos deberían y los historiadores sabemos -por documentación oficial del Departamento de Estado- de los afanes estadounidenses por ocupar toda Baja California, ¡¡hasta en la cultura popular se ha tocado el tema, véase la película “El día después de mañana”!!
Todo lo anterior quiere decir que en doscientos años de vida independiente el tema de la población, los Estados Unidos, la soberanía del territorio mexicano y demás aristas temáticas no son asuntos propios de una enciclopedia histórica, sino problemas tangibles de la conflictiva relación dual entre dos países FUNDAMENTALMENTE DISTINTOS.
El título del artículo señala en segundo término las falacias. La primera falacia y derivación de la cultura woke es que la migración es un derecho humano. Error, la migración ha existido antes de que hubiera derechos y el ser humano deambulaba por planicies, sierras, selvas y desiertos en búsqueda de mejores condiciones de vida. Al ir e invadir tierras, los migrantes se encontraron con otros pueblos. Bíblicamente, el pueblo de Israel emigró a la hoy península del Sinai y luego al territorio que hoy ocupan los palestinos, los libaneses, los jordanos e israelitas: tales gentes llevan miles de años peleándose por tierras que les son vitales.
Las más famosas migraciones fueron las sucedidas en Europa durante el tiempo del Imperio Romano llevadas a cabo por diversos pueblos germánicos. Quinientos años después, en menor escala, aunque con una ferocidad superior, sucedió la migración e invasiones llevadas a cabo por el pueblo vikingo a tierras de la Bretaña inglesa, Islandia, un pie de playa en Groenlandia, Ucrania. En nuestro ámbito inmediato, la peregrinación del pueblo mexica es la migración de un pueblo proveniente de un confín en Mesoamérica; cuando llegaron al hoy Valle de México, los pueblos ya asentados los obligaron a vivir en un islote insalubre que posteriormente se convirtió en la ciudad de Tenochtitlan.
A partir de los años de 1500 hasta la fecha, la evolución política de los pueblos resultó en la aparición y consolidación de estados nacionales con sus respectivos gobiernos que, como se dio al inicio de este artículo, procedieron a proteger SUS TERRITORIOS NACIONALES. Aquí es donde el derecho humano a la migración (??) se topa con el derecho de una legislación particular que rige en un determinado estado nacional.
La migración y los migrantes tienen que lidiar con las afinidades y odios de una población nacional. Asimismo, la realidad mundial del fenómeno migratorio se enfrenta a todo tipo de maniobras llevadas a cabo gobiernos nacionales para defender sus territorios frente a una migración descontrolada; léase Italia y los migrantes del Mediterráneo, España y los negros que les llegan del África subsahariana, Inglaterra y los países nórdicos ahora muy renuentes a aceptar e integrar a poblaciones coloridas, de otras religiones y de costumbres distintas al cristianismo luterano que domina por aquellas tierras. Un amigo en Piedras Negras, Coahuila me decía, aquí como del lado americano siempre hemos lidiado con la migración de mexicanos y en menor medida centroamericanos, pero hoy muchísimos negros que hablan lenguajes horribles. Obviamente, el de mi amigo es un comentario racista, clasista, xenófobo y etcétera también, pero igualmente exhibe una realidad de años atrás: la frontera mexicana está desbordada. Pregúntenle aquí en la Ciudad de México a los vecinos de la Plaza Giordano Bruno si quieren recibir con abrazos a los migrantes para que de nuevo se instalen en dichas calles.
Lo último nos lleva al tercer asunto titulado en este artículo: los errores. Cuando a inicios del sexenio pasado López Obrador demagógicamente subrayó que en México cualquier persona sería bienvenida, el fenómeno migratorio pasó de ser controlado a los millones de personas que de aquellas fechas para acá han transitado por el país. Unos se quedaron, otros se les devolvió a sus países de origen y otros tantos pudieron entrar, en regla o no a territorio de la Unión Americana. Las reuniones que los diversos funcionarios mexicanos han mantenido con sus colegas centroamericanos, de Colombia y Venezuela han resultado en buenas fotografías, amenas comidas entre políticos, documentos firmados que en la práctica no sirven para nada: porque poco pueden hacer. Peor, les arrojó a los mexicanitos el problema. El gobierno de Claudia Sheinbaum debe cerrar y sellar la frontera sur: sí se puede. Devolver las caravanas que andan por el territorio nacional; proporcionarles a los migrantes que están en la frontera los mejores medios posibles como creo, ya lo están haciendo. Y, como lo dijo el expresidente Felipe Calderón con el ejemplo de Turquía en la Unión Europea: negociar una ayuda millonaria con el gobierno de Trump para la repatriación/instalación de los extranjeros viviendo en México y otra muy importante cantidad, para los paisanos que deberán buscar el sustento económico en la república.