Robin Lane fox. Homero y su Iliada. Editorial Crítica, Barcelona, 2024. 637 páginas.
DAVID MARKLIMO
Hay libros que nunca pierden su valor, que siempre -pase lo que pase- tienen algo que decir. Por eso se llaman clásicos. Y no hay un libro más clásico por excelencia que La Ilíada, de Homero. El poema sobre la cólera de Aquiles, sobre el décimo año de la guerra de Troya. Robin Lane Fox, la autoridad mundial en Alejandro Magno, profesor de historia clásica del New College en Oxford, ha publicado el libro Homero y su Iliada, donde revisa la gestación del poema, su impacto y la propia personalidad del poeta.
Para Robin Lane Fox, La Ilíada es la mayor epopeya del mundo y el mejor poema de todos los tiempos. Es un relato que nos interpela a todos, pero que, al mismo tiempo se vale por sí mismo, porque sigue planteando interrogantes sobre el alma humana. Evidentemente, hay muchas controversias sobre cómo fue compuesto y, por ello, Fox disecciona el poema con el propósito de explicar por qué nos desborda y nos sigue pareciendo tan profundamente conmovedor. Hay varios aspectos que mencionar:
- Troya es arqueológicamente histórica. La ciudad existió antes de La Ilíada y su emplazamiento es seguro: Hisarlik, en Turquía. Por supuesto, la comprensión del poema no depende de saber efectivamente si hubo o no una guerra en Troya.
- Se defiende un autor único y concreto. La trama de La Ilíada está tan bien cohesionada que resulta evidente que un único autor guía su curso. Este autor es sin duda un individuo, un él, no una larga tradición impersonal, sostiene Fox, rechazando lo que, durante algún tiempo, fue una hipótesis sobre la autoría del poema.
- La Ilíada presenta, en un cosmos masculino y una atmósfera de omnipresente tristeza, una visión de conjunto de la peripecia humana. Pero si abrimos el abanico, veremos que es un mundo de dioses y héroes, en el que también participan las mujeres. Los dioses y las diosas modelan e impulsan la trama, toman partido por los bandos en lucha, y ellos mismos luchan entre sí, con artimañas y mentiras. Las mujeres, cuyo atributo destacado es la belleza, aportan dramatismo a la trama, a menudo en su papel de madres. No es casual que algunas de ellas se convirtieran en heroínas de las posteriores tragedias atenienses.
- Un rasgo importante del poema es que este se sitúe en un pasado lejano para sus oyentes, cuando –insiste Homero– los héroes no eran como los hombres mortales son ahora. En ese pasado, que se corresponde con el mundo micénico del cual proviene Agamenón transcurre una trama despiadadamente dramática que ha llegado a obtener la misma gloria inmortal que sus héroes.
- Aquiles, la más imponente de las creaciones homéricas, es, por supuesto, la columna vertebral del relato. Un Aquiles colérico y vengativo, pero capaz también de compasión. Su tránsito de unos sentimientos a otros, marca también el desarrollo de la trama del poema.
- No es exactamente un poema: es más bien un recital. La Ilíada fue concebida para ser recitada, no leída, y lo más probable es que Homero dictara componiendo sobre la marcha.
La guerra es su rasgo distintivo, no cabe duda, pero es rasgo dual. Por un lado, es perturbadora, odiosa, motivo de lágrimas, un modo de existir que nadie elegiría si pudiera evitarlo; por otro, es fuente de gloria para los hombres. Homero no es unidimensional, y su poema ni es antibélico ni una celebración de la masacre y la violencia. Presenta la dualidad de la guerra como un misterio. En ella hay sitio para la compasión y la piedad. Los valores éticos del poema siguen siendo instructivos y vigentes. Y ahí sigue esa escena, en la que un padre va rogar por el cadáver de su hijo. El encuentro del viejo Príamo con Aquiles, el autor de la muerte de su hijo, es el punto culminante, la escena que abre las puertas al humanismo occidental.
Este homenaje soberbiamente escrito tras cincuenta años de lectura e investigación sirve para entender, por ejemplo, algo que sucedió en los años de plomo en Colombia. En esa época, el Ministerio de Cultura mandó distribuir varios libros en burro por las aldeas rurales; el único que nunca se devolvió fue una traducción de La Ilíada al español. Cuando los burócratas investigaron la razón se dieron de bruces con la actualidad del poema. Los campesinos sentían que la obra tenía una fuerte relación con su experiencia cotidiana: una guerra en la que unos dioses enloquecidos se mezclaban con hombres y mujeres que no sabían exactamente por qué se libraba esa contienda, ni cuándo podrían ser felices, ni por qué iban a matarlos. Sólo Homero logró que se dieran una idea.