Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
El gatopardismo está de moda. Cada gobernante y no solo en México, promete el cambio “profundo” para seguir igual … o ¡peor!
La guerra contra la corrupción, barriendo de arriba para “abajo como se hace con las escaleras”, hasta ahora ha fracasado como también las políticas -así las llaman aunque no existan- de seguridad, educativa, sanitaria, justicia, económica y, pese a los datos oficiales, los otros dicen, por ejemplo, que la “inversión extranjera rompió récord”, las reservas del Banco de México “son las más grandes de la historia”, el “empleo superó los 22 millones de afiliados al IMSS” -la PEA está conformada por 61.4 millones de personas, es decir el empleo llamado formal que presume el IMSS y aplauda la presidenta mexicana, es apenas la tercera parte de quienes están empleados-, entre otras parte que forman el rompecabezas del gatopardismo.
Si los analistas, expertos en crecimiento económico atinan, el año que inicia a partir de las 0 horas de este miércoles, no será de lo mejor. Por el contrario, el PIB mostrará uno de los más mediocres que se registrará en las últimas cuatro décadas.
Sin el objetivo de mostrar la mala conducción del país, es imposible no observar la terquedad en el gobierno que inició en 2018. Los números son oficiales no ocurrencias de los periodistas, de los investigadores, de los expertos en las diversas áreas que conforman las institucionales gubernamentales.
Esperar cambios que no tengan como propósito esconder la realidad, es una de las ilusiones que el gobierno ha convertido en pesadilla. La cruda realidad enseña que sin girar el timón la nave chocará irremediablemente con el iceberg que, a un siglo de distancia, hizo pedazos la mayor embarcación hasta entonces construida.
Y no se vislumbra que la capitana del navío llamado México tenga a la mano los planos de la ruta que deberá seguir para evitar encontrar el gigante de hielo que resiste hasta el cambio climático, aunque de pronto llore y derrame cientos de miles de agua gélida que sube el nivel de los mares.
En los 92 días del relevo presidencial, no se podría llamar nuevo gobierno, ha quedado demostrado que la prioridad es satisfacer los ánimos de venganza “en ausencia” del que ya se ¿fue? y no la de entender que seguir por el mismo camino los problemas empeorarán y con todo y aquello de que “México es un país libre, independiente y soberano”, se replicará la “profecía”: al “diablo con sus instituciones”.
De suyo ya se enviaron al infierno aquellas que representaban los contrapesos para evitar que la tentación por renovar el porfiriato -tomando ejemplos que han fracasado después de la recuperación de los países que eran y son tratados como colonias- avanzara. Sin embargo, la concentración de poder bajo el cobijo de la gran mentira “nosotros no somos como los de antes”, evidencia que la ambición de pasar a la historia como el nuevo impulsor del Estado de Bienestar, está por encima de los intereses de los gobernados.
Festinar que “seremos el único país en el mundo más democrático” por destruir el Poder Judicial y elegir a sus jueves, magistrados y ministros, es no mirar las razones que existen en el mundo para no llevar la “democracia” al drenaje al confundir la representación popular, necesaria, con autocracia disfrazada.
En fin, termina un año de tragedias en casi todos los ámbitos. Finalizan 12 meses sin que se vislumbre el beneficio del “cambio”. Los 365 de 2024, al igual que los de 6 años atrás, sirvieron para encumbrar pocos y someter a muchos.
Le decía en este mismo espacio, lo que se dice de la esperanza: es lo último que muere y debe ser cierto cuando se encuentra en buenas condiciones de salud. Desafortunadamente no tenemos sistema sanitario igual a de Dinamarca para salvarla.
Está intubada en la mente de los seguidores de Giuseppe Tomasi di Lampedusa que lo han superado en la teoría de cambiar todo para que siga igual… o peor.
Pese al desencanto, este espacio desea a sus lectores feliz año nuevo.
¿Habrá prosperidad, paz y salud?
Los milagros existen, provengan de quien proviniere.
Habría que confiar en que Dios lo hará en 2025.
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