Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Campanazo, necesario de reconocer. La operación “Enjambre” aplicada en el Estado de México. podría calificarse de exitosa, salvo por el “pequeño detalle” de no aprehe4nder a quienes coparon los criminales o los impusieron en los gobiernos municipales. Los presuntos culpables-entre ellos una alcaldesa y 7 jefes policíacos- est6án a buen resguardo y diríase que es urgente replicarlo en entidades como Guerrero, Michoacán, Guanajuato, Jalisco, Sonora, Chiapas, Chihuahua, Baja California, Morelos y Oaxaca, entre otras.
La violencia provocada por la presencia de narcos y crimen organizado, no ha cedido en los casi tres meses del nuevo gobierno y la tendencia muestra elevación en el delito de homicidio doloso.
De acuerdo con la información proporcionada por el Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre enero y noviembre de 2024, la suma de homicidios registra 27 mil 794, que representa 1.5 por ciento más que en el mismo periodo de 2023.
Durante el quinquenio con 10 meses en los que gobernó el ¿qué se fue?, se contabilizaron 203 mil homicidios, lo que muestra el fracaso de la política de abrazos, no balazos. SI bien la razón asiste al gobierno en el sentido de “atacar la raíz, el enfoque de los programas sociales dirigidos a los jóvenes no evita las tentaciones de lucir un buen reloj, manejar un coche de lujo y nuevo, vestir con ropa de marca, traer un arma al cinto y, por supuesto, unas botas de punta.
Recientemente, el rotativo El Universal publicó una información que desvela el nuevo atractivo para que los adolescentes y jóvenes hasta los 30 años, se incorporen al crimen organizado.
Se trata de los videojuegos. Los obsequian y sus contenidos llevan el adoctrinamiento para ser “famoso”, “adinerado” y rodeado de “bellas mujeres”.
La psicología utilizada por los “caza-cerebros-juveniles”, es un plan con resultados inmediatos. Jugar gratis, tener el acceso a las plataformas o recibir de manos de emisarios la USB, llama más la atención que una beca estudiantil o formar parte de Jóvenes Construyendo el Futuro.
Observar la edad de los dirigentes actuales de los cárteles en pugna -JNG y Sinaloa”- debería ser la alarma para la autoridad. Los chapitos y los mayitos se convierten en la envidia de quienes no han salido del túnel de la pobreza y las oportunidades para ser contratados en alguna empresa que les pague salarios cuantiosos, es cada día mayor.
Se entiende que al proyecto de gobierno intente revivir el conocido como Estado de Bienestar, cuya existencia fue borrada por la globalización y el hambre de dinero y poder de las grandes corporaciones. Por ello, resulta inevitable que el crimen organizado se convierta e n prioridad para formar parte y ser importante.
No descubrimos el hilo negro y ta poco el agua tibia. Simplemente se trata de intentar que la actual gobernante deje atrás la no-política impulsada por su mentor y antecesor.
Seguir el mismo camino y pisando sobre las mismas huellas, no hará el cambio.
Las llamadas mesas de “Construcción de la paz”. No dejan de ser reuniones de “cuates”, en las que se exponen los problemas, de todos conocidos, pero no las soluciones.
Acaso se tome alguna decisión que es mediática por sus resultados momentáneos y por el despliegue de información que se derrama en todos los medios de comunicación.
Sinaloa sería el ejemplo más acabado. La presencia del secretario de Seguridad Pública y al tiempo coordinador general de la política de seguridad, no ha llegado más allá de la captura de “operadores importantes” de las cabezas de los cárteles. El Flaco Zambada, cuidando el negocio que dejó EL Mayo, y por lado de los chapitos, Iván Archivaldo Guzmán, siguen actuando con o sin protección política y solamente se sabe de ellos cuando cuelgan lonas con sus mensajes.
Mientras las cabezas estén sin cortar, no requieren de la hiedra de Lerna.
Cierto: se han asestado decomisos que representan millones de dólares. Afectan, por supuesto, las finanzas de los criminales y, sin embargo, se recuperan.
Ojalá que el año nuevo traiga ideas y las tome la presidenta mexicana para, en efecto, pacificar el país.
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