Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Con frío intenso, amenaza de lluvias y granizadas; violencia que no cede y tampoco respeta celebraciones, llega la nochebuena ¿habrá celebración?
Seguramente restaurantes, bares, cantinas y, por supuesto en los hogares, aunque no en todos, se festejará no tanto porque es el preludio del nacimiento de Jesús, sino por la anhelada espera por la presencia del gordinflón de barba blanca, botas de bombero y traje rojo hecho a la medida por algún diseñador de los que cobran hasta por mencionarlos.
El otro lado de la moneda, la marginación. Esa que se dice se ha combatido y logrado sacara de la pobreza a 9 millones de mexicanos, probablemente ni siquiera un café caliente beberán.
Esta, probablemente sea una “amarga Navidad” y no porque diciembre “me gustó p’a que te vayas”, sino por la incertidumbre que prevalece pese al chauvinismo que exuda la presidenta mexicana y el triunfalismo exacerbado con el que afirma gobernar con el “apoyo del pueblo”.
Cerrar los ojos, taparse los oídos y coserse los labios, parecería el mejor regalo de millones de mexicanos para quien ostenta el máximo cargo administrativo y de poder en el país.
La realidad es otra a la que nos venden en Liverpool, El Palacio, las tiendas de Masaryk y Altavista.
No es el mejor momento para millones de personas. La pérdida de derechos, la altanería del oficialismo, el avasallamiento del poderoso a la sociedad ignorada y la crisis económica aunada a la de salud, producen amargura y tristeza.
Esperar el arribo del que solamente sabe reír, no es lo saludable. Porque para mirarlo y decir a los niños “mira lo que te trajo Santa Clos”, se compró su presencia. Porque no trabaja gratis y su salario es de CEO muy superior al que se afirma gana quien gobierna y sus empleados.
Para algunos habrá regalo y mayúsculo. Su hoy se confirma que Bertha Alcalde Luján es la nueva fiscal general de la Ciudad de México, no tendrá de qué quejarse. Y sí, tiene las credenciales para recibir el obsequio. En el pasado reciente no fueron suficientes para convertirse en consejera presidenta del INE o la ministra 11 de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ah, sirvieron para regalarle la dirección general del ISSSTE por seis meses.
Los que se quedarán en espera del MILAGRO son todos aquellos sinaloenses que llegan al día 101 de vivir envueltos en el miedo, la zozobra, el temor. Lo mismo ocurre con los chiapanecos de la Sierra y los sonorenses del Valle o los habitantes de Tierra Caliente. Son muchos más los que orarán para que la nochebuena sea, por lo menos, una celebración sin el sonido de los disparos, los estallidos de minas terrestres o drones arrojándolas en zonas habitadas.
Una Nochebuena-Navidad en la que lo fundamental escaseará: la paz.
¿Puede haber alegría cuando los familiares han caído en los ataques criminales?
No son daños colaterales. Son ejecuciones.
Sin embargo, hagamos el esfuerzo por edificar el muro del silencio y que solamente las voces se escuchen y los disparos se opaquen.
Es imposible no poner los pies en la tierra y que de un plumazo escribamos “borrón y cuenta nueva”.
Intentemos superar la amargura sin olvidar que la produjo.
A los lectores, el deseo sincero por esta fecha, en la que importa más la natividad que reparar la chimenea que seguramente destrozará el barbón vestido de rojo.
¡Felicidades!
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