Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Desde el momento en que Octavo Romero Oropeza fue apuntado como futuro director del Infonavit, entre dirigentes sindicales y representantes de la iniciativa privada, se encendieron las alarmas.
No fue para menos. El exdirector de Pemex durante el sexenio pasado, causó daños irreversibles a la petrolera y la llevó al punto de quiebra no solamente técnica sino económica a pesar de los 900 mil millones inyectados por el gobierno federal, condonación de impuestos, emisión de bonos, firma de créditos para “pagar deuda”, con lo cual las calificadoras globales bajaron de nivel y declararon los bonos como “chatarra”.
Apenas a dos meses de iniciada su gestión y después de hablar de las “grandes obras que se harán en vivienda”, surge el abuso de poder, si no del propio funcionario sí del gobierno de la República y del sometido Congreso de la Unión.
Sin mediar diálogo con los sectores que conforman la estructura de gobierno del organismo, es decir, empresarios y trabajadores, el viernes pasado, a horas de cerrar el periodo ordinario de sesiones, el Senado aprobó la reforma, que modifica el artículo 42 de la Ley del Infonavit, permitiendo al Presidente de la República designar al director general del Instituto y otorgándole derecho de veto en las decisiones de los comités.
Ante el abuso de poder, cuando menos 23 sindicatos, entre los cuáles se encuentran las centrales obreras como la CRIOM, CTM, Congreso del Trabajo y poderosos sindicatos como el Nacional de Trabajadores Mineros Metalúrgicos Siderúrgicos (SNTMM), la Confederación de Agrupaciones Sindicales Mexicanas (Conasim) y la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA), manifestaron su rechazo porque, exponen, limita el ejercicio tripartito del organismo.
“Reducir el tripartismo a una representación simbólica afectaría la vigilancia de inversiones, debilitaría la implementación de programas y pondría en peligro un modelo único de política pública construido con consensos”, señala el pronunciamiento, señala el documento en el que fija el posicionamiento de la representación de los trabajadores.
El Infonavit, creado en el gobierno de Luis Echeverría, ha funcionado siempre por consenso y ninguna de las partes tiene mayor peso que las otras. Son, jurídicamente, iguales y se deben tomar en cuenta los votos para tomar las decisiones.
En el posicionamiento, los sindicatos piden que se mantenga la paridad de votos en los órganos de gobierno del Infonavit, con igual representación de cada sector. “Romper este equilibrio significaría otorgar un peso desmedido al Gobierno, transformando el diálogo social en decisiones unilaterales”,
El asunto no es menor. Diríase que es sumamente grave. De entrada, hay que señalar que son los patrones los que cubren la cuota de los trabajadores que el dinero correspondiente pertenece a los trabajadores, no al gobierno, no a los sindicatos, no a los propios empleadores.
El esquema seguido a lo largo de 50 años, si no es perfecto, tampoco es un adefesio. ¿Hay problemas?, por supuesto, pero se han atendido y los beneficiarios han logrado hacerse de un departamento o casa, si bien no son muestra de inteligencia arquitectónica.
En las cinco décadas de su existencia, en el Infonavit jamás se planteó quitar el voto a los sectores para que el Gobierno actúe como propietario y si sus voces no son escuchadas, habrá que prepararse para algo más que un reclamo “decente”.
Abrir el espacio para un paro general, que no se da desde los tiempos de Fidel Velázquez, pondrá en riesgo la relación gobierno-sindicatos que, si bien están debilitados por las acciones del pasado gobierno y las reformas legales del Congreso de la Unión, frente a una decisión unilateral las cosas pueden cambiar y no para bien del poder de los poderes.
¿A quién se le ocurrió nombrar a Octavo Romero?
Lo sabemos, a su paisano que dice vivir en el escondite de Palenque.
A la presidenta Claudia Sheinbaum le puede estallar una bomba que impida el buen desempeño de su mandato. Y el secretario de trabajo, Marath Bolaños, ratificado en el cargo que le heredó Luis Alcalde, parece ser un fantasma o bien se ocultó la intención de la reforma para aprobarla cuando comienzan las vacaciones de fin de año.
¿Dónde se encuentra la democracia en decisiones como esta?
Reflexionar y corregir antes de que sea imposible dar marcha atrás y con ello recuperar el respaldo de los sindicatos, sería la tarea de la primera mujer al frente del Poder Ejecutivo Federal.
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