Las empresas alemanas están acorraladas en el contexto de la política económica del país, declaró el vicecanciller y ministro de Economía de Alemania del Partido Los Verdes, Robert Habeck. La situación tiene de fondo el hecho de que la economía alemana atraviesa una grave crisis y la inflación en noviembre fue del 2,2% interanual.
«De todos modos, nuestro modelo de negocios está realmente acorralado. (…) Alemania es un país exportador, necesitamos mercados abiertos. [El ganador de las presidenciales de EEUU] Donald Trump está cerrando mercados, China está cerrando mercados y empujando sus autos eléctricos a todas partes», destacó Robert Habeck, en una entrevista con el periódico Bild.
En sus palabras, este es uno de los principales problemas de la industria automovilística alemana. Por supuesto, el hecho de que durante años «no hayamos invertido realmente en nuestras infraestructuras, condiciones fiscales y trabajadores cualificados también tiene un impacto negativo ahora», añadió, respondiendo a la pregunta de si el modelo de negocios alemán dejaba de funcionar sin el gas ruso barato.
En Alemania, el estancamiento continúa por quinto año. El PIB del país ajustado a la inflación disminuirá un 0,1% este año, según la previsión de evolución de las condiciones económicas del Instituto Alemán de Economía.
La gran mayoría de los alemanes están descontentos con la situación económica del país y la califican de «mala», destaca un estudio de YouGov. Sin embargo, pocos esperan que la situación mejore en las próximas décadas.
Alemania, al igual que algunos otros países europeos, atraviesa una aguda crisis económica provocada, entre otras razones, por la ruptura de los lazos económicos con Rusia y la prohibición casi total de importar (como consecuencia de las sanciones antirrusas) los recursos energéticos de bajo costo procedentes de ese país, sobre los que se basaba la competitividad de la industria alemana.
Rusia ha manifestado en repetidas ocasiones que, al negarse a cooperar con Moscú, la UE ha dañado su economía, como demuestran el descenso de la producción, las quiebras de empresas y la recesión en los países del bloque europeo. El presidente ruso, Vladímir Putin, aseguró que su país no niega a nadie el suministro de sus recursos energéticos. En sus palabras, Europa esperaba que si no recibía el gas ruso, Rusia colapsaría, pero, en cambio, en sus Estados están empezando a producirse procesos irreversibles.
Sin embargo, Bruselas, representada por la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sigue insistiendo en una ruptura total con el sector energético ruso y en el rechazo definitivo de la energía procedente de Rusia en favor de suministros alternativos más costosos, especialmente de Estados Unidos. Sputnik