¡A pagar!

Yo Campesino

•Las deudas del ganso ahogan economía y se comen presupuesto  

Miguel A. Rocha Valencia
“Nada más” se van a pagar cerca de dos billones de pesos por amortización de intereses y abono al principal de la deuda pública el próximo año, o sea casi el 20 por ciento del presupuesto 2025, y nada más con eso, sin contar el “gasto social” para comprar votos, el agradecimiento del pueblo y permanencia en el poder de Morena que se llevará cerca de un billón de pesos.
Esto es que el costo financiero de la deuda se llevará el 3.8 del Producto Interno Bruto que se estima en 1.2 billones y el pago a capital sumará el 2.8 por ciento del PIB.
Eso significa que como hoy sucede, será un costo financiero histórico, el más alto derivado principalmente de las altas tasas de interés aplicables a los casi siete billones que pidió prestados el ganso y las cuáles llegaron a estar en 11.5 por ciento, especialmente durante el año que concluye donde se generó el mayor volumen de deuda que se reflejó en la compra del agradecimiento popular.
Pero no nos preocupemos, este año ese pago de intereses sumará el 3.7 por ciento, por eso ya no hay dinero y se trasladarán amortizaciones para el 2025 donde además se tratará de disminuir el déficit en casi 850 mil millones de pesos, algo que la verdad se ve muy difícil.
Tal eso explique los fuertes recortes a diversas dependencias y a inversión pública donde el único ganón será Pemex a quien le darán para cubrir el 61 por ciento de sus proyectos y el tren Maya al que le darán 40 mil millones de pesos y 149 mil millones a proyectos ferroviarios como el de México-Querétaro con una asignación inicial de 30 mil millones, a cargo del Ejército, desde luego.
El tema es que se va a gastar mucho más en pago de deuda que en inversiones y que en rubros como salud donde a pesar de las explicaciones de que se transfiere una parte sustancial a IMSS-Bienestar, el hecho es que se destinan 122 mil millones menos, donde además de golpear a todos los institutos de alta gama del gobierno como cancerología, cardiología, Neurología o el INER, se le quitan recursos al tema de vacunación, señaladamente la infantil donde la disminución es de más de 14 mil millones de pesos.
De hecho, los 880 mil millones asignados a todo el sistema de salud, representa una suma similar a la invertida hace 20 años en que3 ocupó el 2.5 por ciento del PIB.
Esto es que más allá de que el gasto en pago de deuda especialmente la contratada por el ganso se llevará una gran tajada del presupuesto, las asignaciones demuestran que las prioridades de este gobierno como en el anterior, no son la salud ni la inversión en infraestructura, salvo aquella entregada a los militares.
Para colmo los ingresos petroleros resultan una ficción peso eso sí, le asignan 465 mil millones para sus proyectos y amortizaciones, además de los descuentos de obligaciones fiscales que seguramente se le harán ante su incapacidad financiera y sus pérdidas.
Si eso fuera poco las calificadoras internacionales están muy nerviosas no sólo por la deuda total de México sino en particular de Pemex, independientemente del entorno internacional cada vez más negativo y en el que nada ayudan a mejorar las mañaneras de palacio Nacional que continúan transpirando beligerancia, soberbia y discursos de odio, donde no se presentan pruebas de nada y se acusa de todo especialmente a los opositores o a quien se atreve aún a contradecir al oráculo mañanero cada vez más empoderado en aquello de “Yo mando”.
Es obvio que en ese entorno y con un legislativo de borregada, no valen las críticas, recomendaciones ni presentación de realidades. La verdad, razón y realidad es una y esa la dictan en el púlpito sagrado de palacio.
Todo lo que se diga en contrario resulta una abominación que debe ser aplastada con injurias y acusaciones, principalmente de corrupción para el desprestigio público y de manera ejemplar para que no cunda el mal ejemplo ni hoy ni en el futuro.

Las cartas hay fueron echadas y la única razón de Estado que existe para hacer lo que se tenga qué hacer, sale desde el zócalo, hasta una bravuconada acompañada del Himno Nacional Mexicano o un terminante ojo por ojo, eso sí, con actitud retadora porque “no somos iguales».

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