*Sí, don Porfis no se Dejaba que le Espolvoreara Talco en la Cara Para no Verse tan Moreno
*Concepción Béistegui fue una Filántropa que Nació en Guanajuato en 1820
*En el Centro Histórico se Ubica la Fundación Para Ancianos con su Nombre
*Ahí hay Olor a Cáncer, sí, por los Frascos con Formol que Contienen Algunos Tumores
*Fotos, Como la del Dr. Vértiz que Dirigió el Hospital y dio Atención de Personas de Escasos Recursos
*Los Médicos más Famosos de los siglos XIX y XX Operaron en Esas Instalaciones
SUSANA VEGA LÓPEZ
En Regina 7, en el centro de la Ciudad de México, en el edificio adjunto del ex convento de Regina, está la Fundación para Ancianos Concepción Béistegui donde se ofrecen cuidados geriátricos de calidad a los adultos mayores. Allí, en un salón de la planta alta se encuentra el Museo de Sitio del Antiguo Hospital Concepción Béistegui (1886-1984).
Un edificio histórico que luce un gran portón de madera que, luego de cruzarlo y caminar por un ancho corredor, da paso a otra gran puerta de rejas, ahora de fierro, donde una persona pregunta el motivo de la visita ya que puede ser por diferentes causas: la visita a algún familiar o conocido del asilo y/o conocer el Museo de Sitio.
Aquí también estuvo la Cruz Roja Mexicana. Este lugar que fue parte del convento de monjas concepcionistas y del Templo de Regina Coeli que se rescató y restauró a partir de 1987; un trabajo que duró 26 años para que quedara listo como asilo.
Altos y gruesos muros con bóvedas y vigas en los techos de este edificio catalogado como monumento histórico quedaron ideales para su misión: brindar ayudar y atención médica a los desprotegidos.
MUSEO DE SITIO
El museo -fundado en 2015- se encuentra en un gran salón donde, dicen, tomaban clases los médicos residentes del Hospital Concepción Béistegui. Se exhiben, en vitrinas, instrumentos, equipo y aparatos médicos y quirúrgicos de los siglos XIX y principios del XX, y ¡hasta tumores!
Un lugar que, al entrar, tiene un olor peculiar, tal vez por los frascos con formol que contienen algunos tumores de cáncer de estómago que fueron operados y extraídos.
En la pared se muestran fotografías de diversos momentos históricos y de médicos que atendieron en el hospital que dirigió del Doctor Vértiz para la atención de personas de escasos recursos. Resalta la imagen de la señora Concepción Béistegui, la benefactora.
También hay una zona de botica donde se exhiben 78 recipientes, frascos o botellas (botamen); un archivo histórico con expedientes de pacientes, médicos y; una biblioteca con libros de literatura médica en diversos idiomas.
Se encuentra un archivo único de 20 años (de 1886-1916) donde se cuenta la historia de los médicos, de los enfermeros, de los enfermos, de su enfermedad y de sus medicamentos.
Francisco Hernández, coordinador de actividades culturales del inmueble, afirma que el doctor Agustín Carlos Soto Nachón se encargó de restaurar todos los patios que lucen amplios y limpios.
“Él se acaba de jubilar hace unos días, a los 86 años, ya no está aquí, pero se le debe esta obra de la que gozamos actualmente”, explica.
El galeno Soto Nachón “se encargó de sacar todos los instrumentales que estaban en botes de agua en la azotea”, indica el coordinador de actividades culturales del inmueble.
De 1886 hasta 1983, casi 100 años, funcionó como hospital y estuvieron los médicos más famosos del siglo XIX y XX que operaban en estas instalaciones; un hospital con gran presencia a nivel mundial donde las cirugías eran la especialidad. La techumbre es original; el piso se ha modificado; la fachada está sobrepuesta, es ecléctica afrancesada, afirma Francisco Hernández.
Un recinto cultural donde igual se dan pláticas, se presentan libros, se cuentan historias. El museo abre de once a tres de la tarde y el próximo año se inician las visitas caracterizadas con Don Porfirio Díaz y otros personajes que son parte de la historia de la Ciudad de México. Sin embargo, “nos dieron una probadita”.
PORFIRIO DÍAZ
“Me estoy escondiendo de Carmelita porque en todas las cuestiones importantes a fuerza me quiere poner talco en la cara para que no me vea yo tan moreno. ¡Y vaya!, hoy es una ocasión importante. ¿No han visto a Carmelita?, ¿no?, ¡qué bueno porque hoy, 21 de marzo de 1886 vamos a inaugurar este hospital, Concepción Béistegui, que se ha hecho gracias al patrocinio de la señorita María Concepción Máxima Béistegui y García que dejó establecido en su testamento que, dado que sus familiares no requerían de su ayuda, su pecunio se destinaría para obras de caridad para los más pobres. Y ¡he aquí!, que la mayor obra de caridad que ha podido hacer fue la construcción de este hospital; en el primer piso están los enfermos y en la planta baja está la clínica de primer contacto donde los enfermos se acercan. Pero ¡vamos, vamos a cortar el listón!, que tengan buena tarde”.
Así se despide Ulises Mendoza, actor de la compañía nacional de Teatro Clásico Fénix Novohispano, en su caracterización de José de la Cruz Porfirio Díaz Mori para dar vida a ese momento histórico.
Por cierto, Béistegui nunca se imaginó ni supo de la construcción de ese hospital que llevaría su nombre.
CONCEPCIÓN BÉISTEGUI
Ella fue una mujer filántropa que nació en Guanajuato en 1820. Su familia tenía una gran fortuna porque administraba la famosa mina La Valenciana de ese estado. Falleció el18 de febrero de 1870.
Francisco Hernández comenta que fue una mujer muy religiosa como lo demuestra la fotografía que pende de la pared del fondo del museo. Se le ve con el pelo corto, un libro religioso en la mano, un vestido con cuello largo que demuestra su gran devoción.
Precisa que la fortuna que heredó decidió repartirla entre toda la gente necesitada. Este espacio fue para esa gente. “Es una pena que, como a Don Porfirio, no la tenemos en México; sus restos están en Los Apalaches, en Francia. La familia murió allá… un caso similar es el Don José de la Borda quien hizo la famosa iglesia de Santa Prisca y que ante los cambios políticos se fue a Perú con su familia. Son cuestiones históricas que nos hablan del contexto de nuestro país. Queda el legado”.
Concepción Béistegui ayudó a las monjas que habían sido expulsadas de sus casas de retiro y conventos durante el periodo de la Reforma, a finales de los años cincuenta del siglo XIX.
HERMANOS BALLETO
La fotografía que se exhibe es de los hermanos Balleto quienes tenían su estudio en la segunda de San Francisco, en la calle de Madero. Eran grandes fotógrafos hijos de un gran actor, Fernando Balleto, español, cuenta Francisco Hernández y añade que con las leyes de 1829 del presidente Vicente Guerrero se echó a los españoles “pero él se queda en Veracruz y no se va, se regresa a Ciudad de México, se casa, tiene cuatro hijos que se vuelven los mejores fotógrafos del siglo XIX”.
Dice que lo mismo fotografiaron a liberales que a conservadores; a Benito Juárez, Maximiliano y Carlota… a toda la élite política de ese entonces.
LA CONSTRUCCIÓN
Se cuenta que este lugar fue ocupado por las monjas concepcionistas en 1573 quienes, con el permiso del Papa Gregorio XIII, establecieron su convento, el segundo de esta orden en la Nueva España.
La construcción del edificio es de 1783 con la madre agustina Santa Ana que dejó memoria de la casa en el campanario y en la capilla donde dice que a ella le tocó reformar el lugar.
TEMPLO DE
REGINA COELI
En la esquina de Regina y Bolívar, en el centro de la Ciudad de México, está el templo de Regina Coeli que pertenece al ex convento de Regina construido en el siglo XVI.
El nombre de Regina Coeli es un derivado de la oración dedicada a la Virgen María. El espacio que le asignaron para ser la parroquia se construyó en 1655 aunque ha tenido reparaciones diversas.
ASILO
El asilo es una institución que aspira ser la mejor en la atención de las personas mayores que buscan envejecer con dignidad. El inmueble de la Fundación para Ancianos Concepción Béistegui fue rescatado y restaurado a partir de 1987; un trabajo que duró 26 años para que quedara listo como asilo.
Aquí se proporciona servicio médico las 24 horas; cuidados de enfermería; terapia física; alimentación; terapia ocupacional; lavandería y bienestar total.
Ahora también se encuentra la cafetería Jekemir a la cual se puede ingresar desde la calle de Regina o desde la entrada del asilo (también entrada del Museo de Sitio).
Muchos hemos pasado, sin lugar a dudas, por las calles donde se encuentra ubicado este inmueble que cuenta con historia y tradición de carácter humanista que, por lo general, pasa desapercibido.
Bien dicen que no se habla de lo que no se conoce.