De ser un simple lobo estepario, me convertí en un artesano de la lente y del celuloide: Demetrio Bilbatúa

Por Edmundo Cázarez C

-Segunda de tres partes-

Foto Adrián Ponce

Parafraseando al destacado escritor suizo/alemán Hermann Hesse, autor de la fantástica novela de ficción “Lobo Estepario”, publicada en 1927, que se convirtiera en “Best Seller” a nivel mundial, el connotado cineasta mexicano Demetrio Bilbatúa, en esta segunda parte de la entrevista, confiesa que de ser un simple “lobo estepario”, se haya convertido en un artesano de la lente de su cámara y del celuloide. Con un dejo de humildad enfatiza: “Desde que llegué a este bendito país, me quedé impresionado e impactado por las fabulosas obras que producen las “manos mágicas” de los miles de artesanos que tiene México, a lo largo y ancho del territorio nacional. Empujado por una resiliencia, eso, me motivó enormemente para que yo también fuera un artesano más, pero de la lente y del celuloide. Para mí, es una bendición considerarme parte del gremio de los artesanos mexicanos, orgullo de este gran país”

Desde la etapa de adolescente, apoyado en una férrea resiliencia, para Demetrio Bilbatúa, su mayor secreto para vencer los retos que se fijaba y quería superar, no era otra cosa que… “¡Me llegaba a doblar, pero no me podía romper!!”, expresó. Así, poco a poco, llegó a la cúspide del éxito y ser considerado como uno de los diez mejores documentalistas a nivel mundial. El día de mañana, miércoles 27 de noviembre, la Academia Mexicana de la Comunicación, A.C., le entregará la medalla “Al Mérito Empresarial en Comunicación Francisco Ibarra López”, como un merecido y justo reconocimiento a su visión empresarial en el ámbito de la cinematografía, dentro del marco de un magno evento que se llevará a cabo en las instalaciones de Fundación Miguel Alemán, ubicada en la colonia Polanco de la Ciudad de México.

Llegar a su refugio intelectual y fábrica de sueños, como él mismo le llama a su empresa New Art, ubicada en la colonia del Valle, al sur de la capital del país, el visitante se queda completamente impactado y hasta maravillado porque el piso del angosto pasillo que conduce a su oficina, es una película que, cuadro a cuadro, se va encendiendo con luces multicolores a medida que uno lo recorre paso a paso… En las paredes laterales, infinidad de fotografías que dan testimonio de su inquebrantable actividad cinematográfica. Instalaciones que resguardan más de un millar de interesantes documentales filmados en todo el mundo, producto de su talento, esfuerzo y creatividad.

Amable en su trato, educado y simpático. A sus 89 años de edad, Demetrio Bilbatúa, indiscutiblemente, es un hombre que ha puesto el nombre de México muy en alto a nivel mundial. Durante las casi tres horas de esta interesantísima charla que nos concedió, en ningún momento, dio muestras de enfado, mucho menos, de cansancio… ¡Al contrario!!, quería seguir contándonos infinidad de anécdotas, hasta darse cuenta que había rebasado el tiempo que había dispuesto para la entrevista y tenia que acudir a otro compromiso adquirido con anterioridad.

– ¿Al llegar a México, para usted, era estar en un nuevo mundo por todo lo que le había tocado sufrir en España, con la trágica muerte de su padre y tíos, así como el acoso y discriminación social del que fue víctima?

– ¡Indudablemente!! A los nueve años de edad, me inscriben en el Instituto Luis Vives para poder concluir la primaria que había quedado trunca, porque salimos huyendo de España debido al infierno que había implementado el dictador Francisco Franco. Estaba muy feliz haber llegado a México, sabía perfectamente que estaba, no en un nuevo mundo, sino en el mismísimo paraíso. Era un nuevo horizonte que Dios y la vida misma nos bridaban a mi familia.

– ¿En dónde cursó la secundaria?

-En el Colegio Madrid, que también era una escuela de refugiados españoles, tanto como el Instituto Vives.

-Pero, ¿cómo era esa convivencia con sus nuevos amigos, los niños mexicanos?

-En todos los aspectos, ya era otro mundo y completamente distinto

– ¿Después de la tormenta, viene la calma?

– ¡Exacto!! Aunque también, muchos de mis compañeritos eran niños españoles que habían llegado a México al igual que yo, siendo refugiados y sobrevivientes de la Guerra Civil Española.

– ¿Pero los niños mexicanos cómo lo trataban?

-Increíblemente muy bien, todos, pero lo que se llama todos, me demostraban ese calor humano y una efusividad única. Por cierto, me hice muy amigo de un chamaquito mexicano de nombre Ricardo Manning Candiani, quien tenía un tío que era gerente de los famosos estudios cinematográficos “Clasa Films”, que estaban en la calzada de Tlalpan. Un día, me lleva a conocer esos fantásticos estudios cinematográficos…

– ¿Qué pasaba por su mente estando ahí?

-Que estaba en un mundo de sueños. Era una auténtica fantasía tener tan cerca de mí, el insólito mundo de la cinematografía. Me sentía en el mundo del Mago de Oz

– ¿En algún momento, pasó por su mente que quería dedicarse a eso?

– ¡No!!, para nada…

– Entonces, ¿qué es lo que quería ese adolescente?

-Simplemente, quería seguir estudiando y prepararme, pero sin tener una meta fija…

-México, para usted, era un México de película?

– ¡Qué bonita pregunta!! Sí, la verdad es que sí. México para mí, era en sí, una extraordinaria película que estaba palpando “en vivo” Como que me había quedado con aquella imagen de “Allá en el Rancho Grande”, la película que vi de niño cuando viví en España. Pensaba que todos sus habitantes eran charros y que portaban una enorme pistola en el cinto. Que las mujeres eran unas indias con el pelo trenzado, amarrado con estambres de colores y sus faldas largas…

– ¿Vaya sorpresa que se llevó?

– ¡Exacto!! México… ¡Bendito país!!, me enseñó que no teníamos que vivir como unos “auténticos vencidos”, sino que llegar como inmigrantes exiliados, implicaba integrarnos de inmediato a una especie de “clan”, que se había constituido en este hermoso país que nos había “arropado” en 1939. La sociedad mexicana, a lo mero macho, utilizando tu ya famosa frase, la sociedad mexicana es una maravillosa familia que nos abrazó y nos proveyó de ese amparo milagroso, pero, sobre todo, en el aspecto emocional.

– ¿Aunque, aún sigue teniendo el alma de niño ¿A que jugaba, ya estando en suelo azteca?      

– ¡Que delicia es conversar con usted!!…

-No se me pierda por ahí…

-Ja, ja, ja, con los demás niños de la vecindad, jugábamos al trompo, a las canicas…

– ¿Era bueno para las canicas…?

-Digamos que no era tan malo, cuando se nos acababan las canicas, le seguíamos con el futbol

– ¿Ricardo Manning, era el cómplice de adolescencia que le había caído del cielo?

– ¡Siii!! Ricardo fue mi compañero de vagancias alrededor del barrio, así como la porra de mis conquistas y hasta cómplice de las travesuras de pubertad. Un buen día, me invitó a ver películas que todavía no se estrenaban. Me acuerdo que todavía usaba mis pantalones cortos, no entendí muy bien de lo que se trataba su invitación, pero aún así, la acepté totalmente emocionado. Durante esos años de adolescencia, pudimos ver muchas, pero muchas películas. Estando un día en casa, sin saber qué hacer, Ricardo llega corriendo y me dice que nos “coláramos” a la función de “gala” en el cine Ópera, para ver el estreno de la película “Los Olvidados” de Luis Buñuel, la película que, un año después, causó sensación en el Festival de Cannes, Francia y obtiene un premio a la mejor dirección.

– ¿A dónde llegaron a vivir?

-A una vecindad que estaba en la calle de San Cosme número 8, de la colonia Santa María la Ribera… ¡Qué bueno que me pregunta esto…!!

– ¿Ahora qué hice…?

– ¡No hombre!!, no se preocupe, sino que, lo que le quiero decir, es que en esa misma vecindad vivía el prestigiado actor Roberto Cañedo, quien había hecho la exitosa película “Pueblerina” Así como la viuda de Felipe Carrillo Puerto…

– ¿Una vecindad con gente de alcurnia?

– ¡Exacto!!, gente de alcurnia que habitaba esa vecindad

– ¿Cómo era la convivencia en la vecindad?

-Se respiraba una convivencia totalmente sana, aunque con algunas precariedades. Era un pequeñísimo departamento en el que vivíamos mi madre, mi hermana Marisa, mi hermano Ángel y yo, pero con la alegría de vivir en total libertad

– ¿Cómo le hacían para sobrevivir?

-Mi hermana Marisa ya tenia 20 años de edad y se metió a trabajar en la Librería de Cristal, que estaba ubicada en la Alameda Central, con un señor que se apellidaba Jiménez Siles, quien era el dueño de la librería, por cierto, mi hermana Marisa, ahí fue en donde conoció a su esposo Gonzalo, con quien se casó y tuvo tres hijos.

– Ahora sí, tal y como dice la canción de Joan Manuel Serrat… “Caminante no hay camino, ¿camino se hace al andar?

– ¡En efecto!!, la vida te va dando pausas y con una alegría de vivir

Para cerrar la etapa de estudiante ¿Era un alumno del montón, aplicado o medio “burrito”?

-La verdad… ¡era un alumno del montón!!, en virtud de que la guerra civil española me obligó no cursar el primer y segundo año de primaria, cuando llego a México, ingresé directo a tercer y cuarto de primaria… ¡estaba a punto de cumplir los diez años de edad!!, y en México, el Instituto Luis Vives, era un plantel sumamente estricto, dado que era patrocinado por una empresa española de refugiados.

– ¿Acostumbrados a que “la letra, con sangre entra”?

-Algo tenia de eso, pero sin llegar a los extremos. Lo más rígido que sufrí como niño, fue cuando estuve en primero de primaria en Vigo, España. El infernal “bullyng” hacia mi persona era terrible. Y te lo vuelvo a enfatizar, al grado que ya no quería ir a la escuela.

-Volviendo a México… ¿Cómo era una navidad en la vecindad de San Cosme, en donde vivía?

-El entorno general de mis vecinos, las navidades se celebraban con mucho fervor. Pero el Santa Claus de España, allá por los años 40`s, no celebraban a Santa Claus. Las navidades en México eran muy tranquilas, aunque teníamos lo estrictamente necesario para poder subsistir.

– ¿Su hermano Ángel, en qué trabajaba?

-Entró a trabajar en una empresa que se llamaba La Ansco, una empresa de fotografía, que estaba ubicada en la calle 16 de septiembre. Ahí, Ángel aprendió muchísimo porque vendía cámaras de 16 milímetros. Eran unas cámaras suizas, las Bolex Paillard, que me entusiasmaban mucho verlas. Debo aclarar que, en aquella época, las cámaras a color todavía o existían…

– ¿Kodak, vino a evolucionar todo?

– ¡Exacto!!, Kodak Chrome vino a cambiar absolutamente todo y con cámaras a color para aficionados, que era una película reversible. En mi caso, me especialicé tanto, que ya no me des cuerda…

-Usted es un maestro de la cámara y de la lente…

-Pues sí, pero si me das cuerda, no dejaré de hablar de cámaras…  Pero, eso, te lo cuento aparte ¿te parece?

– ¡Me late!! Entonces, cuénteme ¿cómo lo trataron en el Colegio Luis Vives?

-Para empezar, ya me quedaba un poco más retirado porque, dicho plantel, estaba en Tacubaya

– ¿Cómo se iba hasta allá?

-Tomaba el tranvía que se iba por toda la avenida Ramón Guzmán, que ahora se llama avenida Insurgentes y llegaba hasta avenida Chapultepec, luego, agarraba otro para llegar hasta Revolución, casi llegando a Mixcoac. Era una ruta mucho muy larga.

– ¿Se aburría?

-No, fíjate que no… ¡al contario!!, lo disfrutaba muchísimo porque iba viendo casas, negocios, escuelas, en fin. Para mí, todo era novedad, por cierto, siempre trataba de irme sentado hasta mero adelante, junto al conductor.

– ¿Qué le decían?

-A veces, me dejaban quedarme ahí, pero las otras, me decían “Vete para atrás chamaco”

– ¿Qué era lo que más le atraía de la Ciudad de México?

-Su fisonomía arquitectónica. Me estaba enamorando de la Ciudad de México, me tenía totalmente impresionado. Recuerda que provenía de Vigo, España, en donde, quizás, tendría como 250 mil habitantes, cuando mucho.

– Cuándo usted llegó a la Ciudad de México, ¿cuántos habitantes tenía?

-Creo que como 20 millones… Eso lo sé, porque me puse a investigar…

– ¿Quién era el presidente de la República cuando usted llega a México?

-Miguel Alemán Valdés, aunque los exiliados españoles en México, le reiterábamos un profundo agradecimiento al general Lázaro Cárdenes, como el principal mandatario que implementó una política de solidaridad internacional de asilo político. Alrededor de 25 mil exiliados españoles que encontramos refugio en este bendito país. Como te conté, mi tía Margarita pudo arreglar todo para que nos pudiéramos venir para acá, gracias a don Lázaro Cárdenas y la gente sumamente eficiente que tenía en la embajada de México en España… ¡Caray!!, no recuerdo el nombre del Cónsul de México en España, quien nos entregó “La Visa al Paraíso”, como le llamaban en aquel tiempo, los españoles que venían a México.

– ¿A lo Mero Macho, cuando la familia Bilbatúa llega a México, lo ven como un paraíso?

– ¡Sin lugar a dudas!!, y mucho más, por todo lo espantoso que habíamos pasado con Franco. Para nosotros, México era un paraíso terrenal, definitivamente. ¡Ya me acordé!!, del nombre del Cónsul de México en España en aquellos tiempos, era Gilberto de Bosques. Un hombre extraordinario que ayudó mucho a mi tía, cuando le expuso nuestra situación de tres hermanos que nos habíamos quedado huérfanos de padre y una madre viuda, completamente desesperada por sacar adelante a sus hijos… Gracias a ese señor, es como nos pudimos venir para acá.

-Su paso por la “secun”, ¿cómo fue?

– Primeramente, estuve en el Instituto Luis Vives, luego, en la Academia Hispano Mexicana que estaba ubicado en la calle de Viena. Estando en la secundaria, como que se ampliaba un poco más la visión de Demetrio, el adolescente, además, era un México con muchas libertades…

– ¿A qué tipo de libertades se refiere?

-Al decir “libertades”, y abro las “comillas”, me refiero a un México que se disfrutaba mucho y se respiraba ese amor que solo los mexicanos saben transmitir.

– ¿Cómo era esa comunicación entre mexicanos y los españoles exiliados?

– ¡Esa, es una pregunta muy interesante!! La verdad, nos sentíamos como hermanos, sin ningún tipo de separación de clases sociales, mucho menos, ideologías nacionales. ¡Así era como me sentía yo!!

– ¿Cuál era la visión de los españoles hacia México, en aquella época?

– ¡Que era otro mundo!!, ¡Así de sencillo!! Cuando estábamos viviendo un infierno… ¡Caramba!!, para mí, México era el verdadero paraíso

-Insisto, ¿cómo fue su rendimiento en la secundaria?

-Te puedo decir que fui un estudiante completamente regular y con un rango de calificaciones entre 8 y 9.

– ¿Ya traía “el gusanito” por convertirse en un destacado cineasta?

– ¡Qué bueno que me digas esto!!, porque, de cierta forma, me da pie para contarte cómo es que surge mi afición por el cine. Resulta que, con mi cómplice de la adolescencia, mi gran amigo mexicano Ricardo Manning Candiani, aprovechando que vivíamos en la calle de San Cosme número ocho, de la colonia Santa María la Ribera, nos íbamos a los cines a disfrutar algunas producciones estadounidenses, así como de la “época de oro” del cine mexicano, nos metíamos a un cine que se llamaba Las Flores, que después cambio de nombre como Teatro Bernardo García. Asimismo, el cine Rivoli, que estaba en la calla Santa María. El cine Universal o el Roxi, que estaba en la misma calle donde vivíamos San Cosme. Luego, surgieron el cine Ópera, el Encanto y el Majestic, en la calle de Carpio

– ¿Cuáles eran esas películas que lo atrapaban?

-Las musicales, sobre todo. Así como las temáticas a la Guerra Mundial, que veíamos en el cine Universal con proyecciones continuas y permaneciendo por espacio de 4 o 5 horas viendo muchas películas.

-Brincándome un poco en el tiempo ¿Cómo fue que se le ocurre hacer los famoso noticieros que se proyectaban en los intermedios de los cines y que tuvieron tanto éxito?

-Desde España, traía la imagen del noticiero Nodo, que era el medio o el instrumento de propaganda de Francisco Franco, Siendo un niño, lo veía y se me quedó la idea, que más adelante, te platicaré cómo fue que la pude desarrollar…

– ¿Le daba tiempo de practicar algún deporte?

-Me gustaba mucho el futbol. Me acuerdo que íbamos frecuentemente al famoso Parque Asturias, en donde mi hermano Ángel formaba parte de un equipo amateur que se llamaba “Catalonia”, pero yo, apenas tenía diez años menos de edad y también formé parte de ese equipo.

– ¿A lo Mero Macho, era bueno para las patadas?

-Ja, Ja, ja. La verdad es que sí, me la rifaba jugando futbol, creo que aprendí a manejarlo bien

– ¿Qué posición ocupaba en el equipo?

-De extremo derecho, además, era mucho muy rápido y ágil, porque mi corta estatura me favorecía mucho y llegaba de volada a la portería contraria y mucho más rápido que mis compañeros defensas. Lo más curioso, es que figuraba en un equipo de jugadores de mayor edad que yo

-No cabe duda que Demetrio Bilbatúa, nació para triunfar…

-Ja, ja, ja. Muchas gracias, pero te voy a decir cuál ha sido mi secreto… ¡Siempre he tenido mucha fe en mí mismo!! Gracias a esa resiliencia que ha formado parte de mis retos a vencer. Siempre, he tenido esa constante de saber levantarme…

– ¿Qué lo impulsaba hacer eso?

-En mi conciencia, tenía muy en claro que mi madre sufría mucho. Que mis hermanos, que ya trabajaban, tenían un raquítico sueldo que no les servía para otra cosa, que para “medio vivir” en la vecindad que habitábamos

– ¿Cuál fue esa fórmula que puso en práctica?

-Para superar esos retos, no perdí de vista la consigna que me tatué: ¡Que me doblaba, pero no me rompía!!

-El ya adolescente Demetrio Bilbatúa, ¿Se estaba convirtiendo en un auténtico aventurero o en un “dandy” en la floreciente Ciudad de México?

-Yo no me juzgaría desde ese parámetro…

-… ¡Perdón!!, no fue mi intención incomodarlo con la pregunta…

-No te preocupes, al contrario, veo la transparencia de tus preguntas, ni tampoco veo malicia alguna de tu parte, vamos, eres muy educado y hasta generoso en los conceptos que tienes hacia mi persona. Desde que llegué a la Ciudad de México, siendo todavía un niño, tenía la ilusión de llegar a ser alguien en la vida.

– ¿Lo que no te mata, te hace más fuerte?

– ¡Exacto!!, el “bullyng” que sufrí durante mi niñez en España, me había creado esa fuerza interna de levantarme y seguir hacia adelante…

– ¿Le inyectó algo de complejos?

-No precisamente, sino que me despertó ese coraje interno de superación

– ¿España nos mandó a un chamaquito con alma napoleónica, es decir, pequeño de estatura, pero un gigante dispuesto a conquistar lo que se propusiera?

– ¡Qué bonita pregunta!! El parámetro de Napoleón, que me acabas de mencionar, eso, precisamente, me lo decía repetidamente mi hermano Ángel, me decía que me parecía a Napoleón, que era chiquito, pero con una fuerza interna sorprendente. Repito, eso me lo decía mi hermano, una y otra vez.

– ¿Siempre fiel a sus principios y convicciones?

-Es que eso es básico. Cuando uno nace, lo primero que debe hacer es quererse a sí mismo y entenderse uno mismo, pero, sobre todo, valorarse uno mismo, tal y como es…

– ¿Compararse con los demás, lo orilla a uno hacia la mediocridad?

– ¡Eso mero!! El ser humano debe entender, perfectamente, que es único en la faz de la Tierra. Que no hay nadie más como uno, quizás, parecidos, pero la autenticidad es lo que cuenta en uno mismo, es lo que te da la posibilidad de fijarte retos, de luchar, de vivir y hasta de soñar…

– ¿Se puede soñar despierto?

– ¡Claro que sí!!, los sueños se llevan a la realidad y hasta resulta ser un rotundo éxito en la vida

– ¿Esos sueños hechos realidad en su exitosa vida de cineasta, provienen de su etapa de adolescente, cuando se iba de pinta en la secundaria o prepa?

-No, en la secundaria nunca me pude ir de “pinta”, pero ya en prepa… ¡uff!!, hasta perdí la cuenta.

-Cuénteme esta apasionante etapa de la prepa…

-Estuve en la prepa 2 y que era nocturna, de seis de la tarde a las diez de la noche. Me acuerdo que estaba situada en la calle de licenciado Francisco Primo de Verdad y como fallaban muchos maestros…

– ¿A dónde se iban de “pinta”?

-Nos íbamos a jugar billar…

– ¿A lo Mero Macho, resulto bueno para el “bicho”, como le llaman los chavos al billar?

-Aprendí a jugarlo y hasta me especialicé en carambolas de tres bandas, tabla seca. Tan es así, que, en mi casa, que es la casa de todos ustedes, tengo una mesa de billar y sigo practicando la carambola de tres bandas y hasta creo que no he perdido ese nivel… ja, ja, ja.

– ¿Seguía siendo un buen estudiante…?

-Si, la verdad es que sí. La secundaria la concluí con muy buenas calificaciones

– ¿Ya había podido conquistar a la primera noviecita o como se dice aquí en México, era muy “perro” con las chamacas?

-Ja, ja, ja. Lo que se dice aquí en México, solo quiero precisarte, que he vivido muchos más años que tú, en este bendito país. Así es que, todos los dichos y refranes que hay en México, los conozco mucho mejor que tú… ¡ehhh!!

-Órale, ¿machetazo a caballo de espadas…?

– ¡Que divertida e interesante conversación contigo y con EL UNIVERSAL!! Así, hasta me dan más ganas de conceder más entrevistas, pero con el único requisito que sean tan buenos para preguntar como tú.

-Mejor sígame contando de su etapa de adolescente…

-Como ya era un adolescente, tenía que trabajar para cooperar con los gastos y sustento familiar.

– ¿Cuál fue ese primer trabajo que tuvo que conseguir el adolescente Demetrio Bilbatúa, en la capital del país?

-El primer empleo que pudo obtener ese muchachito de tan solo 16 años de edad, que había llegado a esta bendita nación, fue como repartidor de medicinas en una bicicleta que me prestaron, quizás, muy aparte de obtener un ingreso que nos ayudara a mitigar las precarias condiciones económicas en las que vivía la familia Bilbatúa, en esa vecindad de San Cosme, también, era una manera ideal de aprender a desplazarme por la entrañable y hasta caótica Ciudad de México, que iba creciendo a pasos agigantados.

 

-Continuará-

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