Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
EL título podría sonar distante de la realidad.
No, no lo es.
¿Qué hace un oso hormiguero?
¡Absorbe todo lo que su trompa le permita y se come todas las hormigas de un reino!
¿Qué hace un cocainómano?
Absorber el polvo blanco hasta que concentra el “poder imaginario” que lo vuelve todopoderoso.
El símil: el gobierno federal de México.
Por molestia personal que le provocó competencia comercial y descobijó la dominancia de Pemex y la CFE; por irritación de no ser escuchado para frenar los números del Coneval que no alababan los “éxitos” de programas sociales como Sembrando Vida o Jóvenes Construyendo el Futuro; por coraje, al verse impedido en ocultar la información solicitada por los ciudadanos y que desnudaron negocios personales y familiares, sepulta al INAI y por venganza, imponer “su proyecto” de gobierno que representó y representa la destrucción de la transparencia, la competencia, la evaluación y atropella la democracia.
Por la mañana del miércoles, la presidenta Sheinbaum confirmaba la desaparición del INAI y para el Ifetel y la Cofece tenía oros planes. Por la noche, los diputados de Morena pastoreados por Ricardo Monreal se pasaron por el arco del triunfo las palabras de la jefa del Ejecutivo Federal y escucharon la voz del amo: obedecieron lo que les ordenó el que no se ha ido y demuestra que tiene el mando, aunque haya entregado el bastón.
El gobierno del que no se ha ido, tomó la decisión de convertirlo en el neocentralismo que rompe el equilibrio de Poderes y el Pacto Federal, mientras las focas guinda, acompañadas de los rojinegros y los pelicanos aplauden a rabiar el “amo y señor de Palenque y el resto del mundo”.
Hoy ostentan un poder que no les dio la ciudadanía. Aseguran que el pueblo les mandató destruir el Poder Judicial, desaparecer los órganos autónomos, reducir el presupuesto a las universidades y los entes de educación superior; ultrajar los derechos de la justicia que deben ser iguales para todos los mexicanos; desdeñar las voces críticas, las de los adversarios, los conservadores, los fifís, los de la extrema derecha. Solo hay que gobernar para los que fueron cooptados para votar por la neotransformación.
En un día en que se conmemoró el 114 aniversario de la lucha por la democracia, el sufragio efectivo y la no reelección, cuando nace el movimiento que le dio nombre a la Revolución Mexicana, un grupúsculo mañosamente constituido como el mayoritario en el Congreso de la Unión y en el Constituyente, decidió que la transformación va tomada de la mano, abrazada de la cintura, de la imposición de un régimen autoritario, del que suponían los mexicanos, se había superado.
Viviendo de la borrachera que buscan alargar otros seis años, los lacayos del “amo y señor de Palenque”, desoyeron a quien hoy representa al Estado Mexicano y tomaron el camino que, como falsos apóstoles, les fue mostrado.
Entre los doblegados, están los Judas que ayudan a la crucifixión del país.
Olvidan la resurrección del pueblo y suponen que las 30 monedas recibidas perdurarán antes del ahorcamiento por “convicción”.
Resurge el centralismo. Renace el poder omnímodo.
Dos elementos para el resurgimiento de la lucha de clases.
Con un poder legislativo a los pies del amo, no para servir al pueblo y al Pacto Federal, México avanza hacia lo negado por el que no se ha ido: a la dictadura.
La traición y sepultura a la democracia, están cantadas.
La comparación del oso hormiguero y el cocainómano con el gobierno federal, no tiene pierde. Absorbe todo y lo concentra para tener el mando y control total.
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