El talón de Aquiles que pospone los planes de EEUU de un posible conflicto contra China

El desarrollo de la próxima generación de aviones cisterna en EEUU puede quedar en suspenso indefinidamente. El Secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall, admitió que no hay dinero para el proyecto NGAS. Antes, el programa de cazas NGAD quedó congelado por la misma razón. ¿Para qué el Pentágono necesita el avión nuevo? Sputnik te lo explica.
Según Frank Kendall, el proyecto del avión cisterna avanzado tiene unos dos años. Ahora se encuentra en la fase preliminar, se estudian las necesidades de la Fuerza Aérea y se formula la tarea para los diseñadores. Estaba previsto que la aeronave entrara en servicio a mediados de la década de 2030. Sin embargo, surgieron dificultades financieras. Por lo tanto, el destino del NGAS (Sistema de Reabastecimiento Aéreo de Próxima Generación, según sus siglas en inglés), aún no está claro.
«Por el momento no puedo decir cuándo podremos permitirnos este avión. La prioridad son los bombarderos B-21 Raider y los misiles balísticos intercontinentales LGM-35A Sentinel. Estos programas han costado mucho más de lo que se había calculado. Me preocupa mucho si estamos gestionando adecuadamente los recursos disponibles», manifestó el secretario de la Fuerza Aérea de EEUU.
Kendall sugirió que la aeronave entraría en el servicio después de 2040. En los próximos años se resumirán los resultados del concurso y se seleccionará al ganador. Luego, se procederá al desarrollo completo, la creación de prototipos y la realización de pruebas.
No hay mucha información sobre el proyecto, pero algunos de los requisitos de la Fuerza Aérea están claros. En primer lugar, el avión debe tener una larga duración de vuelo y autonomía, así como una baja visibilidad en todos los rangos. El avión debe llevar a bordo decenas de toneladas de combustible. En cuanto a las características aerodinámicas, se ha optado por el esquema del cuerpo de ala mixta, o fuselaje integrado. Esta opción es la más eficiente en términos de aerodinámica y distribución del peso.
Estas características técnicas son necesarias sobre todo para un posible conflicto armado con China. En ese caso, los aviones de combate tendrán que atravesar vastas zonas sobre el océano y necesitarán varios reabastecimientos en el aire. Esto requiere un avión cisterna capaz de operar en condiciones de contramedidas activas por parte de las defensas aéreas enemigas.

Flota obsoleta
Las turbias perspectivas del proyecto NGAS pueden convertirse muy pronto en el talón de Aquiles de la Fuerza Aérea estadounidense. Expertos del Centro de Conceptos y Tecnología de Defensa del Instituto Hudson advirtieron ya en 2021 que los aviones de EEUU se enfrentarían a una grave escasez de combustible si invadieran el espacio aéreo ruso o chino. Aunque el Pentágono dispone de la mayor flota de aviones de reabastecimiento del mundo, el éxito de su uso en combate es muy cuestionable.
«Desde la Guerra Fría, hace tres décadas, nuestros aviones de reabastecimiento han seguido operando en todo el mundo, tanto en operaciones de mantenimiento de la paz como militares. Desde entonces, la flota de aviones cisterna se ha reducido de 701 a 473 aparatos, y la carga de trabajo ha aumentado. De hecho, hoy en día no hay ni un solo avión inactivo. No tenemos reservas en caso de guerra con China o Rusia. El enemigo es consciente de esta debilidad y pretende explotarla activamente. Como resultado, la eficacia de la Fuerza Aérea disminuirá», destaca el informe del Instituto Hudson.
La escasez de aviones cisterna no es el único problema. Los autores del estudio recuerdan que la edad media de los KC-10 Extender y KC-135 Stratotanker es de 52 años. Para los estándares de la aviación, eso es demasiado, y aunque los Extenders, que entraron en servicio en 1981, aún no han agotado su vida útil, la mayoría de los Stratotanker, fabricados entre 1954 y 1965, deberían ser desguazados.

En 2001, el Pentágono lanzó un programa para desarrollar tres nuevos tipos de aviones cisterna. Estaba previsto construir 179 aeronaves de los prometedores proyectos KC-X y KC-Y para sustituir al KC-135 y, para 2040, establecer la producción en serie del KC-Z para desechar el KC-10. Sin embargo, aparecieron dificultades en ese camino.
El contrato para el proyecto KC-X se adjudicó en 2011 a la corporación Boeing, que diseñó el avión de reabastecimiento KC-46 Pegasus sobre la base del Boeing-767. En teoría, lleva a bordo 95 toneladas de combustible, casi el doble que el KC-135. El aparato está repleto de tecnologías modernas. Por ejemplo, los operadores disponen de gafas especiales 3D que simplifican el reabastecimiento aéreo.
Sin embargo, la realidad no resultó ser tan alentadora. Muchos de los cincuenta aparatos recibidos por la Fuerza Aérea padecen todo un ramillete de «enfermedades infantiles». Los medios de comunicación afirmaban que estas aeronaves no eran fiables. Los pilotos se quejaban de la mala fijación de los equipos de a bordo, que vibraban fuertemente a la menor sacudida, e incluso se negaban a volar en los Pegasus. Y no es de extrañar: los aparatos arrancados de sus fijaciones pueden perturbar la alineación del avión, lo que puede provocar una catástrofe.
Reabastecer al avión furtivo
Además, los expertos del Instituto Hudson insisten en construir aeródromos adicionales en la región del Indo-Pacífico para recibir aviones pesados y almacenar combustible. Según sus cálculos, con un gasto de entre 400 y 600 millones de dólares anuales para este fin, en 2040 se duplicará el número de vuelos de reabastecimiento aéreo, lo que sería de gran ayuda en una hipotética guerra con China. De lo contrario, argumentan, la Fuerza Aérea estadounidense no dispondrá de más que una docena de aeródromos adecuados, lo que a todas luces no es suficiente.
Además, hay que tener en cuenta que Rusia y China disponen de fuertes defensas aéreas. Ahora bien, no se trata de una operación de combate en algún lugar de Oriente Medio, donde un bombardero puede repostar en los cielos aliados. Realizarlo en las profundidades del territorio de un país enorme es un asunto muy distinto.

Los aviones cisterna de que dispone Estados Unidos se basan en aviones civiles. Se trata de un blanco fácil para los sistemas de misiles antiaéreos. Rusia dispone de sistemas de defensa antiaérea S-400 con un alcance de 400 kilómetros e interceptores MiG-31 que están dotados de misiles R-33 con un alcance de 300 kilómetros, por lo que los pilotos estadounidenses tienen algo que temer. Además, aún no está claro cómo utilizar estos aviones cisterna con los cazas de quinta generación F-22 y F-35. El reabastecimiento de combustible en el aire demarca por completo el «sigilo», y la defensa antiaérea del enemigo puede matar dos o incluso tres pájaros de un tiro.
Este es el problema que supuestamente resolverá el futuro avión cisterna de reabastecimiento NGAS. Sin embargo, no está claro cuándo se pondrá en servicio. Y tampoco si se adoptará en algún momento. Sputnik

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